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Alarmante sangría en Palestina e Israel

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Noviembre 2023 / 118
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Niña palestina

Fotografía
Getty images

La velocidad de los acontecimientos en la guerra entre Israel y Palestina es tan acelerada que los riesgos de su extensión a otros países multiplica peligrosamente sus consecuencias hasta niveles incalculables. El desencadenante próximo de la conflagración ha sido el sorpresivo ataque de las milicias palestinas de Hamás a Israel del pasado 7 de octubre, que causó más de 1.400 víctimas, la mayoría civiles, y el secuestro de 220 personas, varias de ellas ya liberadas.

La represalia israelí con bombardeos masivos está arrasando la franja de Gaza, un pequeño territorio de 40 kilómetros de largo y entre 6 y 12 de ancho donde malviven acorralados más de dos millones de personas. Generaciones de refugiados, hijos y nietos de los palestinos expulsados de sus tierras desde que se creó el Estado de Israel en la antigua colonia británica, de acuerdo con Naciones Unidas, en 1948. En el momento de escribir estas líneas, el 24 de octubre, los bombardeos habían causado más de 5.700 muertos, de los que 2.300 eran niños. Un millón de palestinos obligados a desplazarse al sur de su diminuto territorio viven atemorizados pendientes de la temida ofensiva terrestre israelí.

Paralelamente, las fuerzas israelíes llevaban a cabo varias incursiones en Cisjordania, administrada por la Autoridad Palestina, causando un centenar de muertos. Al tiempo que se intensificaban los combates en la frontera con Líbano, donde se hallan las milicias de Hezbolá, con fuertes lazos con Irán.

El bloqueo total de Gaza ha creado una terrible crisis humanitaria por la falta de agua, electricidad, combustibles y alimento, con varios de sus hospitales destruidos.

Agravios legítimos

Detener los bombardeos y salvar la población palestina de la cárcel abierta en que se ha convertido Gaza está centrando los esfuerzos de Naciones Unidas, carente de un poder efectivo, y de la Unión  Europea, incapaz de unificar sus posiciones. El secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ha hecho reiterados llamamientos para desescalar la guerra, exigiendo a Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, que permita la ayuda humanitaria a los palestinos, y a Hamas, la liberación de los rehenes. Guterres explicitó la posición de Naciones Unidas:  “Estoy en Egipto para mostrar el apoyo masivo al pueblo de Gaza”. Recordó: “El pueblo palestino tiene agravios legítimos y profundos después de 56 años de ocupación”.

Lamentablemente, la posición de la UE es muy indecisa, lo que está provocando una creciente desafección entre los ciudadanos. La primera respuesta fue un viaje de la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen a Jerusalén, que se interpretó como un claro apoyo a Israel. La mala conciencia de los gobernantes alemanes por el recuerdo del Holocausto nazi condiciona seriamente sus decisiones políticas. La posición de la Unión fue inmediatamente corregida por el jefe de la diplomacia europea Josep Borrell, que ha condenado la acción de Hamás pero ha recordado: “No se puede cortar el agua y los servicios a la población y hay unas normas en la guerra”. El presidente Pedro Sánchez defiende la postura de Naciones Unidas de crear dos Estados.

Joe Biden, presidente de EE UU, el aliado fundamental de Israel, le ha reiterado su apoyo militar y económico, pero ha exhortado a Netanyahu, a “no dejarse llevar por la rabia”. EE UU es el actor con más medios para reconducir el conflicto y ha bloqueado varias resoluciones de Naciones Unidas, 26 de las cuales han sido incumplidas por Israel.

Más odio

El momento más favorable a una entente entre árabes e israelíes fue en 1993 con los Acuerdos de Oslo, entre Yasir Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y el primer ministro israelí, Isaac Rabin, auspiciado por el presidente estadounidense Bill Clinton. El entendimiento, fundamentado por la moderación de ambos líderes, fue truncado por asesinato de Rabin en 1995 a manos de ultranacionalista israelí.

En los últimos años los radicales han ganado terreno en ambas partes. Netanyahu tiene una gran responsabilidad. Con el apoyo de la extrema derecha, ha ninguneado a la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas, fortaleciendo a los radicales de Hamás, como ha recordado el exministro israelí Shlomo Ben Ami. El resultado ha sido más odio. A pesar de sus límites, Europa debe comprometerse más rechazando explícitamente los excesos de ambas partes. Sin esperanza para Palestina no habrá seguridad para Israel.