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Abril 2023 / 112
Ilustración de Darío Adanti

Ilustración
Darío Adanti

Últimamente no nos sale un año bueno. Y el de ahora no pinta demasiado bien. Es lo que tiene la economía: si nada se mueve, mal; si todo se mueve, peor.

Lo más visible es el movimiento de la gente que protesta. En Francia, en Reino Unido, en Alemania, incluso en Israel, hay broncas tremendas por dos razones fundamentales: la arrogancia del poder y el maltrato a los trabajadores. Son dos caras de la misma moneda. El neoliberalismo está ideológicamente agotado, pero cuando se tiene la fuerza no hacen falta ideas y la restauración mundial del antiguo régimen, el vigente hasta 1945, sigue a buen paso: salarios, pensiones, sanidad pública, todo está en peligro.

La gente se mueve deprisa, especialmente cuando es perseguida por policías con porras. Hay algo, sin embargo, mucho más rápido que las personas. El dinero es más veloz que nadie. Y ahora circula como loco.

No vemos pasar el dinero por delante de nuestras narices porque el que se mueve no es generalmente el nuestro, aunque ese también se va deprisa de nuestras manos, sino el otro, el que circula por las venas electrónicas del sistema.

Durante los largos años en que la inflación permaneció pegada al cero, los bancos tomaron posiciones a largo plazo en productos de baja rentabilidad, del 2%, pongamos. Se dedicaban mucho a la doble ventanilla: sacaban dinero gratis de los bancos centrales en la primera ventanilla y, en la segunda, invertían en deuda pública.

No hacen falta muchos estudios para eso, ni sueldos multimillonarios, pero así es la vida en el mundillo financiero.

 

Deprisa, deprisa

Ahora hay bancos que, cargados de títulos poco rentables para una inflación que no amaina, huelen a muerto. O a gangrena, en el mejor de los casos. Y el dinero huye de ellos. Es lo que ha pasado con gigantes que llevan tiempo arrastrándose (y delinquiendo), como Credit Suisse y Deutsche Bank. Se van los inversores y se van los depósitos.

¿Dónde se va ese dinero? A los fondos de mercado monetario, que hacen inversiones a 24 horas vista. Compran por la mañana, cobran a mediodía y venden antes de cenar. Deprisa, deprisa. A finales de marzo de 2023, los fondos de mercado monetario movían diariamente casi 5,5 billones de dólares. El gran dinero huye de su propia sombra: la que proyectan colosos tambaleantes como el Deutsche Bank, una entidad que pesa 1,5 billones de euros y que nadie, ni el Gobierno alemán, podría sostener en caso de caída.

Pues eso. Otro año movidito.