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¿Qué hacer con los residuos nucleares?

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Mayo 2014 / 14

Las conclusiones de la Comisión Nacional del Debate Público francesa sobre el controvertido Cigéo, el proyecto para el almacenamiento profundo de los residuos radiactivos, urgen a revisarlo y a esperar por los riesgos que supone.

Central eléctrica nuclear en Fessenheim. FOTO: UNIÓN EUROPEA 2011 PE-EP

Es urgente… esperar. Así lo aconseja la Comisión Nacional del Debate Público (CNDP) sobre el Cigéo (Centro industrial de almacenamiento geológico), proyecto industrial cuyo fin es enterrar en profundidad y de forma definitiva los residuos más radiactivos que se producen en Francia, sobre todo en las centrales nucleares. Igual que hace 40 años, cuando el país lanzó su programa nuclear, hoy no se sabe cómo lograr que estos residuos no sigan siendo peligrosos durante miles de años.

Una ley de 2006 encomendó la realización del proyecto Cigéo a Andra, la Agencia Nacional para la Gestión de los Residuos Radiactivos. En aplicación de dicha ley, entre mayo de 2013 y enero de 2014 tuvo lugar un debate público que culminó en una conferencia de ciudadanos. Andra deberá ahora rematar su proyecto teniendo en cuenta las conclusiones del debate público. Su dossier será estudiado durante tres años por diferentes instancias responsables de la seguridad nacional. El Gobierno podría, pues, dar la luz verde en 2018 y el almacenamiento comenzar en 2025. El coste de la operación, según el último cálculo ( 2009) se estima 35.000 millones de euros, al menos.

El proyecto comporta numerosos riesgos.

El almacenaje geológico profundo no significa que Cigéo sea un basurero cerrado eternamente. Algunos elementos radiactivos terminarán subiendo a la superficie. Si esta migración se desarrolla más rápidamente de lo calculado por Andra, esos residuos de vida larga* no habrán tenido tiempo de perder suficiente radiactividad como para dejar de ser nocivos.

 

Amenazas de incendio

Existen otros riesgos más próximos. Cigéo debería recibir durante 100-120 años cerca de 290.000 envíos de residuos de alta y media radiactividad. Algunos de ellos estarán tan calientes que habrán tenido que refrigerarse en la superficie durante unos 60 años antes de poder ser manipulados. Uno de los grandes peligros durante ese largo período es el de incendio, que podría liberar elementos radiactivos, y no se trata de un riesgo imaginario. El pasado 5 de febrero se declaró un incendio, aunque sin consecuencias dramáticas, en el centro de almacenamiento de residuos de vida larga de Carlsbad (Nuevo México), en EE UU.

Los creadores del proyecto Cigéo han tenido en cuenta estas amenazas. “Respecto al riesgo de incendio, hemos comenzado por eliminar el máximo de materias inflamables. Las condiciones son mucho más seguras que las de un túnel de carretera, por ejemplo. Además, todos los aparatos de mantenimiento están equipados con sistemas de extinción automáticos. En todos los sectores hay puertas cortafuegos. De todos modos, también habrá camiones de bomberos “dispuestos a intervenir en el fondo, muy cerca de las operaciones de almacenamiento”, explica Fabrice Boissier, director de control de riesgos de Andra.

Elementos radiactivos aún nocivos acabarán subiendo a la superficie

Otro peligro es el de incendios que liberen partículas radioactivas

Pero los múltiples dispositivos de seguridad no han convencido a los participantes en el debate público. En sus conclusiones, el presidente de la CNDP, Christian Leyrit, dice: “Numerosos participantes en el debate, reunidos tanto en el panel de ciudadanos como en el del IRSN*, creen que es imperativo alargar los plazos, y que es impensable autorizar la fase industrial sin ensayos de alcance”.

Veremos qué decisiones tomará Andra tras las conclusiones del debate público, pues estas cuestionan muy seriamente su proyecto. Por otra parte, la recomendación de la conferencia de ciudadanos de proseguir investigando alternativas al entierro geológico profundo reactiva el debate de fondo.

¿Cuáles son esas alternativas? A decir verdad, no hay demasiadas. La técnica de la separación-transmutación, que aísla los diferentes elementos de los residuos altamente radiactivos, y transformar su estructura física por irradiación para reducir la duración de su radiactividad, permitiría atenuar el problema. Pero, además de no eliminarlo, se trata de una operación compleja y muy costosa.

 

Dudosa reversibilidad

¿Para qué gastar decenas de millones de euros en enterrar lo que habría que desenterrar en caso de que esas investigaciones llegaran a buen fin? Además, si las investigaciones desembocan en una solución industrial, no será antes de que pasen décadas. Con tales plazos, la recuperación de los residuos será prácticamente imposible. La reversibilidad del enterramiento geológico profundo durante un siglo, impuesta por la ley de 2006, es en parte teórica. En efecto, tras varias décadas de observación, las celdillas serán selladas a medida que se llenen, y una vez que estén encerradas en metros de hormigón, reabrirlas será tan difícil como costoso. Letra pequeña del contrato que conviene leer: Cigéo prevé que los costes de estas posibles retiradas de residuos estarán a cargo de las generaciones que las realicen. No se incluyen en los costes del proyecto…

Los riesgos del almacenamiento geológico profundo y la necesidad de dar más oportunidades a la investigación abogarían por el almacenamiento en seco en superficie, como en Estados Unidos, o aún mejor, en la subsuperficie, como practica Alemania. Tras refrigerarse en piscina durante cinco años, los combustibles radiactivos se ponen en unas galerías excavadas a poca profundidad. Los residuos están, así, protegidos de posibles ataques aéreos y son recuperables. Inconveniente: este dispositivo exige una vigilancia continua. Durante siglos.

La mayoría de los países que utilizan la energía nuclear, han optado por este tipo de almacenamiento (sin excluir por ello el estudio del enterramiento profundo en Estados Unidos). Casualmente, también son los países que han renunciado a reprocesar combustibles usados: una vez que el uranio enriquecido se retira de un reactor (al cabo de unos tres años), se considera un residuo muy radiactivo y se almacena como tal.

 

Léxico

Período radiactivo: es el tiempo al cabo del cual la masa de un elemento radiactivo se ha dividido por dos. Se ha convenido en denominar residuos de vida larga aquellos cuyo período radiactivo supere 31 años; es decir, el período del cesio 137. Al cabo de 31 años, de un gramo de cesio 137 quedará 0,5 g. Transcurridos 10 períodos (310 años) quedará 1 miligramo. 

El Instituto de Radioprotección y de Seguridad Nuclear (IRSN) es el organismo público encargado de investigar sobre riesgos nucleares y radiológicos.

 

Emplazamiento 

El proyecto Cigéo

El proyecto Cigéo prevé enterrar a 500 metros de profundidad residuos fuertemente radiactivos y de vida larga, es decir, cuya radiactividad tardará entre siglos y millones de años en pasar a ser insignificante. Se almacenarán en celdillas de cemento envueltas en una capa de arcilla de un espesor de 130 metros. El proyecto está pensado para almacenar los residuos producidos por el parque nuclear existente, no los de los reactores que se puedan construir en un futuro. Al final de una fase de almacenamiento, que se prolongaría durante un siglo, esas galerías se taponarán y los residuos se abandonarán para siempre.

Activistas de Greenpeace protestando contra la energía nuclear. FOTO: UNIÓN EUROPEA 2010

El emplazamiento escogido se sitúa en el límite de los departamentos de Haute-Marne y Meuse y abarca una zona cuyo epicentro es la comuna de Bure. El lugar se eligió debido a la calidad de su capa arcillosa. La Agencia Nacional para la Gestión de Residuos Radiactivos (Andra) considera que, tras la degradación progresiva de los contenedores y las celdillas en contacto con el agua infiltrada en la roca, esta formación geológica permitiría retrasar durante al menos 100.000 años la inevitable dispersión de elementos radiactivos hacia la superficie. Es un período suficientemente largo, según Andra, para que la radiactividad de esos elementos descienda a niveles comparables a los de la radiactividad naturalmente presente en el medio ambiente.