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‘Brexit’: salto a lo desconocido

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Junio 2016 / 37

Referéndum: Los partidarios del ‘sí’ tratan de convencer al votante con pronósticos aciagos sobre el futuro de la economía si el Reino Unido dice adiós a la UE.  

EN CAMPAÑA.  David Cameron pide el voto favorable a la UE a los trabajadores de Caterpilar. FOTO: Crown Copyright - Georgina Coupe

Si los británicos votan finalmente a la  permanencia en la Unión Europea (UE) no lo harán con el corazón, sino con el bolsillo. Al menos así parecen pensar los políticos, economistas y organismos internacionales que bombardean sin descanso al votante con predicciones catastróficas en caso de triunfo del Brexit. Para consternación de los euroescépticos, la mayoría de análisis coinciden en que un adiós a la UE sería tremendamente perjudicial para la economía del Reino Unido porque frenaría el crecimiento, el empleo, los intercambios comerciales y la inversión extranjera, además de menoscabar el papel de la City de Londres como centro financiero internacional. Es lo que los defensores de la permanencia han bautizado como the consensus view, u opinión general:  que las ventajas de permanecer en la Unión Europea son mucho mayores que los costes y que el nivel de vida de los británicos se deteriorará si triunfa el no.

 

TRES ESCENARIOS

El Tesoro británico —equivalente a los ministerios de Economía y Hacienda en España— calcula que el producto interior bruto (PIB) sufriría una merma  considerable tras una victoria del no en la consulta del 24 de junio, al menos durante los quince años posteriores a la votación. Según sus proyecciones, cada ciudadano británico dejaría de ingresar anualmente 1.800 libras (casi 2.300 euros). Para reforzar sus argumentos, el departamento que dirige el canciller George Osbourne subraya que mientras que sólo el 3,1% del PIB de la UE depende del comercio con el Reino Unido, el 12,6% del PIB británico procede de los intercambios con sus socios europeos.

El análisis del Tesoro plantea tres posibles escenarios post-Brexit: la adhesión del Reino Unido al Espacio Económico Europeo, como  han hecho Islandia y Noruega; la firma de un acuerdo de libre comercio con la UE similar al de Canadá o Suiza, o someterse a las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en sus tratos con sus antiguos socios eu-ropeos. En el primer caso, que daría al Reino Unido libre acceso al Mercado Único Europeo, el PIB británico menguaría un 3,8% anual durante los quince años posteriores al Brexit. De hacerse realidad el segundo escenario, elegido por el Tesoro como hipótesis central, la caída aumentaría hasta el 6,2%, en parte como consecuencia de que el Reino Unido quedaría fuera del mercado libre de servicios financieros, un sector clave para su economía. Finalmente, la tercera opción supondría una caída del 7,3% tras la imposición de tarifas arancelarias a los productos británicos. (Véase el  gráfico.)

Un coste muy alto

Impacto anual de la salida de la UE en la economía británica durante 15 años

 

Un informe del Centre for Economic Performance de la London School of Economics (LSE) analiza los mismos escenarios y coincide en líneas generales con los pronósticos del Tesoro. Según sus autores, Swati Dhingra y Thomas Sampson, optar por la fórmula de Noruega amortiguaría el impacto negativo del Brexit, pero el Reino Unido estaría obligado a aportar  al presupuesto europeo una cifra  equivalente al 83% de lo que actualmente contribuye y tendría que cumplir las regulaciones europeas sin participar en la toma de decisiones. Al analizar la segunda opción —el acuerdo de libre comercio bilateral—, Dhingra y Sampson recuerdan que Suiza paga a la UE un 40% de lo que ahora aporta Reino Unido sin tener ni voz ni voto en Bruselas. En el tercer caso —quedar como un país más de la OMC—, Londres sería libre de firmar sus propios acuerdos comerciales con países no europeos, pero tendría una capacidad negociadora inferior  a la que tiene la UE.

A pesar de que el Reino Unido seguiría siendo el mayor socio comercial de la Unión fuera cual fuera la opción elegida, los expertos de la LSE advierten que decir adiós a sus socios equivaldría a “dar un salto hacia lo desconocido”. Una cuestión clave, apuntan, es qué pasará con los tres millones de ciudadanos europeos que viven en el Reino Unido y con los dos millones de británicos residentes en otros países de la UE  (250.000 en España, según cifras oficiales, aunque muchos más sin registrar).

Hasta el Banco de Inglaterra, presidido por el canadiense Mark Carney, ha advertido de que abandonar la Unión Europea provocaría una recesión, una caída de la libra esterlina y un aumento del desempleo. Una victoria del no, manifestó la institución al concluir la reunión de mayo de su comité de política monetaria, “abriría un período de incertidumbre en la economía” que traería consigo una reducción de las exportaciones y una caída de la demanda. 

Ni el primer ministro conservador, David Cameron, ni el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn —ambos partidarios del —, habían dado a conocer sus planes para el Reino Unido si los ciudadanos optan por romper lazos con la UE. Los expertos de la LSE consideran que, del mismo modo que presentan programas electorales antes de unos comicios, los partidos deberían explicar a los ciudadanos cuáles serían sus opciones en caso de un triunfo del Brexit antes de que se celebre el referéndum.

 

DELIRIOS

Uno de los peores augurios viene de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el club de los países industrializados. Su secretario general, el mexicano Ángel Gurría, llegó a tachar de “delirantes” a los partidarios del no durante una reciente visita a Londres. Según sus previsiones, el PIB británico sería un 3% inferior de aquí a 2020, lo que significa que el hogar británico medio perdería el equivalente a un mes de salario, unas 2.200 libras (2.800 euros). Ello equivaldría, a juicio de Gurría, a imponer un “impuesto Brexit” a los ciudadanos. ¿Y qué hay del resto de la UE? La OCDE calcula que los demás socios perderían una media de 1 punto del PIB a finales de la década en caso de que gane el no.

Lo apretado de las encuestas, que a un mes del referéndum mostraban un empate entre ambas opciones, ya han  comenzado a tener un impacto negativo en los mercados financieros, reflejada en un precio de los activos, señala la OCDE. Pocos en la City ocultan su temor a que Londres vea erosionada su condición de centro financiero más importante de Europa. Sociedades de valores, bancos de inversión, hedge funds…, prácticamente todos reniegan del Brexit. También hay miedo entre los propietarios de viviendas a que sus inmuebles bajen de valor tras el espectacular repunte de los precios  de los últimos años, especialmente en Londres.

El 12,6% del PIB británico depende de los socios europeos

Para los euroescépticos, la clave es el control de  la inmigración

Hay miedo a una caída del precio de las viviendas

En clara minoría, los economistas partidarios del no han intentado contraatacar con sus propias cifras. Un llamado Grupo de Economistas por el Brexit, integrado por ocho prestigiosos profesionales con experiencia en el Gobierno, el sector privado y la universidad, asegura que el PIB británico será un 2% mayor de aquí a 2020 y un 4% en los diez o quince años posteriores si el Reino Unido rompe con sus socios europeos. Estos expertos opinan que ello sería posible gracias, entre otras medidas, a una bajada de las tarifas arancelarias a las importaciones procedentes de terceros países. Ello traería consigo, sostienen, precios más bajos para los consumidores y una caída de los costes laborales para las empresas, dos factores que a la larga imprimirían dinamismo a la actividad.

Si los partidarios de la permanencia piensan sobre todo en el bolsillo, para los euroescépticos, decir adiós a la UE es una cuestión de identidad nacional, de recuperación de soberanía y de freno a la inmigración.  Sería la única manera, argumentan, de que el Reino Unido consiga controlar el flujo de personas que entran en el país en busca de trabajo. La preocupación de muchos británicos por la inmigración es cada día más patente —el ascenso del partido nacionalista UKIP es una prueba de ello— y se ha acentuado con la llegada de ciudadanos procedentes del este de Europa, especialmente de Rumanía y Bulgaria, favorecida por el libre movimiento de personas vigente en la UE.

 

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