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La maldición de ser joven en España

Lo más preocupante es que la imposible emancipación de los jóvenes no forma parte de las prioridades del Gobierno ni del debate político.

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Enero 2023 / 109

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Getty images

Es indudable que España ha registrado una fuerte recuperación económica tras la debacle de la pandemia de la covid-19 y la brutal espiral de los precios agravada por la guerra de Ucrania. Según la Comisión Europea, la economía española crecerá más que la media de la zona euro en 2022, 2023 y 2024. Al mismo tiempo, las medidas del Gobierno han rebajado intensamente la inflación hasta el 6,8%, frente al 10,1% del conjunto de los países de la moneda única. En materia de empleo, el aumento de 677.277 cotizantes a la Seguridad Social en los últimos 12 meses es otro dato positivo. La situación social ha contado con importantes mejoras, como una subida de las pensiones del 8,5%, que en el caso de las no contributivas es del 15%.
A la vista de los principales indicadores , las políticas del Gobierno han contribuido decisivamente a aliviar las condiciones de vida de los más necesitados. De haberse aplicado las ideas que propugna la oposición conservadora, que se ha opuesto a las mismas, la situación sería mucho más dramática.

La emancipación de los jóvenes no forma parte del debate público

 
Sin embargo, las estadísticas macroeconómicas no recogen la realidad social en toda su extensión y gravedad. Determinados colectivos, como los niños y los jóvenes, están sufriendo una verdadera segregación social. El aumento de la pobreza infantil, la precariedad laboral de los jóvenes y los imposibles precios de la vivienda, que impiden la emancipación, configuran un futuro verdaderamente insostenible. Una avalancha de estadísticas proporciona datos alarmantes que deberían urgir a las autoridades a buscar alternativas inmediatas a esta situación. 
 
Una generación, dos crisis
La proporción de menores de 16 años en riesgo de pobreza ha aumentado durante los cuatro últimos años, hasta alcanzar el 28,7% en 2021, según la última Encuesta de Condiciones de Vida, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Se trata de 11 puntos más que el riesgo de pobreza de los mayores de 65 años, (17,5%). Sobre este mismo colectivo, el informe Foessa ofrece unos resultados igualmente preocupantes. Destaca en primer lugar que hay un grupo de jóvenes que ha experimentado ya dos crisis muy importantes en una fase esencial de sus proyectos vitales.  El estudio recuerda que los jóvenes que tenían 18 años en 2008 llegaron a la crisis de la covid-19 con 30 años. La consecuencia es que hay 2,7 millones de jóvenes entre 16 y 34 años afectados por procesos de exclusión social. La situación de las mujeres jóvenes ha empeorado el doble que la de los varones.
Por su parte, el Observatorio de Emancipación de la Juventud del primer semestre de 2022  proporciona un dato que revela la insostenibilidad de la situación: “La juventud tiene una capacidad adquisitiva el 22,65% inferior a la que tenía en 2008”. Esto lleva al observatorio a afirmar que ser una persona joven en España "se ha convertido en una maldición, una patología de la que nos recuperamos cuando dejamos de ser jóvenes”.

Urge dar respuesta a una generación de la que depende el futuro

 
Una de las consecuencias más negativas de esta situación es la baja tasa de emancipación. En el primer semestre de 2022, en España solo lograron emanciparse el 15,9% de los jóvenes, todavía por debajo de los niveles previos a la pandemia (el 18,7% en 2019) y muy alejada de los estándares europeos (32,1%).
La baja tasa de emancipación está directamente relacionada con el precio de la vivienda y la precariedad laboral. La mayoría de jóvenes opta por el alquiler, cuyos precios llevan subiendo casi ininterrumpidamente desde 2009. Una persona joven que quiera alquilar un piso en solitario debe dedicar a pagarlo el 85,10% de su salario neto, según este observatorio. Ante la imposibilidad de esta opción, uno de cada tres jóvenes tiene que compartir vivienda. Sin embargo, el coste de las habitaciones también resulta exageradamente caro y representa de media el 26,8% del salario neto. Los alquileres de Madrid y Barcelona superan ampliamente los 1.000 euros mensuales, el equivalente al salario mínimo interprofesional (SMI).
Lo más preocupante es que la imposible emancipación de los jóvenes no forma parte de las prioridades del Gobierno ni del debate político. Urge dar una respuesta efectiva a una generación entera de la que depende el futuro del país.