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Alerta ante la invasión de los microplásticos

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Noviembre 2018 / 64

Contaminación: La Agencia Europea de Productos Químicos estudia la posibilidad de restringir los microplásticos que las industrias añaden a sus productos.

Los plásticos son una gran fuente de contaminación. FOTO: ISTOCK / GETTY IMAGES PLUS

Los residuos plásticos son omnipresentes, ya sea en la ciudad, en la playa o cerca del techo del mundo. Pero no siempre se ven: en los últimos años, varios estudios han señalado que tanto el medio ambiente como nuestros alimentos están contaminados por unas partículas de tamaño muy pequeño, los microplásticos. La sal, los mariscos, la miel, el agua potable embotellada los contendrían. Hasta el aire que respiramos puede vehicularlos.

Aunque no existe una definición única de esos microplásticos, generalmente se describen como partículas de un máximo de cinco milímetros de diámetro, esféricas (se las denomina entonces microesferas) o sin una forma específica, sólidas a temperatura ambiente y constituidas por polímeros sintéticos como el polietileno, el polipropileno y el nailon. Algunos de ellos, añadidos intencionalmente a productos como abrasivos, agentes emulsionantes, filmógenos o aglutinantes, se califican como primarios. Sectores como el cosmético, el de los detergentes y productos de limpieza, la agricultura, las pinturas, los abrasivos e incluso el gasístico y las tintas de impresión los utilizan. Los otros, denominados secundarios, son el resultado de la desintegración o del desgaste de piezas más importantes como los embalajes, los neumáticos y la ropa. 

 

UNA CONTAMINACIÓN PERSISTENTE

Procedan de donde procedan, parte de esos microplásticos termina en el medio ambiente, directamente o a través de las aguas residuales. Como las estaciones depuradoras generalmente no han sido concebidas para este tipo de contaminación, es fácil que los microplásticos terminen siendo vertidos al medio natural tras el proceso de tratamiento de los residuos. Los que llegan a las aguas residuales que se usan de abono se infiltran en el suelo, se incorporan a los cursos de los ríos y terminan en los océanos, donde se unen a los residuos marinos. “Cinco billones de partículas de plástico flotan en la superficie de los océanos”, calcula François Calgani, oceanógrafo responsable de proyectos en el Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (Ifremer, en sus siglas en francés), “de ellas, el 90% corresponde a los microplásticos, ya sean primarios o secundarios”. Una vez en el agua, los residuos continúan dividiéndose en trozos más pequeños. Y a ellos hay que añadir los que terminan en el fondo del mar. 

Los plásticos pueden ser ingeridos por la fauna marina. François Galgani calcula en 700 el número de especies afectadas. Y explica que, aunque muchas los excretan, otras, como los pájaros dotados de buche, los conservan. Las partículas constituyen también una vía adicional de contaminación en el mar, pues los contaminantes pueden fijarse en ellos y pasar a los tejidos de los seres vivos. En caso de transmisión a través de la cadena alimentaria, no son, pues, solo las partículas de plástico las que pueden aterrizar en nuestros platos, sino también lo que se ha adherido a ellas. 

 

¿RESTRICCIÓN EN ENERO?

La Comisión Europea presentó el pasado mes de enero una Estrategia europea para el plástico en una economía circular. Según ella, la Unión “es causante del vertido en los océanos de un volumen de residuos plásticos comprendido entre 150.000 y 500.000 toneladas anuales”, de los “5 [a] 13 millones de toneladas” vertidas a escala mundial. Entre otros ángulos de ataque a esta contaminación, la Comisión ha elegido a la ECHA, la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas, para que reflexione, en el marco del REACH, sobre el reglamento europeo de sustancias químicas que entró en vigor en 2007, sobre una posible restricción de los microplásticos que se añaden intencionalmente a determinados productos. El proceso se anuncia largo: la agencia solo entregará en enero de 2019, es decir, tras un año de preparación, una eventual propuesta de restricción que deberá, a continuación, ser estudiada por dos comités científicos, uno de ellos encargado de hacer una evaluación de los riesgos y el otro, del análisis socioeconómico. También está previsto llevar a cabo consultas públicas. La opinión de los comités se transmitirá a la Comisión hacia abril de 2020, según indica la ECHA.

Ello “permite evaluar los diferentes usos de esos microplásticos añadidos intencionalmente”, afirma una fuente oficial europea. “Para cada uso, podremos considerar los riesgos, la disponibilidad de alternativas y los impactos socioeconómicos, y decidir, caso por caso, si es necesario hacer excepciones”, añade.  Un estudio de Amec Foster Wheeler publicado hace un año  cita las siguientes alternativas: ceras, nueces, huesos de albaricoque, sílice y celulosa.

 

120 RESPUESTAS A UN LLAMAMIENTO

REACH exige a las empresas que aporten pruebas de la inocuidad de sus productos. La pasada primavera ECHA hizo un llamamiento en este sentido y afirma haber recibido alrededor de 120 respuestas, la mayoría procedentes de las industrias. Las otras llegan de instituciones de investigación, de autoridades de los Estados miembros y de algunas ONG.

Todas ellas se reunieron a final de mayo en Helsinki. Fueron dos días de discusiones en los que los representantes de la industria avanzaron los costes que provocaría una restricción e insistieron en su escasa contribución respectiva a la contaminación microplástica. La Asociación Europea de Productos Químicos para Campos Petrolíferos (EOSCA en sus siglas en inglés) afirmó que solo el 3,5% de los productos utilizados por sus miembros contienen microplásticos y que no representan más que el 0,05% de las sustancias químicas que emiten. 

Las industrias que usan microplásticos dicen contaminar muy poco

La UE tiene en su punto de mira estos productos contaminantes

Elise Vitali, presente en las jornadas en representación de una ONG, la Oficina Europea del Medio Ambiente (EEB en sus siglas en inglés) comenta: “Las diferentes partes afirmaban que no representaban más que unos pocos porcentajes de los microplásticos vertidos en el medio ambiente, pero todas esas industrias juntas terminan representando un gran porcentaje.” E informa de que algunos representantes de la industria pusieron en duda la existencia de ese “riesgo inaceptable” requerido para la adopción de restricciones por el REACH. Las ONG temen que, a la hora de restringir, no se tengan en cuenta todos los sectores que utilizan esas partículas. También afirman estar atentas al concepto de biodegradabilidad de determinadas sustancias a falta de estándares internacionales. Posteriormente, la ECHA  publicó una nota sobre el alcance de una restricción de los microplásticos en la que figura el concepto de “riesgo inaceptable”, la agencia subraya que hay  interrogantes en cuanto a la definición de microplásticos.

 

GARANTIZAR EL MERCADO ÚNICO

Más allá de la cuestión medioambiental, la Comisión Europea ha decidido también tener en el punto de mira los microplásticos primarios para evitar que el mercado único europeo se fragmente. Pues, siguiendo el ejemplo de Estados Unidos y Canadá, países como el Reino Unido, Italia, Bélgica y Francia  han legislado sobre el tema o lo están haciendo, cada uno “con un alcance diferente y con una definición diferente de los microplásticos”, subraya el funcionario europeo. Así , Francia prohíbe desde enero de 2018 los “productos cosméticos  destinados a la limpieza o exfoliación de la piel que llevan partículas plásticas sólidas”.

Hay que señalar que los microplásticos, que siguen sólidos una vez añadidos a los productos no son los únicos cuestionados: hay otras formas de plásticos que pasan a ser líquidas. Y aunque los industriales subrayan que no responden a la misma problemática medioambiental, a las ONG les habría gustado que la ECHA las hubiera tenido en cuenta “por precaución”. El problema de la contaminación por los microplásticos secundarios, también evocado en la estrategia de la Comisión, está planteado. Hay estudios en marcha, entre otros, en el marco de la directiva sobre el tratamiento de las aguas residuales.