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Propuesta 29 // Rebaja del IBI para viviendas sostenibles

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Octubre 2019 / 7

Ya es posible en algunas ciudades: incentivar la eficiencia energética, y las inversiones para mejorarla en la vivienda, mediante descuentos en el impuesto sobre bienes inmuebles (IBI). Este impuesto es potestad de los gobiernos locales, y cada uno decide cómo lo maneja desde que, en el año 2015, el Gobierno central abrió la posibilidad de utilizar el IBI con fines medioambientales. Los ayuntamientos pueden regular una bonificación sobre la cuota íntegra del IBI urbano. El objetivo es promover la rehabilitación energética de los edificios, así como la construcción y la compra de viviendas eficientes, además de dar pasos para obtener la correspondiente certificación energética. Esta etiqueta es el resultado de un cálculo que tiene en cuenta las emisiones de CO2 de la vivienda o cuánto consume en calefacción, agua caliente, iluminación o refrigeración.

Las personas que disponen de una propiedad que apuestan por mejorar el aislamiento de la vivienda o por un uso eficiente de los sistemas de climatización pueden llegar a pagar menos de IBI, dependiendo de dónde residan. En la mayoría de municipios que han hecho el vínculo entre el impuesto y la sostenibilidad, el termómetro de la eficiencia energética es la certificación energética de que dispone la vivienda, sin la cual no se puede ni alquilar ni vender. Disponer del mejor de los certificados, la calificación de A, en el que desde el diseño hasta la orientación juegan a favor de la eficiencia y recurren a energías renovables, puede suponer el 20% de descuento. Las viviendas tipo A suelen tener ventanas con doble acristalamiento, fachadas con un grosor de 10 centímetros o sistemas de ventilación para recuperar el calor. De más a menos, de forma gradual, se puede ir reduciendo el incentivo (el 16% si se tiene una B, el 12% si se tiene una C, el 8% si se tiene una D), hasta la calificación E, con el 4% menos.

Cuando una vivienda está peor, con una clasificación G o con una F, significa que ni en su estructura ni en sus suministros se aplica ningún principio de eficiencia energética, de modo que consumen más energía, y tampoco está equipada con electrodomésticos de bajo consumo. Obviamente, no pueden pedir rebajas por este concepto. Un piso con certificado G consume más del 125% más que el consumo medio, mientras que una vivienda con etiqueta A consume el 55% menos que la media.

El Gobierno central permite a los municipios que usen el IBI con fines medioambientales

Una vivienda con certificado G consume más del 125% más que el consumo medio

La mayoría del parque de viviendas en España no pasa de la calificación E

Pero hay ciudades que van más allá. Vitoria, por ejemplo, introdujo como novedad el descuento del IBI en 2018. Y va más allá: la bonificación puede alcanzar hasta el 50% en caso de certificado energético A, según el Ente Vasco de Energía (EVE). Disponer de una etiqueta B se traduce en una rebaja del 25%. Pero no se aplicarán las bonificaciones a los hogares con ingresos de más de 100.000 euros. 

Cuanto más nuevas son las viviendas, por lo general, mejor puntúan, aunque no es algo automático. Hay muchas viviendas que, al no ponerse en venta ni alquilarse, carecen de certificación energética. El incentivo es un modo de fomentar que se solicite igualmente, aunque no sea obligatorio. Solo se exige para nuevas viviendas o para vender o arrendar las viejas. 

En España, la inmensa mayoría del parque de viviendas no pasa de la calificación E.

Es difícil que se realicen obras solo para pagar menos IBI, pero en el momento en el que se plantean reformas se puede aprovechar para mejorar la calificación —como incentivo, también se revaloriza la vivienda—, aunque lo principal es el ahorro energético que acaba suponiendo en la factura.

Está fuera de lugar plantearse que con una reforma se pueda pasar de una calificación G a una A o a una B, pero sí hay recorrido en las categorías intermedias.

Madrid se ha apuntado a las bonificaciones en el IBI para edificios que instalen sistemas de aprovechamiento de energía solar del 50% de la cuota en los siguientes tres años hasta el 60% del coste de la instalación. También Barcelona aplica rebaja de la mitad de la cuota del impuesto si se han instalado sistemas de para el aprovechamiento térmico o eléctrico de la energía proveniente del sol, durante los tres periodos impositivos siguientes a la instalación.