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Un fraude muy real

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Septiembre 2021 / 94

Llevamos años con aluminosis en el andamiaje institucional surgido de la Transición. Fue un gran éxito, sí, en la medida en que permitió construir una democracia, pero lo hizo aplazando los debates decimonónicos clave y, por tanto, sin llegarlos a resolver. Uno de estos debates históricos es el de la Monarquía, que para evitar el referéndum se quiso incrustar en la democracia como si fuera una parte intrínseca e indivisible, a través de la Constitución, y ahora estamos presos de aquella decisión: la crisis de la Monarquía es también, en cierta manera, la crisis del sistema.

¿Pecaditos?

Esta premisa quizá ayuda a entender el empeño que ponen tantos —mucho más allá de los cortesanos— por tratar de reducir dicha crisis a unos pecaditos del hoy rey emérito, Juan Carlos I, que comió la manzana prohibida ofrecida por una pérfida Eva contemporánea de la mano de un oscuro policía al que ahora nadie parece conocer. Pero una realidad mucho más desagradable asoma en el importante libro del experimentado periodista de investigación Ernesto Ekaizer, que, con precisión quirúrgica, y arropado de toda la documentación oficial y del conocimiento tanto del mundo jurídico-económico como de la literatura clásica (en particular, de las tragedias de Shakespeare), desmenuza las investigaciones judiciales que cercan al rey emérito. Lo que se observa, con las cartas encima de la mesa, no es ya un problema concreto, sino estructural de la Monarquía y, dadas las peculiaridades de la Transición, del conjunto del andamiaje institucional.

Ello es así porque el libro demuestra que “la historia de un fraude”, como reza el subtítulo, va mucho más allá de este supuesto fraude concreto sobre el que se pone la lupa a partir de los 100 millones de dólares que el “hermano” de Arabia Saudí supuestamente regala al entonces rey Juan Carlos I. Tiene un origen más profundo y Ekaizer había encontrado huellas en investigaciones anteriores: el esquema de financiación de la Monarquía, construido por “amigos” y tolerado por las instituciones, incluido el CNI, es opaco y turbio desde hace décadas. Y, en tanto que estructural, va más allá de la figura del emérito, por mucho que este se vea obligado ahora a purgar sus pecaditos en solitario y en el Golfo Pérsico: aún nadie ha sido capaz de aclarar cómo es posible que lo más granado de la familia real, Felipe VI incluido, fuera beneficiario de las fundaciones de Liechtenstein y Panamá, por donde circulaba el dinero regalado por los “amigos”.

El libro incluye varias exclusivas y abundante documentación de gran valor, extraída del procedimiento que dirige en Suiza el fiscal Yves Bertossa, como los interrogatorios a los gestores de confianza de las finanzas de la Monarquía, el largo y detallado documento que los abogados de Corinna Larsen remitieron a Felipe VI, así como los estatutos de las fundaciones offshore, entre otros.

Es un libro importante que no puede ser ignorado, ya ni siquiera por los partidarios de la política del avestruz.