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Hoteles, modelo de precariedad

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Marzo 2017 / 45

La externalización de tareas en los establecimientos hoteleros, acelerada por la crisis y la reforma laboral, ha deteriorado gravemente las condiciones de trabajo

ILUSTRACIÓN: ELISA BIETE JOSA

Ernest Cañada
Alba Sud

El turismo ha tenido un papel fundamental en la configuración del capitalismo español desde los años sesenta del siglo XX, en especial en los territorios de la costa mediterránea y las islas Canarias. Esta especialización turística dentro de Europa como periferia de sol y playa, que se inició en tiempos de la dictadura franquista, se vio reforzada tras el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea) en 1985, y aún más con la crisis financiera iniciada en 2008. El desmantelamiento o crisis de otras actividades y la irrupción de nuevos fenómenos como las economías colaborativas, en especial el alojamiento en viviendas, que ha ampliado el espacio turístico hasta cualquier lugar, ha comportado una sobredimensión del turismo en ciertas zonas de España. 

La masificación turística en lugares emblemáticos como Barcelona o Mallorca ha traído consigo, entre otras consecuencias, el incremento del coste de la vida, el desplazamiento de la población de menos poder adquisitivo hacia espacios periféricos por la turistización de sus barrios o impactos ambientales y territoriales cada vez más graves. De este modo, la impugnación del turismo se ha hecho presente en la agenda pública, y movimientos sociales como el vecinal o el ecologista se rearticulan incorporando esta problemática. Así se rompen los consensos que la industria turística había logrado imponer durante décadas y se cuestiona cada vez más la capacidad de retorno social del turismo en ámbitos centrales como la fiscalidad o el empleo generado. La emergencia de este debate público ha hecho evidente que si esta especialización turística se fundamenta en un trabajo precario estamos ante un modelo de desarrollo económico inviable. 

 

SUBCONTRATACIÓN DE SERVICIOS

Una de las causas principales de esta precarización del empleo turístico es la externalización del trabajo en el sector hotelero. Ésta consiste básicamente en la subcontratación de los servicios a una tercera empresa para que se haga cargo de determinadas operaciones con sus propios trabajadores y medios de producción.

El modelo turístico es inviable si se apoya en el empleo precario

La reforma laboral allanó el camino a la pérdida de derechos

Las empresas buscan ahorrar en salarios y gastos de gestión

Desde los inicios de la democracia, en España las externalizaciones estuvieron permitidas según lo establecido en el Estatuto de los Trabajadores de 10 de marzo de 1980. Sin embargo, su uso no era frecuente porque las empresas debían pagar lo mismo a los trabajadores externalizados que a los que se contratara directamente. De este modo, el convenio sectorial primaba sobre cualquier otro convenio al establecer unos mínimos: un trabajador no podía ganar en el cómputo anual de su retribución menos de lo que ordenaba el convenio de su sector. Por tanto, los convenios de empresa que se acordaban eran superiores en condiciones a lo que establecían los convenios sectoriales. 

Tras la crisis iniciada en 2008 y en un contexto de desempleo masivo y ofensiva empresarial, los procesos de externalización en los hoteles se han visto favorecidos por la reforma laboral que impulsó el Gobierno del Partido Popular a través del Real Decreto-ley 3/2012, de 10 de febrero, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, tramitado como proyecto de ley el 8 de marzo del mismo año con los votos a favor del Partido Popular, Convergència i Unió, Unión del Pueblo Navarro y Foro Asturias. 

Esta reforma laboral incidía en un punto clave compartido con las anteriores reformas, además de las condiciones de contratación y despido y de las prestaciones por desempleo, a saber: la voluntad de transformar la estructura de la negociación colectiva facilitando cada vez más una negociación de condiciones laborales individualizada, a nivel de empresa, en la que el poder de los trabajadores es mucho menor que en niveles superiores. Esto ha comportado que los trabajadores del sector privado cubiertos por un convenio colectivo disminuyeran de forma drástica con relación al período anterior a la crisis, aumentando así la atomización de las relaciones laborales. 

De este modo, al regularse que en lo que respecta a la jornada laboral, horario, salario y clasificación profesional de los trabajadores tiene prioridad aplicativa el convenio de empresa sobre los otros convenios que hubiera. La externalización se ha convertido en una fórmula atractiva para el empresariado hotelero por cuanto puede desprenderse de trabajadores directos vinculados al convenio de hostelería y contratar a una empresa multiservicios que tiene a sus trabajadores bajo convenios de empresa o asociados a otros ámbitos de actividad con menor reconocimiento profesional y retribución, como son los convenios de limpieza. Así se ahorra costos, tanto de salario como de gestión, y además divide y segmenta sus plantillas, que pierden capacidad de negociación. 

 

LAS CONSECUENCIAS DEL CAMBIO DE MODELO

La externalización de departamentos que constituyen el cuerpo central de la actividad hotelera, como el de pisos, que supone entre el 20% y el 30% de las plantillas de los hoteles, se ha traducido en un profundo deterioro de las condiciones laborales. Las consecuencias de este cambio en el modelo de gestión laboral han sido traumáticas. En concreto se han podido identificar los siguientes procesos: a) trabajadoras de los departamentos de pisos (camareras, valets, supervisoras, gobernantas) han pasado de estar vinculadas al convenio sectorial de hostelería al de limpieza o a uno de empresa, con una rebaja sustancial del 40% o más de su salario y categoría profesional; b) se ha producido un mayor nivel de inestabilidad e inseguridad en el empleo, así como incertidumbre en la duración del empleo, los horarios y los días de trabajo; c) se han acentuado los procesos de intensificación del trabajo; d) a su vez, estos cambios en la organización del trabajo y las condiciones contractuales han repercutido también en una pérdida de calidad del servicio y la extensión del riesgo de desprofesionalización del sector; e) igualmente se ha reforzado la segmentación, división e incremento de la competencia entre el personal del hotel; f) se han agudizado los problemas de salud tanto físicos como psíquicos de las trabajadoras; y finalmente, g) se han debilitado las capacidades de las organizaciones sindicales para poder defender sus intereses, afectando la capacidad de representación colectiva (1). 

La inestabilidad repercute en la calidad del servicio

Se han agudizado los problemas de salud de los trabajadores

El malestar ha aumentado la conflictividad laboral

El malestar creciente por esta situación está dando lugar a una intensa conflictividad laboral, social y política que ha trascendido a la opinión pública, indignada por el contraste con el crecimiento turístico que se ha producido en los últimos años. En esta situación, las organizaciones sindicales y asociaciones profesionales del sector, así como colectivos de trabajadoras organizados de forma autónoma, han activados múltiples iniciativas para revertir estos procesos de externalización, recuperar derechos y mejorar condiciones laborales. Las externalizaciones se han convertido de este modo en terreno de batalla de una conflictividad que con seguridad irá a más. 


(1). Para un análisis más detallado de las implicaciones de las externalizaciones en las condiciones laborales en los hoteles, se puede consultar: Cañada, E. (2016). Externalización del trabajo en hoteles. Impactos en los departamentos de pisos. Barcelona: Alba Sud Editorial. http://www.albasud.org/publ/docs/74.pdf