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¿Para qué sirve la economía social?

Una veintena de economistas debaten en Francia sobre el papel social de las empresas que ponen a la persona por delante del beneficio material

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Septiembre 2023 / 116
Interrogación Economía social

En qué medida contribuye la economía social y solidaria (ESS) al buen funcionamiento de la economía y de la sociedad? ¿Desempeña un papel de reparación de los daños sociales o medioambientales o es portadora de transformación social, de un modelo de desarrollo económico, social y medioambiental más virtuoso? 

Hemos interrogado sobre ello a una veintena de economistas en el marco del estudio Percepciones de los economistas sobre la ESS, llevado a cabo conjuntamente por la cátedra Territorios de la ESS de la Facultad de Ciencias Políticas de Burdeos y la Asociación de lectores de Alternatives economiques (socia francesa de Alternativas económicas) con el apoyo del Instituto CDC para la Investigación (Institut de la Caisse des Dépôts pour la Recherche). Las opiniones de los economistas interrogados son discrepantes.

La mayoría subraya la intención transformadora de la ESS. Robert Boyer, director de estudios en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS, en sus siglas en francés) considera que la ESS "es claramente un proyecto político de transformación de las sociedades, no únicamente un modo de gestión empresarial".

Serge Latouche, profesor emérito de Economía en la Universidad Paris-Sud y uno de los principales teóricos del decrecimiento, va incluso más lejos que Boyer: “En mi opinión, la vocación de la ESS es ocupar todo el espacio. En una sociedad ideal, todas las decisiones se tomarían colectivamente y la ESS pasaría, así, a ser la única forma válida de economía. Una economía hecha por el público, que se hace cargo de todo, incluidos los sectores no rentables”.

Para Xavier Timbeau, director del Observatorio Francés de Coyunturas Económicas (OFCE), una de las virtudes de la ESS es demostrar que, a diferencia de lo que afirma la teoría neoclásica, no todo puede comercializarse. “La ESS permite establecer unas relaciones sociales no dominadas por un modelo de competencia pura y perfecta que no funciona y causa derivas”. Y para los actores de la economía convencional puede también ser un “modelo a seguir para progresar”. Una cooperativa de consumidores como La Louve, en París, por ejemplo, “sirve de referencia y modelo al resto de los actores de la distribución, e incluso hace que, por ejemplo, Carrefour evolucione”, estima.

Centrada en las personas

Benjamin Coriat, profesor emérito en la Universidad París-Nord, considera que el aporte fundamental de la ESS es “demostrar que se pueden llevar a cabo actividades económicas de un modo sostenible y permanente sin tener como motor la búsqueda del beneficio, y que ello es posible teniendo en consideración a los trabajadores: respeto al derecho al trabajo, niveles de remuneración, etc”.

En opinión de Nadine Levratto, directora de investigaciones en el laboratorio EconomiX (CNRS-Universidad Paris X), la ESS introduce la posibilidad de una gestión democrática de las organizaciónes: “En un mismo sistema económico pueden existir organizaciones orientadas hacia la maximización del beneficio y visiones diferentes que pueden ser eficaces, crear empleos… Ello no significa que todo sea de color de rosa. No se pueden vincular automáticamente modelos de organización y comportamientos más éticos: también se pueden dar en la ESS casos de malversación, de contrataciones familiares pagadas por el subsidio público…”.

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 Supermercado cooperativo La Louve París
Supermercado cooperativo La Louve, en el distrito XVIII de París. Es el primero en su género en Francia. Foto: La Louve

Maryline Filippi, profesora en Bordeaux Sciences Agro, de la Universidad de Burdeos, añade: “La ESS pone en el centro al ser humano; reduce las desigualdades económicas, sociales y culturales, permite emprender de otro modo, cambia la relación de fuerzas con la economía de mercado; es una forma de coordinación basada en la cooperación”.

Éric Berr, profesor de la Universidad de Burdeos, opina, por su parte, que la ESS permite “introducir en las relaciones laborales una mayor solidaridad, cooperación, humanidad e igualdad, con un objetivo menos puramente cortoplacista y financiero. Aunque la realidad no sea así en ocasiones”.

Ahmet Insel, profesor jubilado de la Universidad Galatasaray, en Estambul, abunda: “La ESS muestra concretamente que se pueden producir bienes y servicios respetando la dignidad humana y los principios de igualdad, obteniendo beneficios que sirvan para mejorar el fin que persigue la iniciativa, es decir, la utilidad social y no únicamente el enriquecimiento personal basado en la acumulación privada del capital”.

Compensar los fallos del mercado 

Por su parte, Dominique Plihon, profesor emérito de la Universidad Paris Nord y expresidente del consejo científico de Attac, considera que el valor añadido de la ESS no se puede medir en términos de peso económico: “Desde mi punto de vista, la clave es la búsqueda de alternativas, de innovaciones sociales. El sector demuestra que se pueden cambiar los modos de producción, de consumo, pasar de la competencia a la cooperación. La figura tutelar que es el emprendimiento social es la prueba de que es posible un enfoque de la empresa diferente al del emprendimiento estándar”.

Sin embargo, añade que, de hecho, la ESS es, con frecuencia, una economía reparadora, que compensa los fallos del mercado o del Estado: “Desgraciadamente, la ESS puede también ser considerada un complemento de la economía capitalista, una derivada, una reacción, un subproducto de la economía capitalista. O, en el otro extremo, como un subsector del Estado social con una proletarización de los asalariados. El Estado subcontrata. Pero reconozcamos que sin ello la situación sería aún más dramática”. 

Como hemos visto, Serge Latouche aspira a la generalización de la ESS en una sociedad “ideal”. Sin embargo, juzga con dureza el papel otorgado a estas estructuras en la sociedad “real”.

“Me da la impresión de que, en la sociedad actual, la ESS es, sobre todo, un esparadrapo, una muleta frente a los fallos del mercado, como dicen mis colegas economistas. Esto es patente en los servicios a la persona de los que se ocupan fundamentalmente las organizaciones sin ánimo de lucro para paliar a bajo coste los fallos del mercado y los del Estado. Por eso, el Estado subvenciona esas estructuras: le cuesta menos que encargarse de ese servicio. De hecho, los EHPAD (alojamientos para personas mayores dependientes, en sus siglas en francés) que funcionan mejor están gestionados por asociaciones”.

Algunos economistas subrayan que, en realidad, las estructuras de la ESS desempeñan tanto un papel de reparación como un papel potencial de transformación de la economía y la sociedad. Así, para Florence Jany-Catrice, profesora en la Universidad Lille-1 y presidenta de honor de AFEP (Asociación Francesa de Economía Política, en sus siglas en francés), “con demasiada frecuencia se considera la ESS una economía de reparación o como un sustituto en los fallos del Estado social, una forma degradada de delegación de servicio público. Debe hacerlo mejor que el Estado y a menor coste. Los asalariados de la ESS son entonces las víctimas, especialmente las mujeres con trabajos agotadores (por ejemplo, en los servicios de cuidados de las personas). Habría que recordarles sus dos misiones utópicas: por una parte, la de una economía de transición, pero, ¿hasta dónde llegar? La ESS se halla con demasiada frecuencia en medio, sin voluntad de transformación radical. Por otra parte, la de una economía de emergencia, como hace notar Nadiee Richez-Battesti: la ESS también está marcada por la innovación social, en cualquier caso de las emergencias. Hay que subrayar su capacidad creativa (de normas, pero también de productos o servicios), sobre todo dado que son necesarios actores que resistan a un sistema que tritura. Transformar el sistema por los márgenes puede tener cierta eficacia”, afirma.

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Usuaria del banco del tiempo por paso de cebra silla
Muchos asalariados del sector de los cuidados a personas, especialmente las mujeres, tienen jornadas laborales agotadoras. Foto: Vicente Zambrano

Motor de innovación

Nadine Richez-Battesti, profesora titular en la Universidad de Aix-Marsella y copresidenta de la Asociación para el Desarrollo de los Datos en Economía Social (ADDES en sus siglas en francés), citada anteriormente por Florence JanyCatrice, considera también que la ESS aporta una contribución fundamental en determinados sectores: “Por ejemplo, los bancos cooperativos son esenciales para la financiación de las pequeñas empresas. La ESS también es fundamental para algunos servicios a los hogares como los seguros, las residencias de mayores o la atención a la primera infancia. A diferencia de lo que pretenden algunos, la ESS no ocupa algunos sectores porque el Estado se haya desatendido, sino porque innova y se lo reconocen”.

Para Denis Clerc, fundador de Alternatives econmiques, la ESS ejerce dos grandes funciones: “Por una parte, la de reparar los daños o las omisiones de la economía de mercado; por otra, la del reconocimiento de la ciudadanía tanto en la sociedad como en las empresas. En el primer caso, tiene un gran trabajo que realizar, pero su papel dinámico lleva a las instituciones a estar atentas, por no decir a imitar. Así, las asociaciones obreras del siglo XIX dieron origen a la Seguridad Social de 1945. Pero el reverso de la moneda es que las iniciativas creadoras de la ESS (en el reciclaje, la inserción, el cuidado de las personas dependientes, la protección social, la ayuda familiar, los centros de vacaciones…) incitan al sector privado lucrativo a introducirse en los segmentos más beneficiosos de esas actividades en desarrollo y a transformar las actividades sociales o medioambientales en una fuente de ingresos para los accionistas. Como hemos constatado con el escándalo Orpea”.

En cuanto a la segunda función de la actividad de la ESS definida por Denis Clerc, la ciudadanía, “tiene que ver tanto con la lucha contra la exclusión (bajo todas sus formas) como con el reconocimiento de las partes activas en las empresas: asalariados, proveedores, clientes, así como los territorios en los que están implantadas. Mientras la gestión empresarial que solo mira el beneficio subestima con frecuencia (por no decir que olvida) la importancia y el papel de esas partes activas gracias a las cuales marcha la empresa, en el seno de la ESS, las sociedades cooperativas muestran que, cuando los trabajadores tienen derecho a manifestar su opinión y participan en las decisiones, los conflictos son menores y las condiciones laborales, mejores. Del mismo modo, el desarrollo en Francia del estatuto de SCIC (sociedad cooperativa de interés colectivo) permite tener en cuenta a las partes activas: se puede apostar a que la instalación de plantas eólicas gestionadas bajo la forma de SCIC habría reducido considerablemente los conflictos de intereses que frenan esa producción de energía. Y se podría decir lo mismo a propósito de la reforestación en las Landas o del uso del agua entre usuarios competidores. En definitiva, estoy convencido de que la ESS reduce también las desigualdades, o las exclusiones, que minan la cohesión de un país y son fuente de innumerables conflictos”. 

Para Alexandre Rambaud, profesor titular en Ciencias de gestión de AgroParis Tech-Cired e investigador asociado en la Universidad Paris-Dauphine, hay que distinguir entre los actores de la ESS que son agentes económicos de explotación de los recursos y los que son agentes de preservación de los recursos. “La economía estándar debe consumir los capitales para producir bienes y servicios, incluido el capital humano”, opina. “En consecuencia, también son necesarios agentes para preservar y restaurar esos recursos, contando siempre con un modelo económico viable”. Ese es el caso, agrega Rambaud, de muchas estructuras de la ESS que actúan sobre la reparación social o medioambiental, contribuyendo así a preservar o reparar el capital social o medioambiental. 

 

*Este artículo es un extracto de la obra Regards d’économistes sur l’économie sociale et solidaire, coordinada por Camille Dorival, Timothée Duverger y Hugues Sibille, cuya publicación en Francia está prevista en septiembre de 2023.