A Peña Nieto se le agua el plan
El arranque del nuevo presidente generó grandes expectativas, que se han ido enfriando. Ahora arrecian las protestas.
Manifestación en México DF.FOTO: LAROBINJUD
Quienes pronosticaron que el regreso del PRI al poder supondría también una vuelta al pasado se equivocaron en parte. El viejo partido hegemónico ya no es el mismo, aunque conserve antiguas mañas y resabios, pero, sobre todo, México ha cambiado. El presidente, Enrique Peña Nieto, ha demostrado ser un político pragmático, a quien no le tiembla el pulso a la hora de castigar una deslealtad, que se ha impuesto a su partido y que ha devuelto a los mexicanos la sensación, después de 12 años de mediocres gobiernos panistas, de que en la presidencia hay alguien al cargo.
Peña Nieto sorprendió a todos cuando el pasado 2 de diciembre, al día siguiente de su toma de posesión, anunció una agenda de reformas con 95 iniciativas pactadas “en lo oscurito” con las principales fuerzas políticas. El Pacto por México, como se bautizó el acuerdo, cuyo objetivo es transformar el país creando una sociedad más próspera, no por convicción, sino para evitar ahondar en la brecha social, despertó gran expectación: se comprometía a llevar a cabo unas reformas como la educativa, la de telecomunicaciones, la energética y la fiscal, 25 años frustradas. Había una nueva oportunidad. Era el llamado “Momento México”.
Poco después, en febrero, el presidente volvía a sorprender al detener por corrupción a Elba Esther Gordillo, la histórica y poderosa líder del sindicato de maestros, antigua aliada del PRI. El mensaje estaba claro: no habría perdón para ciertos malvados.
Llegaron nuevas reformas como la de las telecomunicaciones, que pretende limitar los monopolios de Slim en telefonía y de Azcárraga en televisión, la financiera para acabar con los abusos de los bancos y facilitar más créditos y más baratos, la energética para modernizar la petrolera Pemex y la fiscal para aumentar la capacidad recaudatoria del Estado. Comenzó entonces un intenso trabajo legislativo con arduas negociaciones políticas, que pusieron en más de una ocasión en peligro de muerte al Pacto, y un reacomodo de los partidos políticos y de sectores sociales ante el vendaval de cambios.
La derecha libraba una guerra interna entre los fieles del antiguo presidente, Felipe Calderón, exiliado en Harvard, y sus rivales. La izquierda volvía a fraccionarse entre varias sensibilidades y ambiciones personales, con su candidato a presidente, Andrés Manuel López Obrador, creando su propio grupo, Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y situándolo fuera del nuevo consenso.
Reformas aparte, el Gobierno del PRI trató de desarrollar una nueva estrategia de seguridad, que hasta ahora ha sido más un éxito de comunicación —sacando la violencia de los medios— que en la realidad : ha descendido el número de muertos y hubo algunos éxitos como la captura del Z 40, jefe del cartel de los Zetas, pero han aumentado secuestros y extorsiones, los delitos que más afectan a los ciudadanos.
La economía ya no acompaña: está al borde de la recesión
Las tormentas han puesto al desnudo todas las carencias
La situación en este terreno se complicó con la sublevación de comunidades hartas de su explotación por bandas criminales ante la indiferencia o complicidad, de las autoridades. En los Estados de Guerrero y Michoacán, la formación de grupos de autodefensa vecinales no solo puso en jaque al Estado, sino que demostró que este hace tiempo que no existe en amplias zonas del país. El problema persiste y es uno de los factores más serios de desestabilización.
La economía tampoco acompañó las expectativas. La política de ajuste, que se fijó un objetivo de déficit cero estrangulando el gasto público, combinada con la crisis de la construcción, menores ingresos por petróleo y la caída de la demanda mundial, sobre todo de EE UU, ha puesto a México técnicamente al borde de la recesión y disipado las esperanzas contraídas.
El Gobierno del PRI tampoco dio prioridad al fortalecimiento de las instituciones y el Estado de Derecho previstos en el Pacto. La corrupción, la impunidad, los abusos judiciales y la negligencia criminal siguen tan vigentes y tan presentes como siempre.
Peña Nieto se ha dado hasta fin de año para poner a México en el rumbo de un cambio irreversible, pero como se ha visto con los desastres naturales causados por las tormentas tropicales de las últimas semanas que han puesto al desnudo todas las carencias, la meta está aún muy lejana. El enfriamiento de las expectativas ha provocado protestas de diversos sectores sociales contra las reformas, pero no de momento un estallido social. ¿Se despertará el México bronco?