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El poder económico del veganismo

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Julio 2022 / 104

Ilustración
Andrea Bosch

Cada vez hay más personas que renuncian a consumir productos de origen animal, ya sea comida, ropa o cosméticos. En torno a ellas crece un mercado que mueve miles de millones de euros.

Alimentarse solo con productos de origen vegetal era considerado hasta hace poco una frivolidad propia de jipis, burgueses caprichosos y activistas. Quienes elegían esa opción eran a menudo objeto de burla, tratados con displicencia o, sencillamente, ignorados. Pero la situación está cambiando de manera muy rápida. Cada vez más personas deciden dejar de comer carne y el veganismo se ha convertido en un movimiento global especialmente popular entre las mujeres y la gente joven. Al mismo tiempo, en torno al fenómeno se está creando un mercado que ya mueve miles de millones de euros cada año.

“Estamos viviendo un boom”, afirma Estela María Díaz Carmona, profesora de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Pontificia de Comillas (ICADE) y vegana. “Hay un crecimiento exponencial en casi todos los sectores, desde la venta de productos y restaurantes veganos a la cosmética, la moda y la investigación”.

El mercado mundial de comida vegana ascendió el año pasado a 14.880 millones de euros y rebasará los 35.000 millones en 2026, según Veganuary, una organización británica sin ánimo de lucro dedicada a la promoción del veganismo. Si continúa creciendo a ese ritmo, será suficiente para llenar el hueco que previsiblemente irá dejando el mercado global de la carne (1,8 billones de dólares anuales), que cayó el 3% en 2020. 

¿Qué lleva a tanta gente a hacerse vegana? Para la mayoría, la principal motivación es ética. Las personas veganas consideran que el uso de animales para alimentarse, fabricar ropa u otros fines atenta contra la dignidad de seres vivos que sienten y padecen igual que las personas. El periodista Javier Morales, autor del libro El día que dejé de comer animales (Sílex ediciones), subraya la creciente sensibilidad social hacia los animales llamados de granja, como vacas, cerdos y pollos, que “viven en condiciones deplorables en campos de concentración donde apenas se pueden mover”. 

1.700 millones de animales destinados a la ganadería ocupan una cuarta parte de la superficie terrestre

Gracias a los avances en materia de nutrición, comer carne ha dejado de ser una necesidad para convertirse en una opción. La dieta, sin embargo, es solo una manifestación del veganismo, pues sus practicantes luchan también contra la utilización de los animales en experimentos científicos y en espectáculos como el circo y los toros. Un emblema del movimiento vegano y animalista español son las protestas contra el Toro de la Vega, un evento que se celebra todos los meses de septiembre en Tordesillas (Valladolid), durante el cual decenas de jinetes persiguen con lanzas a un toro por las calles del pueblo y sus alrededores. El Tribunal Supremo prohibió en 2019 dar muerte al animal, como sucedía con frecuencia.

Salvar el planeta

Otro argumento en favor de una dieta vegana es que esta contribuye a proteger el medio ambiente. “En un mundo con recursos finitos, reducir drásticamente el consumo de carne es una de las mejores herramientas para hacer frente a la crisis climática”, afirma Javier Morales. Greenpeace calcula que la ganadería es responsable de la emisión del 15% de los gases causantes del calentamiento de la tierra, tanto como los que generan los automóviles, los barcos y los aviones. Los 1.700 millones de animales que se crían para producir comida ocupan más de una cuarta parte de la superficie terrestre y los que viven en macrogranjas consumen un elevado porcentaje del agua disponible y de los cereales cultivados en el mundo. Sumando pastos y cultivos destinados a los animales, más del 70% de las tierras agrícolas de la Unión Europea se dedican a la alimentación del ganado, según la organización ecologista. Las personas veganas resaltan la paradoja de alimentar animales que, a su vez, serán comida y argumentan que buena parte de los alimentos que se dan al ganado podrían servir para paliar el hambre y la malnutrición entre personas. 

Hay una tercera razón: dejar de comer carne es bueno para la salud, pues reduce el riesgo de cardiopatías, diabetes, cáncer y problemas derivados de la obesidad. Pero una dieta vegana no es siempre sinónimo de saludable. Es  imprescindible que detrás haya una buena planificación que garantice la ingesta de todos los nutrientes esenciales. Además, quienes elijan esa opción deben tomar obligatoriamente un suplemento de vitamina B12, que solo se encuentra en los productos lácteos, los huevos, la carne y el pescado. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta del peligro de consumir productos vegetales ultraprocesados que proliferan en los supermercados: desde galletas y patatas fritas a hamburguesas, salchichas y croquetas que imitan a los productos hechos a base de carne y que no son precisamente  saludables. Como apunta la profesora Díaz Carmona, “se puede ser vegano y pasarse el día comiendo porquerías”.

Javier Morales subraya que mejorar la propia salud es una motivación secundaria para la mayoría de los veganos y que su objetivo número uno es dar un trato justo a los animales. Recuerda que cuando al premio Nobel de literatura Isaac Bashevis Singer le preguntaron por qué no comía pollo, este respondió: “Porque es malo para la salud del pollo”.

Tres categorías

Quienes han decidido eliminar o reducir la ingesta de carne se dividen en tres categorías:  flexitarianos, vegetarianos y veganos. Los primeros consumen productos animales de manera esporádica. Son, por así decirlo, semivegetarianos o vegetarianos a tiempo parcial. Los vegetarianos basan su dieta en productos de origen vegetal, pero también consumen productos derivados de los animales como leche, huevos y miel. Los veganos, el sector más concienciado políticamente, llevan una dieta cien por cien vegetal.

El principal objetivo es garantizar una vida digna a los animales

Comer carne ha dejado de ser una necesidad para convertirse en una opción

La mayoría de sus defensores coinciden en que el veganismo es un movimiento político en toda regla. “Aquí hay una discriminación, un colectivo agraviado como es el animal”, afirma Díaz Carmona. “No es justo que se utilice a los animales como un recurso del ser humano, igual que ha pasado en otros periodos de la historia con las mujeres y la esclavitud”. Morales opina que hay que ir más allá de la dieta: “Si comes productos envasados en lugares lejanos, aunque sean veganos, estás haciendo un flaco favor a los animales y al medio ambiente. Debemos cambiar nuestro modo de vida  y nuestro modelo económico. Hay que afrontar el problema desde una perspectiva global, aunando la defensa de la naturaleza y el reparto de la riqueza para salvar el planeta”.

Entre las personas que abanderan el movimiento vegano hay un porcentaje mayoritario de mujeres. Según la consultora Lantern, estas representan más de dos tercios de los veganos españoles. Díaz Carmona opina que detrás de ello hay factores culturales: “Las mujeres hemos sufrido dominación durante siglos y tenemos mayor afinidad con la naturaleza y una actitud más consciente ante la comida. Entre los hombres, en cambio, están más arraigadas costumbres como comer carne, beber alcohol y disfrutar del fútbol. Seguimos reproduciendo pensamientos adquiridos, como que la ensalada es una comida femenina”.

Jóvenes al frente
   
Los jóvenes son los grandes impulsores de este movimiento. En Reino Unido, según VegWorld Magazine, el 35% de la generación Z —los nacidos en los años precedentes y posteriores al cambio de siglo—se ha fijado como meta dejar de comer carne. Son personas muy activas en las redes sociales, un espacio clave en el auge del veganismo. Asimismo, la influencia de personajes famosos a favor de esta opción —deportistas de élite como Lewis Hamilton y Serena Williams,  cantantes pop como Ariana Grande y Billie Eilish y estrellas del cine como Benedict Cumberbatch y Natalie Portman— es otro de sus motores.

1944 es el año en que el inglés Donald Watson fundó el movimiento vegano

No existen cifras oficiales sobre el número de personas veganas o vegetarianas en España. El estudio The Green Revolution de la consultora Lantern refleja la creciente popularidad de las dietas que prescinden de la carne. En 2017, Lantern calculaba que el 7,8% de la población española eran lo que la consultora llama veggies; en concreto, el 0,2% veganas, el 1,3% vegetarianas y el 6,3% flexitarianas. Cinco años después, el número de veggies ha crecido en 5,2 puntos porcentuales, hasta alcanzar el 13% de la población con el siguiente desglose: el 0,8% de personas veganas, el 1,4% vegetarianas y el 10,8% flexitarianas. La firma especializada Statista eleva el porcentaje de veganos españoles en 2021 al 1,5%, frente al 0,8% de 2019. A pesar de estos incrementos, el porcentaje de españoles que han renunciado por completo a la carne sigue siendo aún pequeño y que el grueso de los veggies son personas que han decidido reducir el consumo de productos animales, pero no los han eliminado por completo de su dieta. 

El movimiento está mucho más extendido en otros países europeos, de manera especial en Reino Unido. Según VegWorld Magazine, los veganos británicos se han multiplicado por siete en apenas 10 años. Uno de cada ocho —casi el 13% de la población— es vegetariano o vegano y otro 21% se declara flexitariano. Ello significa que una tercera parte de los habitantes del país ha decidido eliminar o reducir el consumo de carne. 

El veganismo moderno nació precisamente en Inglaterra con la fundación, en 1944, de la Vegan Society a cargo de Donald Watson. Aunque este nunca definió por escrito el término veganismo, que él mismo acuñó, la transcripción informal de una de sus conferencias reza: “El señor Donald Watson ha manifestado que los veganos defienden la idea de que si queremos ser verdaderos libertadores de los animales debemos renunciar absolutamente a nuestra tradicional y egoísta actitud de creer que tenemos derecho a utilizarlos para nuestras necesidades”. 

País carnívoro

España es el país más carnívoro de la Unión Europea, y la carne, el alimento al que se destina la mayor partida en los presupuestos familiares para comida y bebida: uno de cada cinco euros. Según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), el consumo per cápita se acercó a los 100 kilos anuales en 2018. España no es un lugar fácil para los veganos, que se quejan de la falta de platos adecuados a su dieta en los restaurantes y los comedores escolares, universitarios y de empresa.

Ilustración: Andrea Bosch

“Mientras comamos en casa, todo es fácil; la cosa se complica cuando salimos”, señala Javier Morales. “Lo ideal sería que cualquier restaurante pudiera ofrecer platos sin carne ni pescado”.  Algo está cambiando, pues ha dejado de ser misión imposible encontrar restaurantes veganos en zonas céntricas de Madrid, Barcelona y Valencia. Otra queja frecuente es que pocos profesionales de la sanidad están familiarizados con la dieta vegana. “En general, el personal está poco preparado y todavía hay muchos prejuicios”, afirma Morales. 

El rápido auge del veganismo ha traído consigo una explosión en los supermercados de la oferta de productos aptos para sus practicantes, que de constituir un mercado marginal han pasado a captar el interés de los fabricantes de alimentos y las grandes empresas de distribución. Abundan los ejemplos: McDonald’s ofrece a sus clientes la McPlant Burger; Nestlé ha lanzado la marca de productos vegetarianos Garden Gourmet; Heinz ha incorporado a su oferta mayonesa vegana, y Litoral, célebre por su fabada, ofrece guisos y legumbres sin carne.  Incluso Campofrío, que hace poco parodiaba a las personas vegetarianas en anuncios de televisión, tiene ahora su propia gama vegetariana. Cadenas como Mercadona, Lidl y Aldi tienen su propia marca blanca para veganos. Hay también en el mercado viajes para veganos y hoteles que ofrecen estancias especiales para  huéspedes que no consumen productos de origen animal.

1/5 del presupuesto para comida de las familias españolas se destina a comprar carne

Para la profesora Díaz Carmona, que dedicó su tesis doctoral al tema, la entrada de las grandes empresas de alimentación en el mercado vegano es esencialmente una cuestión de dinero. “Antes no éramos interesantes para las multinacionales y ahora quieren aprovechar el nicho de mercado para aumentar sus beneficios”, señala. “Ello no tiene por qué ser necesariamente malo; puede ser positivo si contribuye a llevar el veganismo a nuevos segmentos de la población”.

¿Reemplazará la dieta vegana a la tradicional algún día? Es difícil hacer un vaticinio. Lo que sí parece claro es que va a seguir creciendo. “Esta es una muy buena noticia”, dice Díaz Carmona. “No solo porque tenemos razón, sino porque cuando decidimos ser veganos nos hacemos mejores personas, más sensibles hacia el otro. Ser vegano es una forma de vivir más respetuosa con los demás. Todos llevamos un vegano dentro; solo hay que sacarlo”.