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El prestamista de última instancia

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Septiembre 2017 / 50

No se engañe: el término no se ha acuñado pensando en su abuela, que le quiere tanto y le salvó aquella vez en que estaba tan endeudado que podían desahuciarle. Y mucho menos en la Mafia, que le prestó dinero cuando nadie quería hacerlo, pero que a cambio le impone un interés prohibitivo del 100% mensual y le amenaza con cortarle la mano derecha si no paga un plazo. El (auténtico) prestamista en última instancia no tiene nada que ver con una sanguijuela. Presta sumas, que pueden ser colosales, con unas condiciones particularmente favorables. Está incluso dispuesto a pasar página si no se le devuelve el préstamo. ¿Se trata de un santo?

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

En absoluto: es un banco central. Por fin encontramos una institución desinteresada, pensará usted, algo absolutamente excepcional en el mundo de las finanzas. Segundo error: el banco central es, por el contrario, muy interesado. Pero su interés es el mismo que el del obrero que se da cuenta de que si no pone rápidamente una sujeción, todo el edificio puede venirse abajo. Presta porque, si no lo hace, todo el sistema puede hundirse. Su problema no es cuánto va a ganar, sino cuánto va a perder —y con él toda la sociedad— si no actúa. Prestar dinero no le cuesta nada, porque controla la “máquina de imprimir billetes” (véase este término en la página 36).


OPERACIÓN RESCATE

Las instituciones a las que hay que  rescatar son los bancos. Al menos los que son tan importantes como para poder quebrar (too big to fail, en inglés): su hundimiento arruinaría a millones de ahorradores y provocaría un pánico gigantesco. Los clientes se precipitarían a los cajeros para retirar todo el dinero posible antes de que fuera demasiado tarde. 

¿Quién estaría dispuesto a pasar página si no se le devuelve el préstamo?

En el mes de septiembre de 2008, el banco norteamericano Lehman Brothers se encontraba en ese caso. Corría el riesgo de quebrar si el banco central estadounidense no le prestaba una suma gigantesca de dinero. “¡Ni hablar!”, dijo el banco central, servirá como ejemplo a los tiburones de las finanzas.

Lehman Brothers quebró, lo que desencadenó la mayor crisis mundial del capitalismo desde… 1929. Y todos los bancos del mundo capitalista habrían seguido a Lehman Brothers a la tumba si los bancos centrales de todos los países, incluido el de Estados Unidos, no les hubieran prestado a diestro y siniestro. Aunque no hay que olvidar que al precio de 20 millones de parados más en el mundo.