La aventura de crecer entre dos mundos

Arantxa Echevarria sorprendió hace cinco años con su ópera prima, Carmen y Lola, la historia de dos chicas gitanas que desafían los prejuicios de su entorno con una relación amorosa. La nueva película de la cineasta vasca aborda de nuevo el choque entre culturas y generaciones, esta vez con el foco puesto en la comunidad china de Madrid. Chinas es un drama con toques de comedia que nos habla del desarraigo y de la búsqueda de identidad en un ambiente hostil.

Rodada en el barrio de Usera, lugar de residencia de muchas familias chinas, la película nos  abre una ventana a una comunidad cada vez más numerosa pero desconocida para buena parte de  la ciudadanía, cuyo contacto con personas de origen chino suele limitarse a los restaurantes, los bazares y las tiendas de alimentación. El filme nos permite entrar en las casas donde viven y somos testigos de las dificultades y sinsabores de abrirse camino en una cultura tan lejana. También nos muestra de qué manera tan distinta viven la experiencia los padres, que hablan con dificultad el castellano y se aferran a su cultura de origen, y los hijos, que conviven con compañeros de instituto —españoles e hijos de inmigrantes de otros países— en un barrio de clase trabajadora. Y vemos cómo la segunda generación se resiste a seguir las costumbres del país de sus padres, desconocido para ellos y, al mismo tiempo, sufren discriminación por sus rasgos raciales.

Actrices revelación

Como ya ocurrió con Carmen y Lola, en Chinas sobresale el trabajo de actrices sin experiencia cinematográfica. No es extraño que el filme aspire a tres premios Goya en categorías de interpretación: mejor actriz revelación (Xinyi Ye y Yeju Yi) y mejor actor revelación (Julio Hu Chen). Pero quizás el mejor trabajo sea el de las niñas protagonistas —Daniela Shiman Yang, Ella Qiu y Valeria Fernández—, que no pueden aspirar a los galardones de la Academia por ser menores de 16 años.

La experiencia de la inmigración está raramente presente en las pantallas españolas. Hay pocas películas y series de televisión sobre el fenómeno, y los actores inmigrantes o descendientes de inmigrantes gozan de escasas oportunidades, todo ello a pesar de que España es un país cada vez más diverso en el que viven 6,5 millones de personas nacidas en otros lugares. Pese a sus fallos —el intento de abarcar demasiados temas y la presencia de algún personaje artificioso—, Chinas es, a la vez, una estimulante invitación a la reflexión sobre el hecho multicultural y un magnífico retrato de una España en proceso de cambio.