Hegemónicos, pero no mayoritarios
El independentismo ha ganado las elecciones autonómicas en Catalunya, pero ha perdido el referéndum. La sociedad ha quedado dividida, y aun así los soberanistas siguen instalados en su realismo mágico
En el pequeño libro Las cuentas y los cuentos de la independencia, escrito junto con Joan Llorach (que se ha convertido en un inesperado best seller, con 22.000 ejemplares vendidos en 15 días), ambos exponíamos la hipótesis de que el independentismo era hegemónico en la sociedad catalana, pero que no estaba claro que fuera mayoritario. Y los resultados electorales lo han confirmado. Pero esta vez, el análisis de los resultados se presta, más que nunca, a controversia, y a ello voy a dedicar este artículo.
Para saber quién ha ganado esas elecciones, hay que empezar preguntándose de qué clase de elecciones se trataba.
LA IMPORTANCIA DE GOBERNAR
Quien las convocó anticipadamente, el mismo presidente, Artur Mas, que también las había anticipado en el año 2012, quiso darles el carácter de plebiscito sobre la independencia de Catalunya, como la única cuestión sobre la que los electores debían pronunciarse. Tanto quisieron obviar que también eran unas elecciones de las que debía salir un parlamento que a su vez debía escoger un gobierno, que consideraron que quien lo fuese a presidir no tenía ninguna importancia.
En 2012, Mas creyó que el poble le daría la mayoría absoluta y quedo rehén de ERC. Ahora se ha quedado en manos de la CUP. La incógnita es si al final la CUP aceptará prestarle dos votos a cambio de que se comprometa a iniciar un proceso revolucionario declarando la ruptura ipso facto con España como primer paso de la instauración de una Republica Popular Catalana.
Entonces, ¿quién ha ganado las elecciones y para qué?
Si de un referéndum se trataba, Mas y Oriol Junqueras lo han perdido. La aritmética indica que su proyecto independentista no ha alcanzado la mayoría de los votos. Por las razones que sean, y sin duda habrán sido muy diferentes para unos votantes y para otros, la mayoría de catalanes ha votado por partidos políticos que no apoyan la independencia o han votado en blanco o nulo. Esta es la realidad. Pero el independentismo sigue instalado en su realismo mágico. Con menos del 48% de los votos, sus declaraciones han sido las mismas que las que hubieran hecho con el 60% de los votos: proclaman que existe un mandato democrático para empezar el proceso unilateral de independencia sin respetar la Constitución española ni el propio Estatuto de Autonomía.
El independentismo hace el discurso del que gana con el 60% de votos
Se verá la solidez de la alianza entre antisistema y clase media burguesa
Mas se presenta como el vencedor de un referéndum en el que la opción independentista ha ganado por mayoría de votos y de escaños. El independentismo continúa sin aceptar cualquier hecho que no encaje en su narrativa de “liberación nacional.”
Han perdido el “referéndum”, pero han ganado las elecciones. En número de escaños, el aglomerado C (sin la U)+ERC ha ganado claramente las elecciones autonómicas. Juntos han obtenido 62 diputados y el 39,6% de los votos, más del doble del partido que le sigue. Pero la alianza de los partidos de Mas y Junqueras ha perdido nueve diputados con respecto a los que obtuvieron CiU y ERC por separado en las elecciones de 2012. Además, entonces obtuvieron el 44,4% de los votos. Nunca en la historia electoral de Catalunya la suma de votos de CiU y ERC se había quedado por debajo del 40% y nunca la suma de sus escaños había estado por debajo de los que ahora han obtenido.
Cierto, está la CUP. Con sus 10 escaños, el independentismo sí alcanza la mayoría absoluta, aunque tampoco sume la mayoría de votos. La CUP, con sólo 10 diputados, no puede imponer su programa a Jxsí. Pero Mas y Junqueras, con sólo 62, tampoco pueden imponer el suyo a los 73 restantes. Mas no puede formar gobierno, depende necesariamente de la CUP, fuerza anticapitalista que desea la salida de la UE y de la OTAN, de la OMC y de todas partes. Con estos mimbres, eso de gobernar, si de eso se trata, se antoja un poco difícil. Y con esta alianza, si se produce, el independentismo estará aún más aislado .
Lo que ha quedado claro es que la mayoría de catalanes no ha votado por la independencia. Con menos del 48 % de los votos no se puede imponer una transformación tan radical del propio Estatuto como es la declaración de independencia. Y si la CUP es fiel a sus planteamientos, de que sin mayoría electoral no hay fuerza suficiente para declarar la independencia aunque el sistema electoral haya convertido una mayoría relativa de votos en una mayoría absoluta de escaños, en buena lógica se debería dejar para mejor ocasión la propuesta de independencia express que proponían Mas y Junqueras.
Pero hace tiempo que hemos dejado la lógica atrás. Mucho me temo que los planteamientos electorales de la CUP se los lleve el viento de la oportunidad y que al final la CUP, a pesar de sus reiteradas negativas, le prestará un par de votos a Mas para evitar otras elecciones. Mas seguirá ganando perdiendo, pero hay que preguntarse por la solidez y la coherencia de esa alianza entre las clases medias de la burguesía catalana y un movimiento antisistema. Claro que como tampoco se trata de gobernar, sino de seguir con el procés hacia la independencia, a lo mejor aguantan un poco. También ha quedado claro que la sociedad catalana está profundamente dividida en dos.
El independentismo se asienta en la ‘Catalunya vella’, en el interior
El electorado que suele ignorar las autonómicas ha querido votar
La novedad electoral es la irrupción de nuevos actores
Los resultados muestran cómo el territorio catalán se divide claramente en dos zonas, en las que se concentra el apoyo electoral a los dos grandes bloques que se enfrentaban en estas elecciones.
El voto independentista se asienta en el interior de Catalunya, la Catalunya vella, caracterizada por municipios pequeños y medianos de base agraria, con cierta actividad industrial y con escasa presencia de inmigración castellanohablante. Este territorio era el feudo de CiU, allí empezó la expansión de ERC en los años noventa y hoy lo ha sido también de la CUP.
CATALUNYA CATALANA Y MESTIZA
Las fuerzas no independentistas se concentran en la conurbación de Barcelona, pero se extienden a lo largo de la costa desde la de Girona hasta la de Tarragona. Son las ciudades más pobladas, los núcleos industriales de los alrededores de la capital donde se concentra la inmigración.
Esta zona ha sido la cuna del voto de la izquierda y lo sigue siendo del voto de PSC o ICV, y recientemente de Ciudadanos (C’s). Este territorio ha mostrado un marcado desinterés por las elecciones autonómicas, pero esta vez, entre el sí o el no, sus electores se han movilizado como nunca y han optado por el no a la independencia. La novedad es que lo han hecho también por la opción nueva, C’s, frente a la vieja, el PSC, que ha perdido una parte importante de su implantación en esa área.
Se puede, pues, decir que el mapa electoral del 27 de septiembre es el mismo que se repite desde 1977 y que marca la divisoria entre la Catalunya nacionalista y la de la izquierda, la rural y la urbana, la catalana y la mestiza. La novedad es la aparición de nuevos agentes políticos: la CUP haciéndose un hueco en el campo independentista , y convirtiéndose en un actor fundamental en lo que vaya a ocurrir, y C’s como fuerza más votada entre las que se oponen, o no apoyan, la independencia. Quizá sea el prólogo al papel importante que vaya a ejercer en la escena política española después de que nos comamos el turrón.