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La gente, siempre por delante del beneficio

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Febrero 2014 / 11

Director general de la Alianza Cooperativa Internacional

Hasta el Foro de Davos parece fascinado por la emprendeduría social. Deberían fijarse más en las cooperativas.

El Foro de Davos valora la emprendeduría social. FOTO: CROSSROADS FOUNDATION

El Foro de Davos ha tenido como tema principal este año La remodelación del mundo: consecuencias para la sociedad, la política y los negocios. Y la expresión en boga ha sido: “Emprendeduría social”. Es decir, ciudadanos que crean empresas con valor social.

La emprendeduría social no es nueva. Uno de los ejemplos clásicos es el de Florence Nightingale, fundadora de las escuelas de enfermería; otro, Robert Owen, precursor del movimiento cooperativo en el siglo XIX, y Vinoba Bhave, creador del Movimiento por la Donación de Tierras en la India, en 1951.

La sociedad necesita un modelo económico que sea sostenible. Un modelo que, sobre todas las cosas, incluya y conecte mejor con la ciudadanía. La palabra emprendeduría tiene que estar equilibrada con la palabra social. Hoy, la carga financiera sobre las naciones en general, y sobre la salud y los servicios sociales en particular, explica el renovado interés por los emprendimientos sociales.

Los gobiernos están bajo una doble presión de servir a más personas a pesar de la disminución de los ingresos fiscales.

La idea que arraiga es la externalización de lo que hasta hace una década era exclusivamente de la esfera de los servicios sociales públicos. Pero los servicios sociales tienen que ser sociales primero, y situar a las personas por encima del beneficio.

Tomemos como ejemplo la estatización por parte del Gobierno de EE UU, en 2008, de las agencias Fannie Mae (Asociación Nacional Federal de Hipotecas) y Freddie Mac (Corporación Federal de Hipotecas para Viviendas). Mae y Mac eran esencialmente servicios públicos, pero la propiedad era de accionistas privados. El secretario del Tesoro, Henry Paulson, reconoció que este modo de propiedad había conducido a riesgos sistémicos para el sistema financiero, y que a partir de entonces nunca más podrían ser gestionados por accionistas cuyo deseo era maximizar beneficios.

La tendencia hacia la Responsabilidad Social Corporativa tiene muchas empresas comerciales que se llaman a sí mismas “sociales”, mientras que el objetivo final sigue siendo financiero. Los Estados pueden querer asegurarse de que el empresariado social que promueven se acerca a unos valores sociales y actúan en interés de la comunidad.

Las nuevas empresas de servicios sociales tienen que ser impulsadas por valores, por el cuidado de las personas, y no tener los beneficios como objetivo principal. Desde su creación, allá por 1800, el modelo cooperativo ha sido pensado y desarrollado alrededor de este principio.

Las cooperativas actuales incluyen muchas empresas prósperas. Con dos billones de dólares en ingresos anuales, solo las 300 mayores cooperativas del mundo son una fuerza económica mundial. Las cooperativas tienen la responsabilidad y el cuidado de la comunidad establecidos en sus principios fundacionales, algo que las inversiones empresariales mercantiles no tienen.

 

200 AÑOS DE HISTORIA

El movimiento cooperativo aprecia el interés de los gobiernos por los emprendimientos sociales. Sin embargo, incluso después de casi 200 años de hacer aportaciones a la comunidad, las cooperativas siguen siendo relativamente mal entendidas dentro de la sociedad o incluso dentro de los gobiernos. Las regulaciones para las empresas cooperativas están menos desarrolladas que las de las compañías impulsadas por las inversiones.

Las cooperativas siguen siendo mal entendidas por los gobiernos

La sociedad gana con una tercera vía entre el Estado y las mercantiles

El decaimiento de los servicios sociales ya muestra efectos negativos en la salud pública y el empleo. Los Estados deben mantener los servicios públicos lo mejor que puedan, y asegurarse de conservar la calidad de vida, la seguridad, el empleo y la sanidad. Al mismo tiempo, la sociedad se beneficiaría del reconocimiento de las cooperativas como un complemento, una fuerza equilibradora en la sociedad; una tercera vía, entre el Estado y las inversiones mercantiles.

El mérito de las cooperativas es que comprometen a la ciudadanía en una forma activa. Son una solución sostenible que proporciona diversidad de empresa e instrumentos que aportan confianza y valores.