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15. Redes sociales

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Febrero 2014 / 1

La explosión de las redes sociales y el uso de Internet han multiplicado el rastro que los ciudadanos van dejando sobre sí mismos. Esta información pasa a ser propiedad de la empresa que gestiona la plataforma sobre la que operan los ciudadanos (llámese Facebook, Google o Twitter) y pueden explotarla con fines comerciales o ponerla eventualmente a disposición del Gobierno que lo solicite. Algunas iniciativas tratan de replicar las herramientas, pero  salvaguardando la intimidad de los usuarios.

El prodigio de Internet nos permite zambullirnos en un pozo sin fondo de información. Pero pocas veces caemos en la cuenta de que nosotros, nuestra vida, nuestro trabajo, nuestros gustos, nuestras necesidades, nuestras obsesiones o nuestros amigos forman parte de esa masa ingente de datos. De la generación 2.0 en adelante, se asume el pacto no escrito de que cualquier persona suma más compartiendo información, exponiendo la propia biografía, sus ideas y sus idas y venidas que batallando a contracorriente por ocultarlas en un universo donde el común de los mortales va dejando rastro de su vida a cada instante a golpe de clic.

Puede que seas de los discretos ante la madre de todas las redes sociales, Facebook, que ya ha cumplido diez años y se ha convertido en la gran ventana del género humano. Las fotos y exhibicionismos cuentan cosas de uno, por supuesto (lo mismo que el canto a los cuatro vientos de las posiciones ideológicas a través de Twitter). Pero, de otro modo, el esmero en los filtros e incluso los silencios lo hacen. Los más cuidadosos cierran su perfil, o partes de su biografía, de modo que el acceso a según qué partes quede vetada a compañeros de trabajo o a familiares. O se doctoran en la eliminación de fotos y en el bloqueo de ex parejas incómodas.


BOMBARDEO

Pero existe un lugar donde siempre se estará desnudo, de pies a cabeza, como un gran continente de datos; es ante la empresa que contiene todos los secretos. Los límites de lo que hace con ellos son tan porosos que cuando alguien bucea en la Red para encontrar un piso, un vuelo o un coche, al poco es pasto de bombardeo publicitario de inmobiliarias, de ofertas de compañías aéreas y de tentadoras fotos del último modelo de híbridos o de cafeteras de segunda mano. Estupenda eficacia: las empresas saben qué deseamos y no pierden el tiempo llamando a la puerta de quienes no desean sus productos. Buena parte de ellas tienen sus reglas cuando se trata de compartir información con otras sociedades.

Los navegadores suelen incluir una opción (en Herramientas) que permite navegar “de incógnito” o en modo “privacidad” (de Google Chrome a Firefox, pasando por Safari o Explorer). Emplearla permite que el siguiente que se siente en tu ordenador, tableta o teléfono no averigüe tus historiales de navegación ni vea las descargas previas. Pero el administrador del sistema y el proveedor de acceso a Internet siguen igual de informados, de modo que el usuario continúa igualmente desnudo ante el Gran Hermano. A partir de ahí, si urge eliminar algo como si nunca hubiera existido, el programa CCleaner ayuda a borrar el rastro (eso sí, con tiempo) en el disco duro, en un disco externo, una llave USB o una unidad de red. Ni rastro del historial de cookies. Nadie sabrá qué hiciste con el ordenador. Pero insistimos. Eso vale para la máquina. En este sentido, si trabajas con varias personas en un mismo ordenador, la posibilidad que te ofrece la máquina de guardar la contraseña, mejor te la quitas de la cabeza y te molestas en teclearla cada vez que entres.


CÓMO ESCAPAR DEL CONTROL

A los más aguerridos soldados dispuestos a escapar del control de las comunicaciones electrónicas, les conviene conocer Tor Project. Valga decir que, al ser un Internet sin control, es pasto de delincuentes. Otra posibilidad para los más preocupados es recurrir al Proxi y descargarse un programa que enmascare su dirección IP.

En las redes sociales, quien encuentre alguna gracia en volcar reflexiones anónimas, historias huérfanas, mensajes sin desvelar su identidad, siempre podrá recurrir a Towmin, aunque no es masiva. Hoy, lo más parecido a una red descentralizada, libre, financiada con donaciones y en la que no hay que firmar que se está de acuerdo con que ninguna corporación pueda conocer y usar los datos propios es Diáspora. Ni siquiera es necesario mostrar en ella la verdadera identidad. No hay un gran sistema central que almacene todos los datos, que sea propiedad de nadie. El control que da sobre lo que se puede o no compartir (y, sobre todo, con quién) es mucho mayor.

En todo caso, en la vida digital más vale no abrir ningún archivo ni ejecutar ningún programa que mande alguien desconocido. Es una excelente recomendación de la Agencia de Protección de Datos que deberíamos seguir por sistema. Lo mismo que la de utilizar siempre algún antispam para filtrar los mensajes que no deseemos.

ENTIDADES

DIÁSPORA

https://joindiaspora.com/

N-1

http://n-1.cc/

TOR PROJECT

www.torproject.org

DUCK DUCK (buscador)

https://duckduckgo.com/

WOW VPN (proxy)

www.wowvpn.com

TOWMIN (correos anónimos)

www.towmin.com