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De las promesas a los hechos

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Noviembre 2021 / 96

Los compromisos en la lucha contra el cambio climático no han bastado hasta ahora para evitar la catástrofe.

Los niños y las niñas de hoy están expuestos a vivir, de media, 7 veces más olas de calor, 2,6 veces más sequías, 2,8 veces más inundaciones de ríos, casi 3 veces más destrucción de cosechas y el doble de incendios forestales que la generación que tiene 60 años. Es el cálculo de un grupo de investigación con participación del Institute for Applied Systems Analysis (IIASA)*, y apunta a una “amenaza seria para la seguridad de las jóvenes generaciones”. 

La diplomacia climática vive momentos frenéticos para corregir el rumbo, entre ambiciosas declaraciones gubernamentales que no encajan con algunos datos, como quien sueña con adelgazar sin ponerse a dieta. La dieta para el planeta prescrita por la ciencia es reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero; el primero, el CO2, seguido del metano.

Desde que, en 1992, Naciones Unidas asumiera el problema, casi cada año se cita la llamada Conferencia de las Partes (COP). Vamos por la 26, en Glasgow, y en palabras del secretario general de la ONU, António Guterres, “el tiempo se agota”. 

13.000 millones de euros : aumento en los países ricos de los subsidios a los combustibles fósiles en 2019 respecto a 2018

Múltiples países, entre ellos los EE UU de Biden y la Unión Europea, concretaron compromisos para ir más deprisa incluso desde antes de la COP26. Acelerar la descarbonización de la economía significaría conseguir la neutralidad climática (emisiones de CO2 netas iguales o inferiores a cero), como tarde a mitad de siglo, con compromisos concretos a medio camino, en 2030. 

Decir adiós al carbón, apostar por el vehículo eléctrico y proteger y restaurar ecosistemas son algunos puntos clave. El reto es el pacto, pero más aún, pasar de las palabras a los hechos; sobre todo, en lo referente a las ayudas a los países pobres para combatir el fenómeno, lidiar con sus efectos y transformar sus economías. Se prometieron 100.000 millones de dólares anuales. Según la OCDE, apenas alcanzaron los 80.000 millones en 2019;  buena parte, dinero a devolver.

Con los esfuerzos comprometidos hasta el momento, el horizonte de final de siglo es catastrófico: la temperatura global subirá hasta 2,7 grados con relación a los niveles de 1850. El umbral fijado en el Acuerdo de París para evitar el desastre — un aumento de 1,5 grados —, se alcanzará en 2040. La ciencia advierte de que, de cara a 2030, sería necesario recortar ya el 45% las emisiones, sobre las de 2010. Con lo prometido hasta ahora, no se otea tal recorte, sino un aumento del 16%.

Más combustibles fósiles

La pandemia redujo las emisiones globales el 5,3% en 2020, según Carbon Monitor. Pero en 2021 han vuelto a escalar, avisa la ONU. 

El último informe de Climate Transparency sobre cambio climático y pandemia en los países del G20, titulado Informe sobre Transparencia Climática 2020, apunta que el 30% de todas las medidas de estímulo adoptadas por los gobiernos aún tiran de combustibles fósiles. Hasta 10 países apoyan el carbón doméstico, 10 el sector del gas, 9 la industria petrolera, 14 han rescatado sus aerolíneas nacionales sin condiciones climáticas de ningún tipo y 7 respaldan a su industria automovilística también de forma incondicional. El 80% de las fuentes de energía primaria de los países más desarrollados son combustibles fósiles. ¿Recula el carbón? Pues más petróleo y gas. Los países más ricos apoyaron con 130.000 millones de dólares en subsidios a combustibles fósiles en 2019. Son 13.000 millones más que en 2018.

*Thiery W., Lange, S., Rogelj, J., Schleussner, C., Gudmundsson, L., Seneviratne, S.I., Andrijevic, M., Frieler, K., et al. (2021). Intergenerational inequities in exposure to climate extremes. Science