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Marzo 2020 / 78

El último salto tecnológico llega envuelto en peleas geopolíticas y temores sobre seguridad, privacidad, brecha digital, salud y medio ambiente.

Perico Pastor

Ni HBO ni Amazon. "En realidad, competimos con el sueño”. Hace ya tres años, el consejero delegado de Netflix, Reed Hastings, expuso de forma muy ilustrativa el cambio de hábitos que está suponiendo la conectividad, que permite el enganchamiento colectivo a las series desde cualquier dispositivo. El tráfico de datos no para de aumentar, a ritmos anuales superiores al 50%, y la mayoría son vídeos. Según la tecnológica Cisco, desde 2005 la cantidad de información transportada se ha multiplicado por 56.

En un futuro inmediato, las redes que soportarán la conexión móvil a Internet permitirán velocidades de carga y descarga mucho más rápidas que ahora: según el  cálculo de Qualcomm, hasta 20 veces más. Pero la tecnología que lo permitirá, llamada 5G porque corresponde a la quinta generación de conexión inalámbrica a la Red, no está pensada para que nos mandemos vídeos de gatitos instantáneos y de gran calidad. 

Los tecnológos dibujan gracias al 5G una economía de nuevos servicios, casi todos por imaginar, capaz de darle un revolcón a la medicina, a la banca, al sector energético y, sobre todo, a la industria.

El Mobile World Congress (MWC) que iba a celebrarse en febrero en Barcelona iba precisamente a contarle al mundo las bondades potenciales del 5G. La cita más importante del sector fue cancelada ante “la preocupación global en relación con el coronavirus, la preocupación por los viajes y otras circunstancias”, según su comité organizador, tras el goteo de bajas de empresas asistentes. Los ojos estaban puestos en China, foco de la enfermedad y, a la vez, reina de la fiesta del congreso debido al liderazgo de Huawei. 

El Mobile y Huawei

Este fabricante de equipos de telecomunicaciones, al que contratan muchas operadoras para el despliegue de redes 5G, simboliza la hegemenía tecnológica china. De todas las patentes de 5G, Huawei es dueña de la mayor cartera, seguida de Samsung y LG (Corea), y Nokia (Finlandia), ZTE (China) y Ericsson (Suecia), según datos de noviembre de la firma IPlytics.

Huawei y ZTE resistieron hasta el final sin anular su presencia en Barcelona. La retahíla de bajas, que volvió insostenible la reunión, las inició la coreana LG y a ella se apuntaron empresas europeas como Ericsson y niponas como Docomo. Pero el alud de noes de empresas de Estados Unidos —Facebook, Amazon, Intel, Cisco, At&T...— añadió al cóctel de pánico por la propagación del virus y la precaución empresarial otro factor: aguarle la fiesta a la reina.

Batalla geopolítica

Washington y Pekín están enzarzados en una batalla geopolítica con la tecnología 5G como arma. La Administración de Trump acusa a Huawei de practicar “espionaje”. De ahí la importancia de comprender el potencial de las nuevas redes, de las que pueden depender servicios críticos. “No es un debate menor que sea China la que controle las infraestructuras. Tiene el régimen que tiene. Si el liderazgo fuera americano, el debate existiría, pero en menor medida”, admiten fuentes de una telecos europea.

Washington ha instado a sus aliados europeos a dar la espalda a China. Pero Huawei ya tiene un centenar de contratos comerciales suscritos. También en España,  con Vodafone y Telefónica. Orange trabaja con la también china ZTE. 

La Comisión Europea ha eludido cualquier veto a empresas y a países, cosa que para un club de países que defienden la libre empresa hubiera sido  sonado. China es hoy, junto con EE UU, un socio comercial aventajado de la UE, y más de Alemania. Pero Bruselas sí ha advertido que si hay proveedores de equipos que se consideren una “amenaza para la seguridad” se excluirán de las partes críticas de las redes —el llamado core, parte de la red que contiene más cantidad de datos sensibles—. Es lo que ha hecho el Reino Unido posbrexit de Boris Johnson, en un desaire a Trump. En la reunión que la vicepresidenta económica Nadia Calviño ha mantenido con la cúpula de empresas del sector para preparar ya el próximo Mobile ha contado con Huawei. 

Las operadoras de telecomunicaciones europeas, reunidas en la asociación ETNO, invitaron en enero a los gobiernos a “evitar acciones desproporcionadas que tienen un impacto negativo en el clima inversor, que podrían dañar la competitividad europea y su posición estratégica en el desarrollo del 5G”, según el comunicado emitido. El sector apuesta por una “estrategia de múltiples proveedores”, y aseguran estar aumentando sus esfuerzos de seguridad.

China, líder en 5G, era la reina del Mobile World Congress, cancelado por el coronavirus

La Agencia Europea de Ciberseguridad alerta de una mayor exposición a ataques

La integridad y la disponibilidad de redes se convertirán en preocupación mayor de seguridad nacional, según la Agencia Europea de Ciberseguridad. Un informe suyo de octubre sobre los riesgos ligados al 5G habla de "una exposición aumentada a los ataques", de "un mayor potencial de puntos de entrada para hackers" y de "la dependencia de los operadores de redes móviles de sus proveedores". Y el coordinador europeo de la Lucha Antiterrorista, Gilles de Kerchover, dijo: “Con el 5G llega la era del ciberterrorismo a gran escala".

Objetos conectados

Porque para que se materialicen promesas como drones coordinados en misiones de rescate, cirujanos que operen en tiempo real a un paciente desde el otro lado del planeta, robots que colaboren en una fábrica o turistas que vean reconstruidos virtualmente monumentos destruidos, ya no bastará con que, mediante dispositivos, sean las personas las que se comuniquen.  Van a ser los objetos los que hablen entre sí: barcos, viviendas, coches, oficinas, fábricas, semáforos, quirófanos, neveras. Se implantarán sensores a gogó.

Es la llamada Cuarta Revolución Industrial, en la que se dan la mano el mundo analógico y el digital, y que espolea un mercado global y una demanda flexible, personalizada y barata. "Es aquí donde la tecnología 5G va a suponer un avance significativo, al facilitar el acceso ubicuo y habilitar nuevos modelos de uso y negocio", señala el último informe del Observatorio Nacional 5G, iniciativa público-privada del MWC, Red.es y la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones. 

“Más de 50.000 millones de dispositivos se van a conectar a la red. Y no son ordenadores, no son teléfonos: es domótica y sociedad industrial. Serán dispositivos baratos. ¿Y qué quiere decir baratos? Sin protección. Vamos a dejar la Red como un queso de gruyere”, espetó el año pasado en Santander el director de la división de tecnología de la Guardia Civil, Luis Fernando Hernández, tras llamar a las empresas a invertir en protegerse.

La vulnerabilidad de un dispositivo puede comprometer toda la red de cosas conectadas. "En los ataques cibernéticos, ya no es cuestión de si, sino más bien de cuándo", dice el Observatorio 5G.  

La realidad de la pyme

Las pequeñas y medianas empresas (pymes), que acaparan el tejido  industrial y de servicios del país son las más afectadas ya hoy por los ciberdelitos, que según la Guardia Civil aumentan a un ritmo de más del 40% anual. "Las pymes son partidarias del 5G, pero por una parte hay un problema de seguridad y, por el otro, lo contemplan con cierto escepticismo. Les hablas de 5G y algunas replican que ya valdría con que funcionara bien el ADSL en muchos pueblos del interior. El 5G, de hecho, facilitaría el teletrabajo y un posible efecto llamada fuera de las ciudades, pero para eso haría falta que los operadores no olvidaran las zonas rurales, que las Administraciones facilitaran el despliegue”, apunta Andreu Bru, director de Tecnología e Innovación de Pimec. 

Discurso y realidad

Emerge aquí la dualidad del 5G entre el discurso y la realidad. La tecnología lleva tiempo publicitándose, desde antes del desarrollo de las redes. Fabricantes de móviles como Samsung venden terminales 5G, pero estos tienen poco que ver con la revolución que augura la industria y el Internet de las cosas*.
“El despliegue no es algo inmediato. Se va realizando a partir de casos de uso ligados a la industria. Primero, el ciudadano de a pie no percibirá nada, pero a la larga, se desarrollarán nuevos servicios, que no serán superfluos, sino en campos útiles como la salud y la asistencia”, explica Lluís Inglada, director de Relaciones, Impulso e Innovación del Territorio del Institut Cerdà, que ha realizado un estudio sobre el impacto del 5G.

"Los primeros pasos del despliegue en España, con carácter precomercial, van razonablemente bien", valoran fuentes de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, que recuerdan el hecho de que España sea el país de la UE con más pruebas piloto con el nuevo estándar de conexión móvil a Internet. Así lo recoge el Observatorio Europeo de 5G. Sobre todo se experimenta en Segovia, Alcobendas, Málaga, Talavera de la Reina y Barcelona.

Vodafone ha sido pionera en ofrecer 5G en algunas zonas de las principales ciudades españolas con limitaciones de cobertura. Mientras, Telefónica ha optado por la cautela, y ha evitado una oferta masiva antes de que la experiencia para el usuario suponga un cambio sustancial por el despliegue de la red. Su presidente, José María Álvarez- Pallete, ha dicho no querer "pasos en falso". 

En este despliegue progresivo, la Comisión Europea estima que  será en 2026 cuando se pueda hablar de 5G en mayúsculas. Otra cosa es el inicio del despliegue, que España ha marcado para 2020.

Compartir infraestructuras y recurrir a operadores neutros reduce costes y antenas

Bruselas cree que habrá 5G real en 2026 y pide 500.000 millones de inversión

Bruselas estima en 500.000 millones de euros la inversión necesaria en Europa para el despliegue, y pide a los operadores que den el paso ya. Por un lado, la inversión per cápita del sector es inferior a la de EE UU y Japón (89 euros frente a 213 y a 191, respectivamente). Por el otro, el temor a endeudarse sin  retorno asegurado a corto plazo es un freno, tras años de guerras de precios, y también a la espera de regulación en seguridad y regulación. Según Bloomberg, el valor de los operadores europeos ha bajado de 234.000 a 133.000 millones de dólares entre 2012 y 2018.

En este contexto, los operadores —que en 2019 lanzaron 20 redes 5G en nueve países de la UE y que este año esperan lanzar otras 80— apuntan que “compartir es una herramienta mayor para el despliegue", según ETNO. El Plan Nacional 5G español menciona esta opción para “reducir significativamente los costes del despliegue”.  Compartir significa, además, menos antenas, que generan rechazo.

La Internet de las cosas requiere de velocidades de 10 GBps por segundo, de una latencia** imperceptible para el ser humano y de conexión permanente, lo que se traduce en un enorme despliegue de estaciones base con antenas que deberán estar cerca por su corto radio de cobertura. Según datos recogidos por el Institut Cerdà, harán falta entre 30.000 y 75.000 en España y hasta 500.000 en Europa. Se prevé aprovechar como emplazamientos postes, farolas, semáforos y otro mobiliario urbano.

Brecha en el territorio

"¿Cómo se encaja esto en el territorio, sobre todo en las ciudades? Se plantean incógnitas y alertas y deben fijarse criterios, y es lógico que las autoridades locales tengan un papel en la planificación y distribución, así como en la gestión y la explotación”, apunta Inglada, en alusión a la inquietud de algunos ayuntamientos, escaldados con la expansión de infraestructuras anteriores.

La brecha digital entre núcleos urbanos y zonas rurales, o en barrios periféricos, puede aumentar. O no, dependiendo de cómo se haga el despliegue. Algunos sectores apuntan la necesidad de una compañía pública o al menos público-privada que pilote el proceso ante estos retos.Al mismo tiempo, los expertos apuntan que el 5G permite ofrecer banda ancha de forma inalámbrica en zonas sin fibra óptica y que supone más oportunidades de conectividad en el territorio.

En todo caso, todo se confabula para que los operadores neutros, que no dan servicio al usuario final sino que tienen como clientes a los operadores que prestan el servicio, ganen peso. Basta con ver la evolución de la cotización de Cellnex (antigua Abertis Telecom), convertida en el mayor operador de infraestructuras independiente de Europa. Salió a Bolsa en 2015 y ha pasado de valer 15 euros por acción a superar los 47. En este lustro se ha expandido por ocho mercados y ha ejecutado o comprometido 10.800 millones de inversión.

El consumo energético y los posibles efectos en la salud del 5G son otros frentes del 5G (ver páginas siguientes). Analysys Mason augura que un sitio 5G consume un 300% más  de electricidad que con la tecnología 4G. La industria replica que la gestión de coches autónomos y trenes reducirá emisiones y combustible. 

Estamos ante una carrera que, según IHS Market, aportará a la economía mundial 13,2 billones de dólares entre 2020 y 2035, o el consumo sumado de Japón, Alemania, Reino Unido y China. Ericsson ha estimado que la tecnología puede generar  en España un valor de 14.600 millones de euros, y que invirtiendo 7.500 millones, se crearían más de 300.000 empleos. Pero la compañía también reconoce que las previsiones para un país dependen del retorno de la inversión, léase regulación.

 

Evolución

Ni nos acordamos

1G La red daba cobertura a los primeros móviles, que solo permitían hablar

2G La red permitió el envío de mensajes SMS 

3G Las redes incorporaron la conexión a Internet y surgió la economía de las 'app'

4G Supuso la llegada de las comunicaciones de banda ancha, con reproducción de vídeos en tiempo real o streaming. El teléfono se convirtió en un ordenador portátil

5G Si se desarrolla, supondrá la conexión masiva y simultánea a Internet de dispositivos y toda clase de objetos, con las personas y entre máquinas, de forma instantánea

 

* Latencia: Tiempo que pasa entre el clic con que se da una orden y su ejecución. Hablamos de 
1 milisegundo  (20 segundos con 4G)

* Antenas 5G: Además de las torres de telefonía actuales, la red se basa en múltiples equipos pequeños de baja potencia que se ubicarán cerca de los usuarios, por su menor radio de cobertura 

* Internet de las cosas: Máquinas y objetos se comunican. Se estima que en 2025 habrá conectados más de 75.000