3. Aval mancomunado personal
Los avales son el último obstáculo para obtener un crédito, y no precisamente el menor. La economía social está ensayando nuevas fórmulas para fragmentar el aval entre toda la base social de la entidad que solicita el crédito y reducir al máximo los costes generados por los intermediarios. El enfoque bancario convencional debe de considerarlo un riesgo, pero en la base del mecanismo está la confianza entre socios. El resultado es que la tasa de morosidad es muy inferior a la media del sector financiero.
Las dificultades para obtener crédito son aún mayores para la economía social, que no siempre suele ser bien vista por la banca tradicional, más acostumbrada a tratar con empresas mercantiles. Pero al problema del crédito hay que sumarle luego el del aval, que encarece aún más la financiación y que puede echar hacia atrás la mejor iniciativa tanto por la dificultad de conseguirlo como por que luego sea aceptado.
Una de las aportaciones más interesantes de Coop57, cooperativa de servicios financieros para la economía social, es la del aval mancomunado personal, que en muchos casos resuelve un problema que antes parecía irresoluble.
La idea básica es diseminar el aval entre un gran número de personas comprometidas con el proyecto para el que se solicita financiación. Cada persona que participa del aval mancomunado deberá responder solo de su porción de aval en el caso de que llegue a ejecutarse porque no se ha podido devolver el crédito.
Un ejemplo: imaginemos que una entidad necesita 10.000 euros para organizar una gran feria de la economía social. Para conseguir el crédito, precisa el aval que el financiador exige por si no puede devolverlo y entonces fragmenta esos 10.000 euros no solo entre los impulsores del proyecto, sino también entre el conjunto de la base social que lo apoya. Cada persona comprometida puede avalar, por ejemplo, un mínimo de 20 euros y un máximo de 1.000.
RIESGO COMPARTIDO
Todos estos avalistas comparten el riesgo de impago, pero solo de la parte que han avalado personalmente. Si finalmente el proyecto fuera ruinoso y no pudiera devolverse el crédito, quien avaló con 20 euros tendría que desembolsar los 20 euros, y al que avaló con 1.000 le tocaría aportar los 1.000.
La mera organización de todo el proceso de avales mancomunados ya es también en sí mismo un buen indicador para la entidad financiera de la fortaleza social de la organización a la que está concediendo el crédito. Sin base social, difícilmente encontrará los avalistas.
El mecanismo facilita mucho la concesión del aval sin poner en riesgo el patrimonio personal de los impulsores, pero tiene otro efecto nada desdeñable: abarata mucho los costes.
Aquí no intervienen intermediarios que custodian o inmovilizan dinero o que realizan un trabajo técnico revisando nóminas o patrimonio para asegurarse de que habrá dinero en caso de que el aval sea ejecutado. La mecánica es extremadamente sencilla: basta un documento privado en el que se declara el compromiso de avalar y la cantidad de la que se hace responsable. Ni siquiera hay que llevar el documento al notario y, por tanto, pagar a un nuevo intermediario.
Para los parámetros convencionales, podría parecer que se violan varias de las leyes fundamentales de la banca y que, por tanto, se trata de una idea condenada al fracaso. Sin embargo, se cumple con el principio más básico y también olvidado de todos los que deberían regir el funcionamiento del sector financiero: la confianza.
La concesión del crédito y del aval requiere de un paso previo, no menor: ser miembro de Coop57, la cooperativa que aporta la financiación. No es exactamente lo mismo que una empresa llamando a las puertas de un banco que quizá nunca ha oído hablar antes de ella. Aquí se parte de un conocimiento previo muy detallado por ambas partes, que mantienen una relación no tanto de cliente-financiador como más bien de socios: el que solicita el préstamo y el que lo otorga eran socios antes de esta operación y lo seguirán siendo después. Se conocen, han estudiado la situación juntos y cuando se ha ido adelante es porque ambos han considerado que era posible y que la red de avales que aporta la entidad es suficientemente sólida y seria porque sólida y seria es asimismo la entidad.
En este marco cobran sentido los avales mancomunados personales, que parecerían desafiar las leyes básicas de la gravedad del sector financiero.
Los resultados, por ahora, ponen de manifiesto que ninguna de las leyes básicas es más importante que la confianza trabada en un largo trabajo previo como socios: la tasa de morosidad es del 1,98% , mientras que el conjunto del sector financiero español supera el 13%, según el Banco de España.
Coop57 cuenta con más de 500 entidades socias, que pueden solicitar un crédito de hasta 300.000 euros, y casi 3.000 socios-colaboradores. Desde 2007 la entidad ha concedido préstamos a los socios por valor de 37,67 millones de euros, de los que queda un saldo vivo de 9,5 millones.
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