Te quedan 0 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

“Fue toda una conmoción cultural” // Patrick Viveret

Comparte
Pertenece a la revista
Mayo 2018 / 58
FOTO: MILA CORDEIRO / AGECOM

Entrevista a Patrick Viveret, filósofo: El movimiento tuvo una enorme fecundidad porque comenzó con un desafío que estaba en la intersección de lo personal y lo social.

Patrick Viveret, entonces estudiante de filosofía en Nanterre, participó en los acontecimientos de 1968. Filósofo y ensayista, Viveret, uno de los animadores de la corriente autogestionaria en los años 1970 que sigue activo en los movimientos antiglobalización, señala que Mayo del 68 carecía de lenguaje propio para expresar sus reivindicaciones.

 

¿Qué papel desempeñó en mayo del 68?

El 22 de marzo de 1968 yo tenía 20 años, era estudiante de Filosofía en Nanterre y residía en la ciudad universitaria. Las primeras motivaciones de lo que después se denominaría el Movimiento del 22 de marzo, estaban relacionadas con un problema que no era directamente político sino social: la discriminación entre el acceso al edificio de la ciudad universitaria reservado a los chicos y el reservado a las chicas. Éstas podían ir al edificio de los chicos, pero los chicos no podían ir al de las chicas. Nuestras "camaradas mujeres" como decíamos entonces, quisieron que invadiéramos pacíficamente su edificio.

"La protesta empezó siendo más social que política"

"El fracaso político llegó con el triunfo electoral gaullista"

"El movimiento carecía de un lenguaje político propio"

En este contexto de gran ebullición nos enteramos de la detención de un militante del Comité Vietnam nacional en una manifestación contra la American Express. Por solidaridad, decidimos ocupar el edificio administrativo de la facultad de Nanterre, lo que sirvió de detonante del movimiento de mayo en la Sorbona. El hecho de que Mayo del 68 comenzara con un desafío que estaba en la intersección de lo personal y lo social le dotó de una enorme fecundidad, aunque el fracaso político llegara enseguida con el aplastante triunfo gaullista en las elecciones del mes de junio.

 

¿Qué le inspiraba a usted entonces desde el punto de vista político?

Me había marcado mucho un libro de André Gorz, El socialismo difícil, en el que predicaba el reformismo radical, entendiendo la palabra "radical" en el sentido raciniano del término. Defendí este enfoque en el seno del Movimiento del 22 de marzo, lo que hizo que me acusaran de "derechista". Aunque fuera unido a "radical", el término "reformismo" era inaceptable en esa asamblea.

"No llegó a establecerse un lazo entre obreros y estudiantes"

"El sindicato CGT nos consideraba pequeñoburgueses"

Pero Dany Cohn-Bendit me dejaba actuar. Decía "evidentemente estoy en desacuerdo con el discurso derechista del camarada Vivert, pero os recuerdo que en el seno del Movimiento del 22 de marzo todo el mundo tiene derecho a la palabra". Él estaba entonces en una posición anarquista bastante clásica, pero tenía la intuición de que lo que daba fuerza al Mayo del 68 no procedía tanto de la política revolucionaria como de la conmoción conductual y cultural que significaba.

 

¿Cómo analiza los acontecimientos de mayo?

Aparte de los libros de André Gorz, una obra como La toma de la palabra, escrito entre mayo y septiembre de ese año por Michel de Certeau, puso palabras a las intuiciones. Para Certeau, la fractura introducida por Mayo del 68 era tan inédita que carecía de lenguaje para expresarse. Así que la recuperaron los "lenguajes anteriores", como los discursos neoleninistas o neomaoístas, a pesar de no estar adaptados a esa fractura cultural. De hecho, la mayoría de los actores de extrema izquierda consideraban que los temas vehiculados por los eslóganes de Mayo del 68 como "Dejemos de perder la vida ganándonosla" eran propios del hedonismo pequeñoburgués… Unos años después de Mayo del 68, el movimiento autogestionario intentará encontrar un lenguaje político. Pero en 1968 no existía.

 

¿Qué lazo había entre los estudiantes y los obreros?

No llegaba a establecerse ningún lazo, pues el movimiento obrero estaba totalmente captado por la lógica de la defensa del trabajo y del salariado. Además, el principal actor sindical de entonces, la CGT, consideraba a los estudiantes como pequeñoburgueses desfasados. El sindicato que mejor comprendió Mayo del 68 fue la CFDT, con un personaje extraordinariamente anticipador, Edmond Maire, que se dio cuenta de que superar el ciclo metro-curro-cama era un tema real, incluso para el sindicalismo. Y en los años 1970, cuando los trabajadores del fabricante de relojes Lip afirman que "la fábrica está allí donde están los trabajadores" demuestran su capacidad de distinguir, como decía André Gorz, entre trabajo obligado y trabajo elegido.