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El vino y la vida

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Enero 2018 / 54
La película Nuestra vida en la Borgoña es de ficción, pero es bastante didáctica en cuanto se refiere a la industria de la elaboración del vino: el momento adecuado para vendimiar, el prensado de la uva, el despalillado…
 
 
Un fotograma de Nuestra vida en la Borgoña.
 
El título de este filme para su distribución en España parece indicar que nos hallamos ante una típica comedia francesa como las que en los últimos tiempos estan teniendo tanto éxito de taquilla, pero es una impresión errónea: se trata de un drama; amable, eso sí, pero drama a fin de cuentas.
 
Es mucho más preciso el título original: Ce qui nous lie (lo que nos une), ya que el filme comienza con el retorno a la casa familiar de un hombre en los primeros años de la treintena que ha estado recorriendo el mundo durante diez años. Vuelve porque su hermana le ha avisado de que el padre se está muriendo. Su marcha del hogar fue precisamente huyendo de la tiranía paterna. Una vez de nuevo en la Borgoña, tiene que reanudar y rehacer la relación con su hermana y su hermano menor. De ahí lo adecuado del título original: la recomposición de unos vínculos familiares que en una época fueron muy estrechos, pero que a pesar de que el tiempo transcurrido desde entonces no ha conseguido romperlos, sí los ha deteriorado un tanto.
 
La muerte del padre supone que los hijos heredan el negocio familiar de unos viñedos y la bodega de una empresa dedicada a la vinificación. En principio, no tienen el dinero en efectivo necesario para pagar los derechos de sucesión, lo cual parece que les obligará a vender algunas propiedades, a lo que en un primer momento se resisten. Durante los primeros días al frente de la empresa sin su padre, la dirige la hija, ya que ha estado preparándose en el negocio familiar durante años, mientras que el hermano mayor, aunque posee igualmente unos conocimientos sólidos en este ámbito –es propietario también de unos viñedos en Australia–, acaba de llegar después de su larga ausencia y no quiere inmiscuirse en las decisiones de su hermana. El hermano menor es quien conoce menos el sector, como su suegro –un empresario que intenta obtener provecho de la situación de los hermanos– se encarga de recordarle de manera constante.
 
 
DINERO Y TRADICIÓN
 
Toda esa actividad conduce al espectador a ser testigo del proceso de elaboración del vino: las deliberaciones acerca de cuál es el mejor momento para llevar a cabo la vendimia, el porcentaje de despalillado de la uva que determinará la mayor o menor cualidad del vino, el prensado y cuándo será más conveniente embotellar. La bodega ha elaborado siempre un vino de calidad, y eso pretenden seguir haciendo los nuevos propietarios.
 
Todos estos aspectos se presentan utilizando la terminología adecuada, que el espectador versado en este sector podrá apreciar mejor que quien no lo esté, lo cual no significa que la película esté dirigida sólo a especialistas en vinificación; todo lo contrario, quienes desconozcan la elaboración del vino descubrirán unos procesos no exactamente industriales, pero sí relacionados con lo que no deja de ser la industria del vino.
 
El drama de los hermanos sometidos a la presión de continuar elaborando un vino de igual modo que hacía su padre y, por otra parte, conseguir el dinero necesario para pagar los derechos de sucesión, está tratado de modo amable. Sí es cierto que surge algún enfrentamiento entre ellos por cuestiones económicas, pero siempre desde el respeto fraternal y en unos términos que en ningún momento amenazan con una ruptura. Esta es precisamente una de las cualidades del filme: sabe mantener el interés del espectador dentro de cierta cotidianidad en un lugar y un ambiente determinados.
 
Una parte de la película ha sido rodada en la comarca catalana del Penedès, también una zona vinícola.