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El poder de las palabras, también en la economía

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"Ya queda lejos ese septiembre del año 2002 en Cádiz cuando las compañeras de allá nos introdujeron en este mundo que a muchas de nosotras nos parecía tan lejano y complejo…”.

Leyendo el párrafo anterior alguien podría pensar que quienes hablan son de una organización de mujeres, debido al uso del femenino. Pero no. Es la presentación de la nueva página web del colectivo Baladre por la “Renta Básica de las iguales”… se refiere a la renta básica de las personas iguales.

Este fin de semana, la gente del Colectivo Baladre presentaba una de las ponencias de las Jornadas de Economía Crítica de la Universidad de Cádiz. Manolo Sáenz Bayona, su interlocutor, hablaba todo el rato en femenino, como se muestra en este video en el que explica la postura del colectivo respecto a lo que debe ser la renta básica.

Tengo que decir que me costó mucho concentrarme durante las horas que duró la charla. Un hombre en el podio de una universidad hablando dos horas en femenino me llevaba a pensar en otras cosas.

En un mundo de hombres, el único hombre que escucho hablar frecuentemente en femenino es un amigo gay, y sus motivos son distintos. Las personas, muchos hombres, del colectivo Baladre, hablan en femenino con total naturalidad. Me enteré después de que también lo hace gente de otros colectivos. Es una apuesta política, y ya se han acostumbrado. No se lo tienen ni que pensar. Les sale el femenino tan naturalmente como a mí decir, y escribir, “nosotros”. Yo lo hago por las prisas, y el lío que genera a la hora de intentar abreviar. Y evito hablar en masculino cuando se trata de puestos de poder o alguna lucha feminista. Tal vez, aún así, me equivoque.

Si McLuhan tenía razón, y “el medio es el mensaje”, las mujeres nos tiramos piedras cada día. Estamos a la sombra, allí donde siempre se sobreentiende que a la sombra del “nosotros” también hay un “nosotras”. Las palabras tienen un poder abrumador, y decir lo contrario sería tirar por la borda siglos de historia de la psicología humana.

No sé si entendí muy bien las ideas de la renta básica planteadas por el colectivo, pero sí está cumplido el objetivo de dar vuelta la tortilla si lo que quería Manolo Bayona era que pensaran que tal vez estamos diciendo, y haciendo, todo al revés. Es una lucha diaria, y una lucha también contra una misma.

¿Deberíamos empezar a hablar como la gente del Colectivo Baladre? ¿Quién y por qué estableció las reglas del lenguaje?  ¿Si por la boca muere el pez, deberíamos destituir a la Real Academia Española (por cierto, en nómina 5 mujeres de 41) antes de que siga haciendo desaparecer a prácticamente la mitad de la población? ¿Es de verdad posible cambiarlo todo o sería una pelea absurda?

Cuando tocó el turno en la universidad de contar la experiencia de Alternativas Económicas, un ponente planteó otro tema relacionado con las palabras: ¿Por qué dicen “No fluye el crédito” cuando deberían decir “Los bancos no dan crédito”? ¿Hay acaso un río llamado crédito? Así como hablamos en masculino, hablamos de la economía sin dar ningún tipo de humanidad, cuando puede ser el centro de nuestras guerras. Y por supuesto una parte importante de nuestra vida cotidiana.

Lo peor de todo es que quienes escribimos no nos damos ni cuenta. Nos sale naturalmente. Estoy ahora esperando que la gente de Economía de la Universidad de Cádiz pueda hacer un manual de escritura para los medios, en donde nos ponga frente a la cara cómo nos equivocamos al escribir sobre economía, sin incluir a las personas que lo sufren y sobre todo a las personas responsables.

La charla de Manolo me dejó pensando también en otras cosas… ¿Quién y por qué se establecen ciertas reglas (no solo las del lenguaje)? ¿Quién dijo que había que trabajar ocho horas? ¿Por qué ocho y ya no siete como en Francia sino cinco? ¿Por qué dejamos que el salario mínimo sea menor que el salario digno? ¿Podría cambiar realmente el sistema capitalista por uno mejor?

Les dejo con otro video que me vino a la cabeza al escuchar la charla: el corto “Por tu bien” de Iztiar Bollain. Algo que nos da vuelta la cabeza. Un hombre viviendo el mundo de una mujer, desde el mismísimo parto.