Auge y caída de Fagor
Instituto de Derecho Cooperativo y Economía Social (GEZKI) UPV/EHU
ANÁLISIS
El hundimiento de Fagor Electrodomésticos ha supuesto un verdadero cataclismo para la experiencia cooperativa de Mondragón y para el tejido industrial vasco, así como para el mundo de la democracia económica en general. Fagor se creó en 1956, cuando cinco ex alumnos de la escuela técnica de Mondragón imbuidos de las ideas de transformación social del sacerdote Arizmendiarrieta iniciaron la producción de pequeñas lámparas y aparatos de calefacción. Los socios de Fagor desempeñaron un papel clave en el lanzamiento de otras muchas cooperativas industriales; además, lideraron la creación de la cooperativa financiera Caja Laboral, la de seguridad social Lagun Aro, el centro de investigación Ikerlan y la Escuela Profesional, embrión de la Universidad de Mondragón. En definitiva, Fagor fue determinante tanto para la creación del grupo cooperativo vasco como en la aparición del mito Mondragón.
Fagor en Eskoriatza (Gipuzkoa). FOTO: FAGOR |
En el entorno de Fagor se ha considerado el crecimiento y la internacionalización no solamente como la única vía para ser competitivos, sino también como el único medio para sobrevivir y mantener el empleo cooperativo local. La cooperativa Fagor se convirtió en una multinacional del sector de electrodomésticos para poder competir con las multinacionales que se habían establecido en España después de que el país se unió a la Unión Europea, en 1986. A principios de 1990, creó filiales productivas en Marruecos y en Egipto y asumió el control de una empresa en Argentina. A finales de 1990, Fagor decidió centrarse en los mercados europeos, primero con el establecimiento de una empresa conjunta con la multinacional alemana Vaillant y posteriormente adquiriendo en Polonia la antigua fábrica comunista de cocinas Wrozamet. El gran salto —y el gran endeudamiento— se produjo en 2005, cuando Fagor adquirió su competidor francés Brandt Électroménager. Asimismo, la expansión internacional productiva de la cooperativa se dirigió hacia China. Como resultado de este crecimiento, los socios de Fagor, que representaban un tercio de la plantilla total, se enfrentaron a la dinámica de una empresa multinacional capitalista, con una estructura organizativa compleja y de enormes costes fijos, que competía en mercados altamente concentrados y globalizados.
El auge y la caída de Fagor se han producido en un período muy corto de tiempo. En 2007, llegaron a trabajar más de 11.000 personas en el grupo multinacional Fagor. Sin embargo, a partir de la crisis que azotó a la economía mundial, las ventas de Fagor cayeron drásticamente. A pesar del apoyo recibido desde el grupo Mondragón y desde las instituciones vascas, las pérdidas acumuladas durante los últimos años, la presión de bancos y acreedores y las vías alternativas de financiación. como las participaciones subordinadas agotadas y en entredicho. provocaron el hundimiento de Fagor y de sus filiales en octubre de 2013, que en ese momento contaban con alrededor de 5.500 trabajadores.
No parece que el cierre de Fagor esté ocasionado por ser cooperativa
La ambiciosa expansión internacional plantea serios interrogantes
A principios del siglo XX, Beatrice y Sidney Webb llamaron la atención sobre la inevitabilidad de los procesos de degeneración en las cooperativas, sea por fracaso económico o por asimilación al capitalismo. En el caso de Fagor no parece que su cierre esté ocasionado por el hecho de ser una cooperativa, aunque algunas voces han puesto en duda su modelo de gobernanza. Al contrario, la capacidad de resiliencia de los socios y las estructuras corporativas financieras y de investigación, así como los mecanismos de solidaridad intercooperativa —como la recolocación de socios en otras cooperativas que se está llevando a cabo en Fagor—, han contribuido de manera decisiva al desarrollo y a la supervivencia de las cooperativas de Mondragón más allá de lo que han conseguido otras muchas empresas capitalistas. Sin embargo, la ambiciosa trayectoria de expansión internacional de Fagor plantea serios interrogantes tanto desde el punto de vista empresarial como cooperativo.