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La reforma fiscal y el reto del empleo

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Septiembre 2014 / 17

Inspector de Hacienda y autor de ‘¿Hacienda somos todos?’ ( Debate)

ANÁLISIS

España tiene un problema crónico de desempleo estructural. Además, la crisis se ha cebado en la destrucción de empleo, fundamentalmente temporal, lo cual ha acentuado las desigualdades. Como todos los problemas graves, el desempleo en España no tiene una sola causa. Algunas de ellas pueden encontrarse en la debilidad del tejido productivo, el final de la burbuja inmobiliaria, de la construcción y crediticia, así como en la legislación laboral. Ante esto, cabe preguntarse cómo influirá la denominada reforma fiscal que propone el Gobierno.

Esencialmente, esta reforma es una rebaja de impuestos directos, fundamentalmente del IRPF, que, según señala el Gobierno, no va a ser compensada con recortes de gasto ni con aumento de impuestos. En consecuencia, se prevé un crecimiento adicional del 0,45% del PIB como resultado directo de estas rebajas. En una primera aproximación, un aumento del crecimiento debería traer consigo un incremento de la, de momento exigua, creación de empleo.

Sin embargo, las cosas no son tan sencillas. En primer término, hay que intentar ver el cuadro completo. Además, es preciso analizar qué otras medidas se podrían haber tomado. Comenzando por un análisis global, hay serias dudas de que una rebaja de impuestos se pueda realizar sin ningún tipo de compensación en un país con un déficit superior a 70.000 millones de euros. Si para compensar la caída de la recaudación hay que subir los impuestos indirectos, como el IVA o los impuestos especiales, el efecto recesivo de estas subidas habrá que incluirlo en el análisis. Por otra parte, si hay que realizar recortes de gasto público, esto conllevará inevitablemente destrucción de empleo a corto plazo. Incluso si las cuentas cuadrasen, y recordemos que hay que reducir el déficit en 30.000 millones de euros en 2015 y 2016, cabría preguntarse si la mejor alternativa para el empleo es un recorte del IRPF.

Creo que la alternativa más favorable para el empleo es la reducción de las cuotas de Seguridad Social, que funcionan como impuesto sobre el empleo. Como además tenemos un problema grave de ocupación en la mano de obra menos cualificada, esta reducción habría que centrarla en las cotizaciones de los sueldos más bajos. La alternativa de reducir el IRPF puede ser más popular, pero no disminuye el coste salarial, sino que simplemente incentiva el consumo y el ahorro privado al poner más dinero en manos de los asalariados, que aportan el 85% de la recaudación del IRPF. Esto no es malo en sí mismo, pero no es lo más eficaz para combatir el desempleo, que es el más grave de nuestros problemas económicos.

Reducir el IRPF no es malo en sí, pero es ineficaz contra el paro

La inversión no se recuperará bajando un poco Sociedades

La otra cuestión clave en la creación de empleo es que la inversión deje de caer. Para conseguir este objetivo, la medida más relevante sería que el crédito volviese a fluir. Desde un punto de vista fiscal, el tributo que más influye en la inversión es el impuesto de sociedades. La reforma aborda aquí una ligera reducción del tipo del impuesto, que en parte compensa con algunas medidas restrictivas como la limitación de la compensación de pérdidas. Aunque el objetivo parece ser que se fomenten las inversiones y la atracción de capitales, no es probable que el efecto sea significativo. Para revertir el declive de la inversión, las dos medidas más efectivas serían completar el interminable saneamiento bancario; y también reanudar la inversión pública, que ha sido la partida, con mucha diferencia, que más recortes ha sufrido. La inversión no ha caído en España por motivos fiscales y no se recuperará reduciendo el impuesto de sociedades.

El mejor servicio que podría realizar la reforma fiscal al temible reto del paro sería resolver las dudas sobre la financiación del gasto público. España tiene un grave problema recaudatorio: con unos impuestos parecidos a los de nuestros vecinos europeos conseguimos recaudar bastante menos; esto comporta no sólo recortes, sino inestabilidad normativa, financiera e incluso política. Todo esto se acaba traduciendo, entre otras cosas, en destrucción de puestos de trabajo. España, también para crear empleo, necesita una reforma fiscal que reduzca el fraude y aumente la coherencia del sistema fiscal; no una rebaja de impuestos. De momento, esta reforma a fondo sigue pendiente.