Brasil, enfermo de Petrobras
Choque: Pilar de la economía brasileña, el gigante petrolero se enfrenta a graves dificultades y a un enorme escándalo de corrupción.
Gasolinera de Petrobras en Brasil. FOTO: AGENCIA PETROBRAS
¿Hundirá Petrobras la economía brasileña? Antes de sufrir las consecuencias de la fuerte bajada del precio del petróleo y de estar asociado a un gigantesco caso de corrupción que amenaza la estabilidad del país, este gran grupo petrolero era el pilar de la industria nacional. Debilitada ya por la erosión de su competitividad, la escasez de las inversiones y la caída de los precios de las materias primas, la economía brasileña puede verse empujada a la recesión por el descalabro de Petrobras. Repasemos la historia de la caída de un símbolo.
Objeto de orgullo nacional desde su creación, en 1953, Petrobras ha sido siempre una herramienta fundamental de la política energética e industrial de un Estado convertido al “desarrollismo”*. Gracias a un importante esfuerzo de inversión a partir de la década de 1970, la compañía pudo perforar en offshore a 3.000 metros de profundidad en los años 1990 y a 7.000 en los años 2000. En 2006-2007 se vio recompensada por el descubrimiento de colosales yacimientos de petróleo sepultados tras una capa de sal de un espesor de 1.000 a 2.000 metros (denominados “presal”). Las reservas de Brasil pasaron entonces de 10.000 millones de barriles en 2003 a 15.600 millones en 2014. El doble que las mexicanas.
Decidida a duplicar su producción de petróleo para 2020, Petrobras se dirige a los mercados de capitales para financiar un gigantesco plan de inversión de 224.000 millones de dólares de 2010-2014 (es decir, el 10% del PIB del país). En 2010 realiza el mayor aumento de capital hasta la fecha: consigue 70.000 millones de dólares en la Bolsa de São Paulo y se convierte en la mayor multinacional de América del Sur.
La deuda de la empresa superó los 100.000 millones de dólares
Parte de los ‘royalties’ petroleros se destinan a educación y sanidad
Pero pronto la compañía tiene problemas técnicos y su producción baja a partir de 2012. Y, lo que es más importante, el aumento de los precios de producción y el bloqueo del precio de la gasolina por el Gobierno brasileño lastran su rentabilidad. En 2013, su deuda supera la barrera de los 100.000 millones de dólares. La división por dos de la cotización del petróleo en 2014 y la revelación de un enorme escándalo de corrupción (véase apartado 'Corrupción, aquí debajo') terminan por hundir las acciones, que sufren una caída del 88% en cinco años. La reducción en 13.700 millones de dólares de las inversiones previstas para 2015 y 2016, anunciada el pasado mes de marzo, parece el primer episodio de un largo proceso de desendeudamiento.
‘SUBPRIME’ A LA BRASILEÑA
Las dificultades por las que atraviesa Petrobras pueden dar un serio golpe a toda la economía brasileña. La empresa tiene un peso de entre el 5% y el 6% del PIB brasileño, y los inversores temen un efecto de bola de nieve dado el lugar preponderante que ocupa el sector petrolero en la economía. Fiel a una política económica voluntarista, calificada por algunos de “neodesarrollista”, el Gobierno de Dilma Rousseff impuso por ley, en 2010, la presencia de Petrobras en cada proyecto petrolífero de “presal”, con una participación mínima del 30%. La ley fue considerada como una “seminacionalización” de las reservas petroleras, como recuerda Gaspard Estrada, analista del Opalc, el Observatorio político de América Latina y Caribe de la Facultad de Ciencias Políticas de París. El Partido de los Trabajadores (PT), en el poder, ha querido hacer también del sector petrolero un motor para la industria de bienes de equipo, la construcción naval y las obras públicas, gracias a un aumento del mínimo obligatorio de “contenido local” en cada proyecto, que ahora oscila entre el 30% y el 60%.
PAPEL DESCOMUNAL
Si estas medidas han permitido salvar ramas enteras de la industria brasileña, como la de los astilleros, también han conferido al sector petrolero un papel descomunal en la economía brasileña. Esta fuerte dependencia lleva al expresidente de la compañía José Sergio Gabrielli a comparar el caso Petrobras con una “versión brasileña de la crisis de las subprime”.
[Las cuentas de 2014, presentadas el pasado abril, reflejan el grave deterioro de la empresa: las pérdidas oficiales reconocidas en el ejercicio ascienden a 6.700 millones de euros, cifra que contrasta con unos beneficios de 7.000 millones en 2013. Además, el informe anual cuantifica en casi 2.000 millones de euros el coste de la corrupción en la compañía entre 2004 y 2012].
EFECTO DOMINÓ
El efecto dominó ya ha empezado. Como consecuencia de la congelación de las transacciones de las empresas investigadas por la justicia, el grupo OAS, encargado de la renovación del aeropuerto de São Paulo, ya no pudo pagar los intereses a sus acreedores a comienzos de enero [y el 1 de abril solicitó acogerse a la ley de quiebras]. La agencia de calificación crediticia Fitch espera más impagos en el sector de la construcción en los próximos meses.
El caso Petrobras crea un clima nefasto que podría hacer huir a los inversores extranjeros de Brasil, un país que depende enormemente de la inversión exterior para financiar su importante déficit en la balanza por cuenta corriente. Los bancos brasileños, como Banco do Brasil, muy expuestos al sector petrolero, podrían también sufrir. El fondo de pensiones de los empleados de Petrobras del Estado de Río de Janeiro, Rioprevidencia, pasa también por graves dificultades: el 30% de sus ingresos dependen de los royalties aportados por la sociedad.
La crisis también podría tener graves consecuencias en el plano social. Mientras que PricewaterhouseCoopers preveía hace tiempo una multiplicación por cuatro de los puestos de trabajo en el sector petrolero para 2020, los grupos parapetroleros del sector de obras públicas han comenzado a despedir por falta de contratos y dificultades para financiarse. También hay una gran inquietud sobre la futura financiación de los programas sociales del Gobierno.
Dilma Rousseff hizo aprobar en 2013 una ley por la que se atribuía el 17% de los royalties obtenidos de la explotación petrolera y gasística al sector de la educación y el 25% al de la sanidad. En diez años, estos sectores recibirían 127.000 millones de dólares. Ya debilitada por la política presupuestaria ortodoxa que lleva a cabo el nuevo ministro de Economía, Joaquim Levyk, la política social del Partido de los Trabajadores puede pagar el pato de la mala gestión petrolera.
LÉXICO:
Desarrollismo: Política basada en el dirigismo estatal y la protección del mercado interior.
EL DATO
5 a 6%
es el peso de Petrobras en el PIB brasiñelo
CORRUPCIÓN
La “vaca lechera” de los partidos políticos brasileños
El escándalo Petrobras, que se hizo público en marzo de 2014, afecta ya a 230 empresas, a la casi totalidad de los directivos de las compañías de obras públicas y a 54 hombres y mujeres políticos pertenecientes sobre todo a la mayoría en el poder, entre los que se encuentran los presidentes de la Cámara baja y del Senado. El denominado Lava Jato (lavado rápido) es un escándalo de corrupción de los partidos políticos a través de un cartel de las obras públicas.
Entre 2006 y 2014, las grandes empresas brasileñas, como Odebrecht. Camargo Corrèa y OAS, habrían sobrefacturado sus prestaciones a Petrobras en cerca del 3% y, después, pagado comisiones a personalidades políticas. Aunque también hay sospechas de enriquecimientos personales, este sistema permitió fundamentalmente financiar las campañas del Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece la presidenta, Dilma Rousseff, y “comprar” votos a los diputados para garantizarse una mayoría en la Asamblea. Para el politólogo francés y especialista en Brasil Stéphane Monclaire, Petrobras, el 60% de la cual está en manos del poder público, estaba diseñada para convertirse en la “vaca lechera” de los partidos políticos brasileños.