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España crece, pero a costa de un aumento de la pobreza

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Diciembre 2015 / 31

La crisis ha dejado una sociedad fracturada con un tercio de la población completamente desamparada.

Para ciertos sectores sociales la crisis económica en España ya es cosa del pasado. Desde el Gobierno, se destaca especialmente el fuerte crecimiento del producto interior bruto (PIB), superior al 3%. El último dato del Banco de España certifica un crecimiento interanual del 3,4% durante el tercer trimestre. Las autoridades también destacan el incremento del empleo. Las afiliaciones a la Seguridad Social aumentaron en 31.600 el pasado octubre y unas 500.000 en un año. Es cierto, España ha logrado despegar gracias al aumento de las exportaciones y el turismo, ambas beneficiadas por la depreciación del euro. España espera recibir este año 68 millones de turistas, el 40% más que en 2009.

A la vista de estos resultados, las autoridades europeas no han dudado en poner como ejemplo de buen alumno la política de ajuste duro aplicada por el Gobierno de Mariano Rajoy. Para los líderes europeos, España es el mejor ejemplo de que las políticas de austeridad y las reformas, sobre todo la laboral, han funcionado.

Sin embargo, para el 29% de la población española que se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social es un verdadero insulto hablar de recuperación. Se están recuperando, sin duda, las empresas, especialmente las grandes. Las sociedades que cotizan en el Ibex 35 han aumentado las ganancias en un 22%  durante los nueve primeros meses de este año y los bancos han vuelto a los beneficios de manera sostenida. 

Pero antes de entrar en el drama de la realidad social española hay que  tener en cuenta ciertos datos que ponen al descubierto las graves deficiencias de la economía española, incluso desde la perspectiva macroeconómica. Para empezar, durante los últimos cuatro años, bajo el mandato de Rajoy, España ha registrado un fuerte aumento de la deuda pública, superior al 40%. Actualmente, el endeudamiento de las administraciones públicas alcanza 1,05 billones de euros, equivalente al 99% del PIB. Si se incluye el de la banca, es del 132% del PIB, según McKinsey. Esto ha sido debido al aumento del déficit y el saneamiento bancario. La Comisión Europea ha advertido al Ejecutivo de Madrid de que en 2015 y en 2016 terminará con un déficit público del 4,5% y del 3,5%, lo que supone un desvío de tres y siete décimas, respectivamente. La deuda externa se mantiene estabilizada por encima de los 1,6 billones. España es el octavo país con más deuda total del mundo, según McKinsey.

 

SOSPECHAS SOBRE EL DÉFICIT

En relación con el déficit público, el Gobierno tiene un serio problema de credibilidad. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal ha decidido presentar un recurso ante la Audiencia Nacional contra el Ministerio de Hacienda por poner ciertas dificultades al suministro de la información.

Pero el mayor problema de las cuentas públicas es el engaño que se ha producido en materia de pensiones. Los ingresos de 2015 serán de 99.000 millones de euros cuando el Gobierno había presupuestado 107.000 millones. Y lo peor es que a pesar de conocer estas malas cifras de recaudación, el Gobierno ha presupuestado 117.000 millones para 2016. Octavio Granado, ex secretario general de Seguridad Social, ha previsto que para este año el déficit del sistema será de 16.000 millones de euros. El sistema no ha quebrado gracias a que el Gobierno ha ido consumiendo en los últimos cuatro años 45.000 millones del Fondo de Reserva de la Seguridad Social, acumulados durante los gobiernos anteriores. Sin este recurso extraordinario, el problema del déficit habría sido mucho más elevado.

Durante el mandato de Rajoy la deuda pública ha aumentado un 40%

España necesitará 50 años para bajar el paro juvenil al nivel de la UE

Por otra parte, a pesar de la recuperación, la economía española ha registrado una mayor pérdida de su actividad que la media de la zona euro. El PIB español se encuentra sólo al 96% del nivel alcanzado antes de la crisis.

El desastre social viene condicionado por la elevada tasa de paro, (21,18%)  y la baja calidad del empleo creado. A finales del pasado septiembre. España tenía 100.000 ocupados menos que en el tercer trimestre de 2011. Este es también el número de trabajadores perdidos en la industria.

Las implacables recetas aplicadas para salir de la crisis, básicamente la reforma laboral y el recorte del gasto social, han transformado completamente la sociedad española. Los trabajadores que conservan el empleo han sufrido una pérdida generalizada del poder adquisitivo de sus salarios que en muchos casos supera el 10%, mientras que los salarios de los nuevos contratos temporales no llegan a la mitad de los que obtenían los trabajadores a los que han sustituido. Este cambio del mercado de trabajo ha tenido un gran impacto porque durante la crisis se han producido más de cinco millones de despidos.

Las insoportables cifras de desempleo juvenil son otro aspecto de esta realidad. Hay muy pocos jóvenes que tienen empleo, pero los que trabajan lo hacen en un mercado laboral en el que han perdido la mayor parte de los derechos.  Se trata de sobrevivir a base de contratos temporales de entre 4 y 6,5 euros la hora. Los empleos estructurales de grandes y medianas empresas se están sustituyendo por trabajadores autónomos, sin derecho a vacaciones, ni a salario cuando están enfermos, ni a ninguna garantía de estabilidad. Para una generación de jóvenes, el derecho laboral prácticamente ha desaparecido. Hay muy poco trabajo para los jóvenes, y el que se ofrece es prácticamente sin derechos laborales.

 

FRACTURA SOCIAL

En España se está consolidando la fractura social dentro de las mismas empresas. Entre los séniores con convenio colectivo que establece salarios y derechos sociales y los jóvenes que son temporeros o autónomos. “Sí, tengo trabajo como autónoma a 80 euros brutos al día, pero sin ninguna garantía ni ninguna perspectiva”, explica una joven periodista de uno de los periódicos de referencia. “No sé cuánto tiempo podré  resistir en estas condiciones en las que no hay ninguna perspectiva de seguridad ni de mejora”, añade. 

Un reciente informe de la OIT, Tendencias mundiales del empleo juvenil 2015, destaca que las reformas y ajustes realizados durante la crisis en España, Grecia, Irlanda, Italia y Portugal han sido especialmente duros para los jóvenes. En estos países se ha puesto el acento en “la consolidación fiscal y las reformas del mercado de trabajo, que han supuesto profundos recortes del gasto público, ajustes de los salarios, privatización de empresas públicas y despidos”. En España, el desempleo juvenil llegó a superar el 57% en enero de 2014, tras elevarse el 11,7%. Los últimos datos correspondientes a septiembre pasado lograron rebajar esta tasa al 46,7%. Es sin duda una mejora, pero si se mantiene el ritmo de descenso de medio punto mensual registrado durante el último año, España necesitará más de 50 años para situar la tasa de desempleo juvenil en la media europea, que es del 20%.

La pobreza infantil alcanza al 34% de la población de los menores de 17 años según Eurostat. En numerosas ciudades y municipios los ayuntamientos han tenido que organizar un sistema de becas comedor para asegurar que los niños reciben al menos un mínimo de alimentación diaria.

La pobreza se ha agravado en buena parte debido a que los parados han perdido las ayudas públicas. Actualmente, el 45% de los cuatro millones de parados registrados no percibe ayuda alguna, y el número de familias sin ingresos supera las 700.000, el doble que antes de la crisis. Está bien claro que la recuperación de algunos es a costa de otros.

 

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