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¿Cómo se llega a ser yihadista?

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Febrero 2016 / 33

Perfil: No todos los reclutados por el Estado Islámico responden al prototipo de jóvenes desfavorecidos de ‘cultura’ musulmana, pero sí comparten una estructura psicológica inestable y la búsqueda en el yihadismo de un modo de reconstruir su identidad.

PARÍS, FRANCIA - 29 de noviembre de 2015: Flores cerca del teatro Le Bataclan FOTO: MYKHAYLO PALINCHAK

¿El yihadista es, al comienzo, necesariamente un “joven de la periferia”? Este estereotipo no parece infundado si pensamos en Mohamed Merah, los hermanos Kouachi o Amedy Coulibay. En opinión del sociólogo Farhad Khosrokhavar (1), de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS, en sus siglas en francés), el yihadismo tentó durante mucho tiempo casi únicamente a jóvenes desfavorecidos de cultura musulmana, que se sentían excluidos y humillados, y descubrían, como por revelación, una versión extremista del islam. 

Pero el análisis de las llamadas recibidas en el número para la “lucha contra las redes yihadistas” que el Gobierno francés estableció en abril de 2014 con el fin de que la gente avise sobre individuos en vías de radicalización (4.110 casos a finales de noviembre de 2015), así como las personas tratadas por el Centro de Prevención de las Derivas Sectarias Ligadas al Islam (CPDSI), muestran que ese perfil no es, o ha dejado de ser, único. A los individuos procedentes de la inmigración que se hallan en ruptura social y familiar, se han añadido otros procedentes de familias muy diversas, con frecuencia sin problemas sociales. De 100 familias que llamaron al CPDSI, 70 eran ateas, de clase media alta y sin recorrido migratorio reciente. También hay cierto número de chicas que van a Siria a unirse a Daesh, atraídas, según parece, por su visión extremadamente conservadora del papel de la mujer (recluida en casa, cuidando a los hijos).

Hay que añadir que esos datos se refieren únicamente a familias que han pedido ayuda espontáneamente, por lo que no pueden considerarse representativas de las potencialmente yihadistas. Si todos tienen en común ser jóvenes, hay que diferenciar, según el sociólogo Raphaël Liogier (2), entre los futuros terroristas propiamente dichos, generalmente reclutados entre la pequeña delincuencia y que han pasado por la cárcel (lo que confirman los miembros del antiterrorismo francés), y otros jóvenes radicalizados cuyo perfil social preciso es difícil de dibujar. 

 

PERSONALIDADES FRÁGILES

Por el contrario, la inestable estructura psicológica de los candidatos a la yihad es algo probado. A juicio del psicoanalista Fethi Benslama (3), esos jóvenes sufren de importantes “fallos de identidad”*. El ideal “total” que propone Daesh les serviría de “prótesis identitaria” proporcionándoles un sentimiento de liberación y de omnipotencia.  

Pero ¿de dónde surgen esos fallos narcisistas? El doctor en ciencia política canadiense y experto en terrorismo Benjamin Ducol cree que el compromiso con la yihad de esos jóvenes franceses procede de accidentes biográficos (paro, ruptura sentimental...) que les fragilizan en una época en la que están recomponiendo su identidad. Muchos de ellos se hallan en ese largo período que se extiende desde la adolescencia hasta la edad adulta, una época de transición en la que el individuo, que tiene que “inventarse su vida”, se ve tentado con frecuencia por experiencias extremas.

La radicalización de esas personalidades frágiles pasa frecuentemente por Internet. Como ha demostrado el investigador del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI) Mark Hecker (4), los grupos yihadistas, antaño confinados en los foros especializados, han migrado a las redes sociales como Facebook o Twitter. La web social les permite difundir su ideología, recaudar fondos y reclutar jóvenes. Según Olivier Roy5, investigador del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS en sus siglas en francés) y especialista en islam, Internet puede alimentar procesos de autorradicalización (visionando, por ejemplo, vídeos de un modo cada vez más obsesivo) en individuos solitarios que al principio no sabían gran cosa del islam. Benjamin Ducol, por el contrario, opina que Internet sólo reforzaria unas creencias preexistentes, a modo de complemento de una serie de interacciones que se desarrollan en el “mundo real”. Pero el modo en que se franquean esos pasos no se conoce bien.

 

EL BANDO DE LOS 'PUROS'

Algunos especialistas, como Raphaël Liogier o Dounia Bouzar, insisten en la dimensión sectaria de la radicalización yihadista. Unos vídeos enormemente elaborados como los del reclutador Omar Omsen, hacen creer al futuro yihadista que ha sido elegido, que va a unirse al bando de los puros en una guerra ineludible contra las fuerzas del mal. Esta visión paranoica (las teorías del complot están omnipresentes) le convence de que debe salvar el mundo y para ello, perder su vieja identidad y renacer bajo la forma de un noble guerrero, según un mecanismo presente en otros movimientos sectarios.

No estaríamos ante una radicalización del islam: es el radicalismo lo que se islamiza

La mayoría de yihadistas no ha recibido educación religiosa

Otros investigadores insisten más en la dimensión específicamente política de la yihad. Olivier Roy ve una revuelta generacional y nihilista, a imagen de la ultraizquierda de los años 1970: la mayor parte de los futuros yihadistas serían ya disidentes y estarían buscando una “causa”. Y la yihad sería la única disponible en el mercado de las ideas radicales: se sumarían a ella de un modo oportunista. No se trataría, pues, tanto de una “radicalización del islam” como de una “islamización del radicalismo”. Olivier Roy relativiza especialmente las explicaciones “tercermundistas”: el sufrimiento poscolonial o el rechazo de las intervenciones occidentales en Oriente Próximo no desempeñarían realmente un papel determinante en la radicalización de los yihadistas. ¿Cómo si no explicar la conversión de jóvenes ateos o católicos procedentes del campo como Maxime Hauchard que nunca había sufrido humillaciones ni discriminaciones? Algunos, como el politólogo François Burgat, critican que se deje de lado el contexto social e internacional, pues ven en ello el modo de “eximirnos [a los franceses] de casi toda responsabilidad”.

 

‘CORPUS’ IDEOLÓGICO VARIADO

Según Olivier Roy, la gran mayoría de los yihadistas no ha recibido educación religiosa propiamente dicha y tiene un conocimiento muy superficial y reciente del islam. Por otra parte, Jean-Pierre Filiu6, profesor en la Facultad de Ciencias Políticas de París y especialista en islam contemporáneo, subraya que el islam es sólo una fuente más del corpus ideológico utilizado por Daesh, que recurre también a creencias milenaristas (la vuelta del antiguo califato) y lógicas apocalípticas.

El vínculo entre islam radical y compromiso yihadista es, por otra parte, complejo. Olivier Roy cree que el vínculo entre salafismo y yihad es directo, pues esa corriente propone un islam puro desconectado de la cultura tradicional. Ese purismo lleva fácilmente al nihilismo y a la pulsión de muerte que encontramos en los adeptos de Daesh. Por el contrario, Raphaël Liogier  considera que hay que separar claramente salafismo de  yihadismo. El salafismo es un movimiento fundamentalista, purista y pietista, innegablemente sectario, pero ante todo pacífico y despolitizado, que condena la yihad por considerarla demasiado “moderna”. En efecto, no hay que confundir salafismo con takfirismo, movimiento milenarista y guerrero creado en Egipto en los años 1970 por los Hermanos Musulmanes radicales que, por el contrario, está claramente unido a Daesh.

 

* LÉXICO

Identidad: desde el punto de vista psicológico, se considera que la identidad de los individuos, asignada biológica y socialmente, es una apropiación subjetiva, larga y aleatoria, que se consolida generalmente al final de la adolescencia mediante la elaboración del sentimiento de ser uno mismo. Los fracasos en este proceso se traducen en “fallos de identidad”.

(1). En Radicalisation, Maison des sciences de l’homme, 2014.

(2). Véase «Le djihad est le chant du signe d’individus asociaux», entrevista en zamanfrance.fr, 23 de noviembre de 2015.

(3). «Pour les désespérés, l’islamisme radical est un produit excitant», entrevista en el diario Le Monde del 12 de noviembre de 2015.

(4). «Web social et djihadisme : du diagnostic aux remèdes », Focus stratégique, n.° 57, IFRI, junio de 2015.

(5). « Le djihadisme est une révolte générationnelle et nihiliste », Le Monde, 24 de noviembre de 2015.

(6). « L’État islamique ou les chevaliers de l’apocalypse djihadiste », Rue 89, 29 de agosto de 2014.

 

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