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Interminable crisis bancaria en EE UU

Arrecian las críticas a las autoridades por la deficiente gestión de las quiebras de las entidades financieras

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Junio 2023 / 114
Manifestación

Fotografía
David Shankbone

La crisis bancaria que sorprendió a las autoridades de EE UU el pasado 10 de marzo va para largo. A las quiebras iniciales de Silicon Valley Bank (SVB) y Signature Bank se sumó en mayo el fiasco del First Republic, el 14º banco más importante del país con unos activos de 229.000 millones de dólares (212.500 millones de euros). Se trata de cuantiosas quiebras bancarias solo superadas por la del Washington Mutual Bank (307.000 millones de dólares), registrada 15 años antes. Los restos del First Republic fueron adquiridos por el gigante JP Morgan, tras las recibir las correspondientes ayudas públicas. 

La solución implica un aumento de los riesgos para los contribuyentes, sobre los que recaen los peligros del llamado too big too fail (demasiado grande para permitir que caiga) y que obliga a rescatar a las grandes entidades con ayudas públicas para evitar que arrastren a todo el sector. Hay que recordar que tras la crisis financiera de 2008, uno de los propósitos fue evitar la creación de grandes entidades financieras por este motivo. En la presente crisis se ha hecho caso omiso a esa advertencia, y los bancos grandes cada vez son más grandes tanto en EE UU como en Suiza.

Más entidades en peligro

En EE UU, destacados inversores como Warren Buffett, que escudriñan atentamente todas las sociedades, han advertido de que la crisis financiera no se puede dar por terminada. Los analistas y los mercados ya han puesto el foco en otras entidades financieras como PacWest, Western Alliance y Metropolitan Bank, que registraron importantes pérdidas en sus cotizaciones bursátiles tras la caída del First Republic.

La solución adoptada por las autoridades estadounidenses ha sido frontalmente rechazada por la senadora demócrata Elisabeth Warren, la dirigente política que sistemáticamente viene denunciando los tejemanejes de los grandes poderes financieros de su país. La senadora, antigua profesora de Derecho de Quiebras en la Universidad de Harvard, ha subrayado los riesgos que supone para los contribuyentes una operación que otorga más poder a bancos que ya son demasiado grandes.

Los rescates de los tres bancos han costado en su conjunto 29.000 millones de dólares a la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC por sus siglas en inglés). La institución anunció una propuesta para reponer una parte de estos costos —unos 16.000 millones de dólares—  mediante una contribución especial que recaería en los grandes bancos. La forma de pago prevista por las propias entidades ha sido fuertemente criticada por Warren, que ha instado por carta al presidente del FDIC, Martin Gruenberg, a que se oponga al plan de los bancos de efectuar estos pagos mediante bonos del Tesoro, que valen mucho menos. “Los bancos más grandes, que tenían 30.000 millones de sus propios depósitos garantizados en la venta del First Republic, buscan ahora pagar la brecha en el fondo del seguro con activos devaluados”, señaló la senadora de Massachusset, quien instó a Gruenberg a que rechazara “de manera rápida, enérgica y pública este regalo injustificado que podría valer miles de millones de dólares para los grandes bancos y amenaza la estabilidad del FDIC”.

¿A manos públicas?

La utilización de cuantiosos fondos públicos para rescatar a los bancos estadounidenses ha llevado a algunos analistas a reclamar su conversión en entidades financieras públicas. Así, el economista Michael Roberts ha señalado en su blog, que recoge la revista electrónica Sin permiso, que si los tres bancos quebrados hubieran sido nacionalizados, los millones de dólares que está gastando la FDIC para entregar los activos de estos bancos a entidades más grandes podrían haberse utilizado para reestructurarlos como bancos públicos que, con el tiempo, habrían producido ganancias suficientes para el Gobierno (FDIC), no para entidades privadas”. Roberts, marxista que ha trabajado 40 años en la City de Londres, aboga por la propiedad pública de los bancos, no solo los de tamaño medio que han tenido problemas, sino también de los megabancos como JP Morgan. En su opinión, “la propiedad pública, dirigida democráticamente, acabaría con la banca como una máquina de hacer dinero derrochona, corrupta e inestable que paga salarios grotescos, bonos y ganancias de capital a una pequeña camarilla de especuladores superricos (que especulan con nuestros depósitos) y, en su lugar, la convertiría en un servicio público para sus clientes, hogares y empresas, y todas las ganancias serían para el país en su conjunto”.
 

Mayor contundencia si cabe es la censura expresada por el economista grecoaustraliano Yanis Varoufakis, exministro de Finanzas de Grecia, que ha sido profesor de Economía en varias universidades de Reino Unido y EE UU. Varoufakis, que tuvo que afrontar las terribles embestidas del poder financiero durante la crisis griega, ha llegado a la conclusión de que el sistema bancario actual “funciona como un cártel antisocial”, que “es irreparable”. Junto “con esta mala noticia” asegura que hay otras “buenas”. En su opinión,ya no necesitamos confiar “en ninguna red privada de bancos, desestabilizadora y sedienta de rentas”. A su juicio, “ha llegado el momento de hacer estallar un sistema bancario irreparable que solo sirve a sus propietarios y accionistas a expensas de la mayoría”.

Destacados académicos como Anat Admati, Martin Hellwig y Richard Portes han expresado serias críticas sobre el funcionamiento del sistema bancario estadounidense y cómo han gestionado la crisis las autoridades. Critican como la Reserva Federal (Fed) ha suministrado liquidez al sistema para sostenerlo sin restaurar la solvencia de las entidades. Consideran que una forma rápida de reducir los problemas de solvencia sería restringir los sueldos de los ejecutivos bancarios, así como las retribuciones a los accionistas como los dividendos y la recompra de acciones. 
 

Beneficios a corto plazo

Las deficiencias del sistema financiero estadounidense son tan evidentes que han sido reconocidas por la propia Reserva Federal. En un detallado informe sobre las causas de la crisis, el vicepresidente del banco central estadounidense, Michael S. Barr, destacó que la junta directiva en pleno “no recibió información adecuada de la gerencia sobre los riesgos del Silicon Valley Bank y no responsabilizó a los gestores”. Barr señala dos problemas específicos: los directivos “pusieron las ganancias a corto plazo por encima de una efectiva gestión de riesgos” y, además, las retribuciones de los ejecutivos “estaban vinculadas a ganancias a corto plazo y rendimientos de capital que no incluían la medición del riesgo”. En otras palabras, “los gerentes tenían más incentivos financieros para centrarse en los beneficios a corto plazo que en una sólida gestión de riesgos”.

En un posterior informe, del 19 de mayo, Michelle W. Bowman, perteneciente a la Junta de Gobernadores del Sistema de la Reserva Federal, ha sido más explícita a la hora de señalar y asumir responsabilidades. “Creo que debemos hacer un mejor trabajo para identificar los problemas más críticos y actuar rápidamente para remediarlos", manifestó. Y precisó: “Es evidente que tanto los supervisores como la gerencia del banco descuidaron los factores de riesgo clave y durante largo tiempo que deberían ser un área de enfoque de cualquier examen. Estos incluyen riesgo de concentración, riesgo de liquidez y riesgo de tipo de interés”. 

Todo apunta a que las críticas al sistema financiero de EE UU son más amplias de lo que podría parecer y que su reparación va a ser mucho más costosa de lo previsto en un principio.