Divergencia // La ilusión de una Alemania solidaria
El hecho de que Berlín apoye el plan de relanzamiento europeo no significa que haya cambiado de doctrina económica.
¿Hasta cuando va a seguir Europa jugando a ser solidaria? En una situación de emergencia, los Estados han permanecido unidos. La cicatera Europa del Norte se ha unido al cueste lo que cueste francés. De ese modo, de crisis en crisis, Alemania se transforma en el gran hegemón indulgente de una comunidad solidaria en el hiperendeudamiento. Alemania nunca ha querido avalar la idea de una mutualización de la deuda europea. Tiene el temor de que la credibilidad del euromark sea una incitación al mal para los países del Sur. Pero el Banco Central Europeo, al neutralizar cualquier fiebre sobre los spreads europeos y al refinanciar ilimitadamente a los países más expuestos, crea una mutualización de hecho en la que la firma de los prestatarios solo crea pequeñas diferencias de tipos entre los países.
Dispositivos de urgencia
Cuando tuvo lugar la crisis de las subprime, Alemania, con el apoyo de Europa del Norte, se plantó rápidamente e hizo de Grecia un ejemplo. Prefirió la depresión y la deflación rampante europea a un apoyo artificial de la demanda regional. Con ello afirmaba la nueva realidad de su inserción en el comercio mundial: la reorientación de su industria hacia los mercados extraeuropeos, su competitividad frontal con los grandes países de Asia y su idea de Europa como un gran mercado de fabricantes a coste moderado.
La brecha entre el norte y el sur de Europa es hoy más ancha que en 2008
La prioridad es el reposicionamiento digital y ecológico de su industria
Muchos han visto en el plan de relanzamiento europeo un gran giro que abre la vía a un Presupuesto europeo, una Europa de las transferencias y una solidaridad financiera reforzada. Con la crisis sanitaria, Alemania llevaría a cabo un reposicionamiento estratégico dando nueva prioridad a sus mercados regionales y a la integración social europea. Pero ¿en qué medida los intereses alemanes han cambiado respecto a 2008 o 2010?
No debemos engañarnos, por espectaculares que sean el plan de relanzamiento y la heterodoxia monetaria del BCE; se trata ante todo de unos dispositivos de urgencia, pues la reorientación industrial alemana hacia los grandes mercados exteriores no significa que sea insensible al hundimiento de los de la zona euro (el 37% de su mercado). Que es lo que, ni más ni menos, está hoy en juego.
Pero una vez pasada la ineludible estabilización de las economías regionales, la zona euro ofrece unas divergencias intensificadas respecto a 2008, con una fractura Norte-Sur en lo que a endeudamiento se refiere que ha franqueado nuevos umbrales y, sobre todo, con una nueva divergencia en germen de los costes unitarios que anula los logros de la última década. La cicatriz producida por la caída del crecimiento y la productividad se anuncia profunda para las economías de servicios poco cualificados del Sur. Por añadidura, la recuperación se deberá a la industria, las plataformas, el sector de la sanidad… unos trenes que el Sur no podrá coger.
Motivos de preocupación
Alemania sigue dedicada a competir frontalmente con Asia. Su prioridad es el reposicionamiento digital y ecológico de su industria. Su paradigma será el de la oferta y sus mercados, hoy más que nunca, están en Asia.
A pesar de las derivas y excepciones financieras que Alemania ha aceptado estos últimos meses, saldrá de la crisis con un endeudamiento público inferior al de la crisis de las subprime. No renunciará al objetivo de normalizar su deuda al 60% del PIB en un futuro próximo, objetivo alcanzable para Alemania, a diferencia del Sur o de Francia.
En definitiva, los que apuestan por un cambio de doctrina alemán más allá de esta época de urgencia tienen motivos para preocuparse.