Te quedan 1 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

Una tarjeta de débito comunitaria

La cooperativa Ekhilur prueba en Hernani un sistema de pagos para fomentar la actividad económica dentro del municipio

Comparte
Pertenece a la revista
Noviembre 2023 / 118
Visa

Ilustración
Furiaaaaa

La cooperativa de consumo sin ánimo de lucro Ekhilur ha ideado una herramienta público-privada y comunitaria (ayuntamientos, comercios y personas usuarias) que funciona como una tarjeta de débito local. Ahora mismo sirve  para promover la actividad económica en los municipios, aunque en un futuro esperan ampliar la utilidad. 

El sistema funciona con una aplicación informática, pero también tiene una versión para personas no acostumbradas al mundo digital gracias a un llavero con un código QR que se puede mostrar en el comercio en el que se quiere comprar. La propia tienda  se encarga de abrir la aplicación y la persona que compra solo tiene que poner una clave, como si fuera una tarjeta de débito.

Quienes impulsan la iniciativa provienen del mundo de las monedas locales en Bilbao. “Aquel proyecto, que lo único que quería era hacer pedagogía sobre el dinero, empezó a coger volumen y no era viable solo con voluntariado, y tampoco se podía escalar”, explica Álex López, promotor de Ekhilur. “Había que lanzarse al mundo digital, pero no es tan sencillo y cualquiera no puede digitalizar dinero”. 
Después de consultar con entidades de la banca ética, terminaron por decantarse por una entidad de dinero electrónico (EDE) que les dio cobertura legal. En esta red, las personas usuarias, los comercios y las entidades públicas y privadas se dan de alta, abren una cuenta y pueden interactuar entre ellos.

Objetivo: no acumular

El dinero que las personas ponen en la cuenta no tiene costes para entrar ni para circular por el sistema, pero su puesta en marcha sí tiene el interés de crear valor agregado, de generar compra  local y de hacer circular el dinero para que nadie acumule. Si el dinero se queda en la cuenta, la cooperativa quita un pequeño porcentaje mediante un “peaje de oxidación” (la idea es que el dinero, si se queda en la cuenta, se oxida). 

“Consideramos que el dinero es un bien común, que hay que usarlo para generar riqueza”, sostiene Álex López. “Si retienes la riqueza, pagas un pequeño peaje, que es del 0,5% del saldo medio de la cuenta. Como la cooperativa no tiene ánimo de lucro, ese dinero, en el caso de los usuarios, lo dirigen a una asociación que deseen ayudar y que forma parte del sistema. Como has retenido riqueza de la comunidad, ese dinero que no circula, ese poquito, se lo vas a dar al tejido social para ayudarlo y reforzar el ámbito comunitario”, agrega. “Esto genera una fuente de financiación secundaria para las asociaciones. Y las visualiza. Cuando la persona que tiene la cuenta va a elegir dónde dar el dinero, va a mirar a quién se lo da”. En cambio, las empresas o profesionales se lo dan a la cooperativa para permitir que el sistema pueda funcionar. 

El otro punto de fricción llega a la hora de sacar el dinero del sistema, que tiene el 1% de comisión. El comercio, por evitar ese 1%, lo usa dentro del circuito. O puede hacer recargas a los usuarios, como si fuera un cajero automático. Estos vuelven a usar el dinero en el sistema sin coste alguno. 

En la cooperativa están trabajando en crear cuentas corrientes con IBAN y en la posibilidad de que quienes usan el sistema puedan introducir en él parte de su nómina.

“Sabemos que tal y como está, esto no lo usaría nadie, porque no tiene ninguna ventaja. No podemos competir en igualdad de condiciones con cualquier Visa o sistema de pago”, reflexiona López. “Por eso incluimos un sistema de fidelización. Hemos dado mil charlas con la economía social, pero a la hora de la verdad nadie lo usaba. El incentivo ético-social no es suficiente, porque requiere un esfuerzo diario. En telecomunicaciones o energía es un esfuerzo solo esporádico”. 

El incentivo que dan es económico, al estilo de las campañas de fidelización de las grandes superficies. Y les funciona. La prueba está en Hernani (Gipuzkoa). El dinero se puede usar también en cualquier comercio adherido a Ekhilur, por ejemplo, en Bilbao. Pero el Ayuntamiento de Hernani ha decidido impulsar su red comercial local y da una bonificación a quien compre en los comercios del municipio que se han adherido al sistema. El Ayuntamiento devuelve el 10% del dinero utilizado en sus tiendas. 

“Este sistema de bonificaciones funciona muy bien”, señala López. “De hecho, consigues un multiplicador del dinero local muy alto. Por cada euro que pone el Ayuntamiento atrae 10 euros al circuito. En 2023, el Ayuntamiento de Hernani ha puesto hasta septiembre 105.000 euros en bonificaciones y ha atraído 1.120.000 euros que han ido al comercio local. Lo que consigues al final es crear un mercado protegido”. 

Experimento social

Desde la cooperativa están observando que algo que comenzó como una iniciativa relacionada con la moneda social genera, de hecho, cambios en los hábitos de la gente. 

Las medidas que van poniendo en marcha funcionan como un experimento social, siguiendo el  método de prueba y error. En las navidades del año pasado decidieron ver qué pasaba si devolvían el 20% de todas las compras hechas en la red adherida, pero se desbocó el consumo, algo que no pretendían. El gasto posiblemente habría sido el mismo, pero en las grandes superficies. Quienes impulsan el proyecto provienen de las teorías del decrecimiento y consideran que bonificar el 10% es incentivo suficiente para adquirir un hábito y para que la gente conozca mejor lo que ofrece el comercio local y generar una redistribución de la riqueza.

En lo que llevan de año, el programa de Hernani ha generado más de 45.000 operaciones con una base de 1.000 cuentas en una pequeña población de 20.000 habitantes y con 110 comercios adheridos. En el sistema está constantemente entrando y saliendo dinero. Unos 120.000 euros circulan de manera incesante. Gracias a las fricciones, el dinero se mantiene más tiempo cerca de donde interesa que esté: en los comercios y en la población local. 

Imagen
Ekhilur
El sistema es muy fácil de usar, con una aplicación o un llavero con un código QR. Foto: Ekhilur

Otra de las características de Ekhilur es que cuanta más gente usa el sistema, se genera un efecto contagio. Si la persona que va delante en la cola de la carnicería utiliza el  sistema, la que viene detrás querrá sumarse. Y así se amplía el circuito. 

El siguiente paso

¿Es rentable? ¿Se cubren los costes? “Una bonificación del 10% no es sostenible en el tiempo”, contesta López. “Pero también es cierto que con relativamente poco dinero como el de Hernani, el efecto multiplicador es bestial y la circulación de dinero es muy alta en el circuito. Permite no perder más cuota de mercado en el pequeño comercio de la localidad. Lo que buscamos es corresponsabilidad. Pero ese es el siguiente paso”.

De hecho, cuando llegaron a Hernani con la idea, en 2021, la gente del pueblo no la entendió. Fue gracias a ir generando interés paulatinamente lo que despertó en la población las ganas de colaborar .
Desde el Ayuntamiento también comprendieron que era una fuente muy importante de información para saber cómo funcionan los flujos de dinero en el pueblo. Por ejemplo, ahora saben que cuando entra mucha cantidad de dinero en las cuentas es porque luego va a haber más compras. También comienzan a ver patrones de compra, con información agregada sobre los circuitos de dinero. Pueden saber qué sectores económicos están fuertes y qué sectores conviene reforzar con ayudas y otras medidas. Y pueden tener una radiografía de la economía del municipio. 

El siguiente paso es que el Ayuntamiento pueda hacer transacciones, como si fuera una cuenta bancaria. Si las autoridades municipales quieren dar una subvención o una licitación, puede hacerlo, por ejemplo, una parte en euros y otra con dinero que solo se pueda usar en el municipio si se quiere una bonificación.

Para ser autosostenibles, otro paso a dar es condicionar las bonificaciones, es decir, si un comercio local pone una bonificación, por ejemplo, del 1%, el Ayuntamiento agrega el 5% y luego carga al usuario una cuota. De esta manera, para acceder a las bonificaciones municipales habrá que aportar una pequeña paga de mantenimiento que oscila entre los 1,50 y los 1,95 euros al mes. Esta cantidad sale a cuenta si se compra con frecuencia en el pueblo.

Al ser una cooperativa de consumo, son las personas socias quienes votan y deciden lo que creen que es conveniente. Asociarse tiene un precio simbólico de 10 euros, que se devuelven si la persona quiere irse. Aunque no hace falta asociarse para usar el sistema. Para el Ayuntamiento, es una manera de encauzar el dinero hacia donde se necesita. Por ejemplo, si en Hernani no hubiera zapaterías, podría incentivar las compras para que las haya. O podría dar las bonificaciones a personas mayores o para comprar alimentos. 

La idea es que Ekhilur, al igual que otras cooperativas de consumo como Som Energia, crezca en forma de red. Otros Ayuntamientos pueden copiar el modelo y ampliar así las posibilidades.

Más información: ekhilur.eus