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La previsión económica como literatura fantástica

Un servidor no puede dejar pasar una oportunidad para equivocarse. Preveo que la inflación va a doler más en 2023 que en 2022, aunque sea más baja.

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Enero 2023 / 109
En las librerías debería haber un expositor especial, situado entre la literatura de terror y la literatura fantástica, para las obras dedicadas a prever el futuro inmediato de la economía. Constituyen un género especial dentro de la ficción, con muchísima fantasía y, a veces, dosis importantes de terror. Nunca aciertan porque la realidad se empeña en inventar acontecimientos imprevisibles.
 

El futuro solo se adivina por casualidad. En 1898, un caballero llamado Morgan Robertson escribió una novela breve titulada Futilidad o el naufragio del Titán en la que contaba que el mayor transatlántico del mundo chocaba con un iceberg en su viaje inaugural y se hundía, con numerosas víctimas por carecer de suficientes botes salvavidas. Quién iba a suponer que 14 años después ocurriría exactamente eso con el Titanic.

Aciertos casuales
En 1981, otro caballero, Dean Koontz, publicó una novela de intriga y conspiraciones titulada Los ojos de la oscuridad: la trama ocurría en el futuro, en 2020, y se basaba en la aparición de un virus mortífero en la ciudad china de Wuhan.
 
Son aciertos casuales. Cuando alguien se pone en serio a predecir, lo más normal es que se equivoque. En 2019, el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció que 2020 sería un año de crecimiento económico moderado, pero estable, sin grandes problemas a la vista. Y entonces apareció la covid-19. El año 2021 comenzó con algo tan poco frecuente como un presidente de EE UU que intenta un golpe de Estado (en su propio país, en otro casi no habría sido noticia). Qué les voy a contar de 2022: tenía que ser el año de la alegría posterior a la pandemia y resultó ser el año de la guerra en Ucrania y el desastre energético para todo el mundo, salvo para las empresas energéticas.
Lo suyo, por tanto, consiste en esperar lo inesperado.
Pero un servidor no puede dejar pasar una oportunidad de equivocarse. Preveo, por tanto, que la inflación va a doler más en 2023 que en 2022, aunque sea más baja: los bancos centrales actuarán de forma más histérica y se agravará la pérdida de poder adquisitivo de los salarios.
 
En fin, ojalá las sorpresas de 2023 no sean demasiado desagradables.