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Compra responsable con impactos globales

Hay formas de producir y de consumir que ponen a las personas y el planeta en el centro y por las que ninguna persona se ve perjudicada

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Abril 2024 / 123
Comercio justo

Fotografía
LACOORDI.CAT

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¿Alguna vez te has planteado cómo ha llegado hasta ti esa chocolatina que tanto te gusta? El ingrediente principal del chocolate suele ser el cacao, que viene de una fruta que no se puede producir en Cataluña, ya que necesita unas condiciones climáticas tropicales muy concretas que no se dan en Europa. Para producir la chocolatina ha hecho falta primero la materia prima: cuidar los árboles del cacao, cosechar las vainas, fermentar las semillas que luego se secan y tuestan. Luego, los intermediarios compran este cacao tostado y lo venden a las empresas chocolateras, que son las que las procesan y producen los chocolates (añadiendo otros productos como azúcar, leche o nueces). Por último, estas se empaquetan y se ponen a la venta en supermercados o tiendas de barrio.

¿Cuánto recibe cada persona que ha participado en su producción? A pesar de que sin el cacao no se podría producir el chocolate, los agricultores no suelen recibir más del 6% del precio de cada chocolate. El 24% se lo distribuyen los intermediarios, las empresas que procesan el cacao en chocolate industrial y el otro 70% se lo dividen las empresas multinacionales que producen la chocolatina final y las tiendas encargadas de distribución, mercadotecnia y ventas.

En Costa de Marfil (mayor productor de cacao mundial), los cultivadores reciben menos de 0,78 dólares al día —muy por debajo del umbral de la pobreza que la ONU  ha establecido en 1,9 dólares al día.

Bajo coste y explotación

Para poder continuar produciéndose con un coste tan bajo para las empresas, la producción del cacao depende de la explotación laboral, salarios de miseria y de la mano de obra infantil, con más de 1,5 millones de menores trabajando en el cacao, de los cuales 200.000 trabajan directamente en condiciones de esclavitud según UNICEF. A todo esto, hay que añadir el impacto medioambiental en forma de deforestación o contaminación de las aguas por el uso de pesticidas derivados de los cultivos poco sostenibles.

Por desgracia, la gran mayoría de productos que consumimos solo pueden ser tan baratos porque están basados en la explotación laboral y la destrucción del medio ambiente. Pero hay alternativas: hay formas de producir y de consumir que ponen a las personas y el planeta en el centro, entre las que destaca el comercio justo.  Es un sistema comercial alternativo que se basa en 10 principios económicos, sociales y ambientales, que garantizan condiciones laborales dignas, precios justos, relaciones comerciales estables y transparentes y, a largo plazo, previene la explotación infantil y genera prácticas de producción respetuosa con el medio ambiente. Productos como el café, el cacao y el azúcar son aquellos productos del sur global que pueden contar con alguno de los sellos de comercio justo (Fairtrade, WFTO, SPP, Naturland Fair y Fair for life).   

Como individuos, nuestras decisiones afectan al mundo que nos rodea. Teniendo un consumo responsable podemos apoyar estas alternativas económicas y dejar de apoyar aquellas que vulneran derechos humanos. Es importante cuestionarse si realmente necesitamos lo que queremos comprar, o si podemos reutilizar o cogerlo prestado. Y luego preguntarnos qué impactos sociales y ambientales tienen, e investigar si hay productos producidos de forma ética y sostenible. Cada vez que vayamos a comprar una chocolatina podemos buscar uno de los sellos de comercio justo y contribuir  a que miles de familias productoras obtengan lo que es digno por su trabajo.