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Argentina-Brasil: más ilusión que realidad

Los presidentes Lula y Alberto Fernández anuncian una moneda común, pero su puesta en marcha está aún lejos

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Marzo 2023 / 111
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Lula da Silva y Alberto Fernández

Fotografía
Ricardo Stuckert/PR

El 22 de enero, los presidentes Lula da Silva y Alberto Fernández se dieron la mano, un abrazo y anunciaron que trabajarían para concretar una moneda común entre Brasil y Argentina. ¿El nombre? “Sur”. Fue en el contexto del anuncio de un plan para reforzar las relaciones bilaterales con varios proyectos económicos y de infraestructuras durante la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Buenos Aires, una declaración con más ilusión política que realidad económica.

Economías desiguales
La repercusión inmediata y regional se sintió, al menos durante unos días. Hay motivos para pensar que este proyecto es necesario. Sin embargo, y para empezar, las situaciones económicas de ambos países son muy desiguales. A pesar de los graves problemas políticos y sociales que dejó Jair Bolsonaro, la incipiente estabilidad económica permite al presidente Lula, al menos, planificar el año presupuestario. Brasil cerró el año 2022 con una cifra importante de reservas en divisas: unos 360.000 millones de dólares y una inflación del 5,79% en todo el año. El panorama argentino es muy distinto: las reservas del Banco Central rondan los 40.000 millones y la inflación del año pasado fue del 94,8%. Con solo estos dos indicadores, pensar en la creación de una moneda común que pueda reemplazar al dólar para las transacciones entre ambos países suena utópico. El proyecto no es nuevo y varía en sus intenciones de acuerdo con la coyuntura de cada país. Hoy Argentina busca retener divisas y equilibrar la balanza con Brasil, que busca independencia y liderazgo en la región: es decir, es más un objetivo geopolítico. 
Andrés Malamud, politólogo argentino y profesor e investigador de la Universidad de Lisboa, explica que una moneda cumple tres funciones: unidad de cuenta, medio de pago y reserva de valor. “El peso argentino cumple media función: medio de pago para pequeñas transacciones. Nadie ahorra en pesos (reserva de valor) y los bienes masivos como inmobiliarios o automóviles se cotizan en moneda extranjera (unidad de cuenta) y, a veces, también se pagan en moneda extranjera (medio de pago). Por eso, en Argentina suena razonable colgarse de una moneda ajena, se llame dólar, real o sur. Pero los países normales, como Brasil, no abdican de su soberanía monetaria sin obtener algo a cambio. ¿Por qué van a atar su moneda a un país que representa menos del 10% de su comercio exterior y tiene 100% de inflación?”. La pregunta de Malamud cobra sentido. 


Mientras tanto, en Brasil la noticia desapareció rápidamente de los diarios y los debates, que están más enfocados en el destino del bolsonarismo (y de Bolsonaro), la estabilidad política de Lula y la profunda brecha económica que divide al país. De hecho, Simone Tebet, ministra de Planificación y Presupuesto, declaró en la primera semana de febrero que Argentina y Brasil no trabajan ni hablan de la implementación de una moneda común que opere en América Latina. Tebet afirmó: "Hubo mucho ruido" sobre la propuesta hecha por los mandatarios sudamericanos y aclaró que el tema es algo que "Brasil ya venía haciendo desde siempre en las transacciones comerciales y financieras". En este sentido, considera que su prioridad es reforzar y mejorar la relación entre los países del Mercosur y la Unión Europea.  

Debate regional
Sí es verdad que el asunto se volvió un tema político de debate en la región que evidenció la desconfianza en casos como el del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que rechazó la idea y se negó a sumarse a la creación de una moneda común latinoamericana para intercambios comerciales. "No estoy seguro de que sea una propuesta de Argentina y de Brasil. Nosotros no estaríamos de acuerdo; por muchas razones tenemos que seguir manteniendo como referencia el dólar", dijo. López Obrador se estaba adelantando a rechazar una invitación que nunca había recibido. 
El presidente chileno, Gabriel Boric, fue escueto y dijo que el proyecto era “interesante”, mientras que Nicolás Maduro, desde Caracas, ya quería sumarse a algo que ni siquiera se había volcado en un papel. El Nobel de Economía Paul Krugman descalificó la propuesta: “No sé a quién se le ocurrió esta idea, pero seguramente no fue alguien que supiera algo de economía monetaria internacional”.  

Como señaló el presidente Lula, se trata de un proyecto de largo plazo que no se va ejecutar en el corto, explica Rosendo Fraga,  director de la consultora Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, de Buenos Aires. “Para Brasil, es una idea más geopolítica que económica. Encaja con la idea del Sur Global que el presidente brasileño ha planteado. Para Argentina, en cambio, es un proyecto que lo ve como instrumento para estabilizar su economía y lograr estabilizar la moneda afectada por la inflación y, por consiguiente, la quiere implementar rápidamente. En lo que se puede avanzar es en realizar el comercio bilateral en la moneda de los dos países; dolarizar el intercambio comercial”. 
La historia por una moneda común no es nueva. La primera propuesta fue durante el Programa de Integración Argentina-Brasil, en 1987, bajo las presidencias de Raúl Alfonsín en Argentina y José Sarney en Brasil. Se acordó lanzar la moneda gaucho para el intercambio comercial bilateral con respaldo de un fondo de reserva binacional. La segunda, se propuso en la reunión del Consejo del Mercado Común (CMC) de 1997, en Montevideo. Carlos Menem, como presidente argentino,y Fernando Cardoso, por Brasil, lanzaron la idea sin que llegara a trabajarse seriamente en ella. La tercera fue durante la reunión del CMC en Florianópolis en 1999, y los presidentes eran el argentino Fernando de la Rúa y Cardoso. En 2019 hubo charlas, pero no negociaciones formales, entre el ministro bolsonarista Pedro Guedes y el argentino y macrista Nicolás Dujovne.

Controlar la inflación
La economista y política de la Unión Cívica Radical (integrante de la coalición Juntos por el Cambio) Beatriz Nofal escribió en el diario Clarín: “Dada la necesidad de perfeccionar y profundizar la unión aduanera, y en tanto no se formule y acuerde un programa de medidas concretas y realistas para resolver las asignaturas pendientes y avanzar en la coordinación macroeconómica, la propuesta de una moneda común parece como poco factible de realización y más bien como una distracción”. Fraga también apunta a una necesidad básica: “Mientras Argentina no ordene su macroeconomía y, en particular, no controle la inflación, no se podrá avanzar”.
La enorme masa de problemas políticos, económicos y sociales que ambos países sufren deja la discusión para más adelante, especialmente porque en octubre hay elecciones presidenciales en Argentina y, hoy por hoy, el juego está en pleno desarrollo y, como se dice dentro y fuera de las oficinas gubernamentales y partidarias, “puede ganar cualquiera”.