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Despedidos por salud mental: un problema tabú

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Septiembre 2022 / 105

Encontrar un trabajo y sobreponerse al estigma es el doble reto que afrontan quienes padecen un trastorno psicológico.

Cuando llamaron a Anabel al despacho de la jefa, no se imaginaba ni por asomo qué sorpresa le esperaba. Llevaba un año trabajando en el supermercado, contenta de poder tener una rutina, una responsabilidad y un dinero con el que emanciparse por primera vez en un piso de alquiler con su novio. Su jefe hasta entonces comprendía con cariño que la depresión bipolar de Anabel a veces la obligaba a tomar un día de baja. Pero una hospitalización de varios días y el cambio en la jefatura del supermercado Consum de Mollet del Vallès (Barcelona) empujaron a la empresa a una decisión drástica: el despido de Anabel por bajo rendimiento y actitud apática. Su historia fue denunciada en El Periódico de Catalunya.
La joven, de 25 años, se vino abajo, pero tanto ella como su familia han llevado el caso ante la justicia. La experiencia de Anabel, con un problema de salud mental desde los 12 años, que dirimirá un juez, es solo un ejemplo más de la doble dificultad que han de superar las personas con problemas de salud mental: hallar un empleo y conseguir sobreponerse a todo el estigma asociado a un trastorno de salud mental. Anabel no lo escondió, pero muchos otros pacientes, según los expertos, sí lo ocultan por miedo a acabar como ella: despedidos. 

La punta del iceberg
Las entidades no disponen de cifras sobre casos de discriminación laboral por trastornos de salud mental, pero creen que historias como la de Anabel son solo la punta del iceberg. El sufrimiento emocional sigue siendo un tema tabú: solo ello explica que el 90% de los trabajadores que piden un día de descanso por un problema de salud mental (ansiedad o depresión, por ejemplo) nunca revelen el verdadero motivo a la empresa, como alerta Obertament Catalunya, entidad dedicada al activismo contra el estigma en torno a la salud mental.

Uno de cada cinco trabajadores en España padece algún tipo de enfermedad mental

Las personas con trastorno mental se sienten poco valoradas o infantilizadas en sus empresas


Obertament también alerta de la magnitud del problema: uno de cada cinco trabajadores en España está pasando algún tipo de enfermedad mental. La problemática afecta más a los jóvenes: casi la mitad de ellos considera que ha tenido un problema de salud mental. Es un colectivo cuyo paro es siempre mucho mayor que el de la media de la población. La pandemia ha agudizado las desigualdades, entre ellas, la del índice de empleo entre las personas afectadas por problemas de salud mental. La consecuencia de la falta de ocupación es que la depresión es tres veces más frecuente en los parados que en los trabajadores en activo. Doble carga, pues: paro y depresión.

El proceder de las empresas
¿Cómo actúan las empresas ante estas patologías? “Hay poca sensibilidad, una cultura de aguantar, de la dureza… Una empresa no es un centro de terapia, pero sí ha de ser un lugar de respeto a los derechos de las personas”, describe Mónica Pérez, responsable de salud laboral de Comisiones Obreras (CC OO). La ley obliga a contratar a un mínimo del 2% de trabajadores con discapacidad cuando la plantilla es de más de 50 personas y, además, también hay notables bonificaciones a la Seguridad Social. “Pero desde 1995, con la ley de prevención de riesgos, las empresas han de evaluar los riesgos psicosociales y, según los datos de la Generalitat de Cataluña, solo el 1,2% de las empresas catalanas han hecho esta evaluación y han tomado medidas contra los riesgos detectados”, dice Pérez.

El 90% de quienes piden un día de descanso por motivos de salud mental ocultan la razón a la empresa


Más datos: según un estudio de Infojobs de diciembre, la mitad de los problemas de salud mental de las personas con empleo están relacionados con el trabajo. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que en 2018 solo el 17% de las personas con una discapacidad por salud mental y en edad de trabajar tenía un empleo.
Pérez relata que en determinados empleos sin valor añadido, como el caso de las cajeras de supermercado, y  pese a las campañas de sensibilización, el empresario prefiere tomar la decisión de despedir antes que seguir gestionando las bajas por problemas de salud mental. 
Enric Arqués, director de la Fundació Joia y presidente del Fòrum Salut Mental i Adiccions, sí constata que, fruto de la presión de entidades como la suya, “ciertas empresas han hecho una evolución hacia dar valor social a la calidad del empleo y son sensibles, algo que es un cambio cualitativo”. Pero ello no ha hecho que el índice de empleo en este colectivo haya aumentado. “No todos están en condiciones de cooperar. Las pymes lo están pasando mal, han de devolver créditos ICO por la pandemia”. 

Sensibilidad esencial
Una cosa es cierta: la sensibilidad sigue siendo necesaria porque, en determinados empleos, “lo primero que ve el empresario al saber que un trabajador tiene un diagnóstico de este tipo es que le acarreará problemas de salud, bajas, debilidad…”. Algo que, insiste Arqués, “no se confirma con los datos de la realidad”.
En este sentido, por ejemplo, la Fundació Pimec, que trabaja con entidades de salud mental de Cataluña, ofrece herramientas  a las empresas para que contraten a personas de estos  colectivos. Esta fundación también da “apoyo psicológico” a autónomos que, por ejemplo, han perdido su empleo por la crisis. “Han aumentado entre el 30% y el 40% los autónomos atendidos en los últimos dos años”, apunta la directora de la fundación, Rosa Juny. Según ella, las empresas están “más concienciadas” con las problemáticas de salud mental porque saben que todo el mundo puede caer.

El 17% de las personas con discapacidad por salud mental y en edad de trabajar tienen empleo


Pero, aunque la salud mental sí ha entrado, por fin, en la agenda política, las entidades consideran que el camino es aún muy largo y que, como ocurre con la violencia machista, solo se ven los casos más extremos. El problema, sin embargo, es más profundo y más complejo de resolver. Por ejemplo, un caso como el de Anabel, que salió en el periódico, acarrea un problema añadido, como describe Carlos Alcoba, responsable de sensibilizar a las empresas en Obertament Catalunya: que otros trabajadores escondan sus problemas de salud mental. Y esto solo tiene un efecto, nocivo para todos: incrementarlos.
Además del ocultamiento de estos males y de los despidos discriminatorios a causa de ellos, hay otra realidad: la de los empleados con algún tipo de trastorno mental que son más controlados que el resto de compañeros, que son infantilizados o que realizan tareas menos valoradas o por debajo de sus capacidades porque se desconfía de ellos. Y, sin embargo, las entidades insisten en que un buen clima laboral, en el que el trabajador va contento a trabajar y se siente valorado, aumenta la productividad de las empresas.