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Sobre el uso de la palabra ‘decrecimiento’

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Julio 2013 / 5

En Alternativas Económicas de junio de 2013, mi amigo y hermano de ideas políticas y económicas desde hace 40 años José Manuel Naredo reitera su oposición al uso de la palabra decrecimiento, cuyo “mordiente crítico” en España ha bajado con la crisis. Ya hemos decrecido bastante. Efectivamente, escribe Naredo, el uso de materiales en la economía de la Comunidad de Madrid ha caído el 50%. Predicar el decrecimiento en Madrid puede parecer ahora como predicarlo en Haití: no es el momento suponiendo que lo haya sido alguna vez, es un insulto a los parados y a los pobres.

Pero el debate de activistas y profesores en Europa y en el mundo sobre decrecimiento económico socialmente sostenible nacido hace más de 10 años, inspirado por Georgescu-Roegen y también por André Gorz, Ivan Illich, etc., incluido Sicco Mansholt en su breve paso en 1972 como presidente de la Comisión Europea, ni nació en España ni se centra en España. Los debates intelectuales en España suelen ser de segunda mano. “Las ideas en España” es casi un oxymoron.

Lejos de perder mordiente crítico, los congresos sobre decrecimiento con muchos activistas y economistas ecológicos jóvenes, tienen cada vez más éxito, desde París en 2008, Barcelona en 2010, Montreal y Venecia en 2012, y el próximo en Leipzig en 2014. Abundan los libros y artículos sobre decrecimiento (o poscrecimiento), y son muchos más los activistas que intentan y lograr vivir conscientemente con prácticas decrecentistas.

Otro punto, más erudito, es que el propio Georgescu-Roegen (1906-1994) estaba orgulloso del título de su libro de 1979 que reunía diversos textos en francés. Así lo expresó en un fax a Paul Samuelson en 1992, en el  que se quejaba del escaso eco de sus ideas entre los economistas ortodoxos, incluido Samuelson. Le decía irónicamente: “Mis ideas son imposibles, ya entiendo tu silencio. Fíjate qué malo soy, qué agorero y fatalista [doomsayer] que hasta he publicado un libro que se llama Demain la décroissance”. Finalmente, pienso que el debate entre Herman Daly y Georgescu Roegen al que Naredo se refiere, ha sido aclarado en artículos recientes por Christian Kerschner. En ellos, el decrecimiento se interpreta como un paso hacia el steady state de Daly. También es relevante el artículo de Clément Levallois,  “Can de-growth be considered a policy option. A historical note on Nicholas Georgescu-Roegen and the Club of Rome”, en Ecological Economics (2010).

Joan Martínez Alier