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No repitamos los mismos errores

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Octubre 2020 / 84

Ilustración
Pedro Strukelj

Receta: Una devaluación fiscal evitaría bajar los salarios. ¿Por qué no reformar el IVA para que sea progresivo? Podría ser el germen de una renta básica universal.

Las matemáticas son exactas y la realidad, tozuda. La mejor salida para el excesivo déficit no es repetir los errores de la anterior crisis, sino realizar reformas estructurales que nos beneficien a todos y aporten equidad fiscal al sistema impositivo, de modo que se cumpla la Constitución.

No se puede argumentar que es necesario bajar los impuestos. Es demagogia, porque no se va a poder cumplir con las condiciones que impone la Unión Europea. Cuando gobernó el PP en la anterior legislatura, los subió; entre otros, el IVA en 2011. Es a partir de esa fecha cuando comenzó a mejorar la recaudación en nuestro país. Bajar la carga impositiva siendo esta inferior a la media europea supone dar por finiquitado el estado de bienestar, con el agravante de que no se paga el déficit y la situación empeora. A la vez, afirmar que la reforma fiscal debe recaer sobre los ricos puede ser propaganda sin efecto real. Las grandes fortunas disponen de una capacidad de maniobra, al contrario de la mayoría de la ciudadanía.

Todos los ciudadanos estamos concernidos y todos debemos arrimar el hombro; cada uno, en función de su situación. La solución requiere consenso político y una hoja de ruta.

La Asociación Renta Ciudadana presentó sus propuestas ante la Comisión de Reconstrucción del Congreso de los Diputados, porque existen soluciones fiscales para aumentar la recaudación sin lastrar la competitividad. Otra cosa es la falta de valentía política para aplicarlas. 

Nuestra propuesta pasa por una devaluación fiscal, en consonancia con lo que reclama el Banco de España, pero modificando la estructura del impuesto sobre el valor añadido (IVA), de modo que pueda cumplir el mandato constitucional; es decir, que sea un IVA progresivo, similar al IVA personalizado de Canadá. El IVA es el único impuesto que grava la productividad, pero no el empleo. La idea consiste en que, aunque todos paguemos el 21% de IVA, exista una devolución impositiva según el nivel de renta. La medida permitíra aumentar la recaudación y la competitividad de las empresas. A medio plazo, puede ser el germen de la renta básica universal.

Menos dinero para servicios públicos

En la anterior crisis, en el año 2008, perdimos el 7,8% de competitividad con respecto a Alemania, que en enero de 2007 había subido el IVA del 16% al 19%. La consecuencia fue una bajada de salarios del 20% en España, lo que nos metió en un espiral donde el Estado recauda menos y todos perdemos: aumenta el déficit y no existe dinero para los servicios públicos como la educación, la sanidad, ni para las políticas sociales. Tras la crisis, ambos países, España y Alemania lo tienen en el 21%.

En los últimos 10 años no se ha hecho ningún esfuerzo por reducir el déficit y, por tanto, el margen actual de maniobra del Estado es exiguo. No nos podemos permitir una bajada de salarios ni de las pensiones, pues ello disminuye la recaudación mientras la ciudadanía pierde poder adquisitivo. No se puede recurrir a la devaluación de la moneda, pues no depende del Banco de España, y tampoco sirve aumentar los impuestos, que lastran la competitividad de las empresas y repercuten en el poder adquisitivo de los trabajadores, pues nunca se dice que todos los impuestos acaban repercutiéndose en el precio de los productos que pagan los consumidores. 

Una nueva respuesta incorrecta al reto de la recuperación económica supondría perder otra década de progreso social.