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La desigualdad, raíz de las guerras comerciales

Las disputas comerciales no son peleas entre países, sino el fruto de políticas favorables a los ricos a costa de la ciudadanía

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Mayo 2023 / 113

La creciente tensión comercial internacional, como la que protagonizan EE UU y China, se presenta generalmente como un conflicto entre países. Para el economista Michael Pettis y el periodista Matthew C. Klein, este enfoque está totalmente equivocado. En su opinión, son las desigualdades dentro de los países las que ocasionan los conflictos comerciales. La creciente desigualdad, subrayan, conduce a una sociedad de bajo consumo de bienes y servicios y alto endeudamiento. 

Este valioso y esencial libro rechaza la concepción asumida masivamente de que los problemas de las últimas décadas son conflictos geopolíticos. Para los autores, los chinos y los alemanes no son un mal por la mayor capacidad exportadora de sus empresas. Afirman que los problemas no están causados por unos caracteres nacionales incompatibles, sino por unas transferencias masivas de dinero dentro de cada país hacia los ricos y sus empresas. En el caso de China, el problema se origina por el aumento de las exportaciones a costa de deprimir el consumo interno y unas duras condiciones para sus trabajadores. Este comercio, a su vez, genera dificultades en los países importadores, obligados a cerrar empresas y a despedir trabajadores ante la llegada de productos baratos.

Los autores recogen los análisis del economista y crítico social británico John A. Hobson, que en 1902 señaló: “La necesidad de encontrar salidas para el excedente de capital que no puede encontrar inversiones factibles dentro del país era la explicación central del imperialismo estadounidense y europeo”. Pero Hobson replicaba: “La combinación tóxica de desigualdad e imperialismo podría ser pacíficamente resuelta cambiando la distribución de los ingresos”. Para Hobson, los mercados domésticos son capaces de una expansión infinita si la renta o el poder de compra se distribuyen de manera apropiada. Las innovadoras propuestas de Klein y Pettis se inspiran en esta filosofía: “Si queremos poner fin a las guerras comerciales antes de que sigan dañando la economía global y socavando la paz internacional, debemos, por tanto, solucionar los problemas paralelos de la desigualdad de los ingresos y la insana dependencia mundial del sistema financiero estadounidense”.

También hay advertencias para Europa. Los autores apuntan: “La zona euro es ahora la principal fuente mundial de desequilibrios globales”. Ante esta realidad consideran que la solución más práctica "es federalizar la política fiscal europea tanto como sea posible”.

Los desafíos actuales pueden parecer difíciles, pero los autores recuerdan que los gobiernos aliados crearon un nuevo sistema económico después de la Segunda Guerra Mundial fortaleciendo su democracia social, garantizando unas mejores condiciones de vida para trabajadores y jubilados. “Sus soluciones fueron imperfectas (...), pero se basaron en los valores del igualitarismo, la cooperación global y la paz”. Y concluyen: “Los pueblos del mundo merecen una respuesta comparable a los desafíos de hoy”.