Epílogo, en medio de la tormenta

Las notas de este cuaderno las escribí en pleno confinamiento. Fueron una especie de terapia para afrontar la situación obligándome a pensar cada día sobre algunas de las cuestiones que generaba la situación. No fue difícil encontrar temas por una razón muy simple: la pandemia de la covid-19 ha sido, además de una grave crisis sanitaria, una especie de chequeo general de nuestro modelo económico y social. Ha mostrado todas las vulnerabilidades, las injusticias, las contradicciones de nuestra civilización y también alguna de sus virtudes. O sea, que nos da pistas sobre lo que necesitamos cambiar y sobre lo que deberíamos potenciar.

Compromiso, coordinación y frenesí científico

La taxonomía tradicional nos acostumbró a pensar que las especies animales eran estancas: el humano, la gallina, el murciélago o el pangolín. Pero sus genomas están plagados de fragmentos de virus como vestigios arqueológicos de las infecciones por las que transitaron durante su evolución, provocando inserciones, borrados y duplicaciones de genes que pudieron intercambiarse y contribuyeron a su proceso de especiación. Así, los virus que son un riesgo para la salud del individuo actúan como una ágil herramienta de evolución. Supervivencia y virulencia compiten hasta que virus y anfitrión conviven de forma más o menos aceptable para el conjunto.

Por Marcos Isamat