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Divorcio // Dos necedades y una mentira que sintetizan el 'brexit'

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Febrero 2021 / 88

Fotografía
Dunk

Origen
Flickr

Desde Londres

La propaganda nacionalista trata de convencer a los británicos de que viven en un mundo mejor, pero los problemas no han hecho más que empezar.

El brexit ya está consumado. El Reino Unido dejó de formar parte de la Unión Europea hace ya más de un año, pero en la práctica eso ha ocurrido este 1 de enero, cuando se acabó el periodo transitorio. La salida se ha suavizado a última hora con un precario acuerdo comercial que soluciona las grandes cuestiones, pero deja en el aire multitud de pequeños dilemas e incomodidades que van a afectar directamente a los ciudadanos, a los británicos, pero también a los continentales.

Durante años hemos padecido una intensa batalla propagandística del nacionalismo inglés que desembocó primero en la victoria de los partidarios del brexit en el referéndum de 2016 y, después, en la victoria de ese mismo grupo al conseguir que la implementación de la salida de la UE fuera lo más radical posible. Durante la campaña del referéndum, los partidarios de la permanencia cometieron el error de alentar el voto del miedo en lugar de explicar las ventajas de seguir en la UE. Tras el referéndum, cometieron un segundo error: intentar revocar el resultado en lugar de concentrarse en que la salida fuera lo más suave posible, dada la profunda división que el brexit ha creado en la sociedad británica. Han vuelto a perder.

El mejor país del mundo

La propaganda no parece que vaya a remitir. Ahora se trata de convencer a los británicos de que viven en un mundo mejor. Para muestra, tres botones. “Hemos podido acelerar el proceso para aprobar la vacuna de la covid gracias al brexit”, declaró el ministro británico de Sanidad en diciembre, cuando aún no se había acabado el periodo transitorio. Es mentira. Reino Unido aprobó la vacuna cuando aún estaba bajo la disciplina regulatoria europea: no necesitaba estar fuera de la UE para aprobarla por su cuenta. España también la podía haber aprobado antes si hubiera querido.

A muchas empresas no les sale a cuenta comerciar con Reino Unido

Aún no hay acuerdo sobre la industria de los servicios financieros

Días después, el ministro de Educación, Gavin Williamson, ilustró al mundo sobre la verdaderas razones por las que el Reino Unido había aprobado la vacuna antes que otros. “En este país tenemos a la mejor gente y obviamente tenemos el mejor regulador médico, mucho mejor que el que tienen los franceses, mucho mejor que el que tienen los belgas, mucho mejor que el que tienen los estadounidenses. Eso no me sorprende en absoluto porque somos un país mucho mejor que todos y cada uno de ellos”. Esa majadería, esa necedad, la proclamaba el ministro británico de Educación por la aprobación acelerada de una vacuna diseñada por un matrimonio alemán de origen turco en una empresa alemana, comercializada por una empresa estadounidense y manufacturada y distribuida en Bélgica.

Retos enormes

Pero no hay necio más grande que Jacob Rees Mogg, cabecilla del sector antieuropeo en el grupo parlamentario conservador durante el Gobierno de Theresa May, al que Boris Johnson ha incorporado a su Gabinete como líder de la Cámara de los Comunes. A Rees Mogg no le preocupa que los pescadores escoceses se consideren traicionados por Johnson y que tuvieran que suspender las capturas debido a las trabas burocráticas para venderlas en la UE. Para Rees Mogg lo importante es que “los peces son ahora británicos, y gracias a eso son mejores y más felices”.

Toda esa palabrería intenta ocultar los retos enormes que deberá afrontar el país a partir de ahora. A pesar del acuerdo comercial, ha habido también trabas enormes en el comercio entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido. Los transportistas continentales no quieren ir a Reino Unido porque la nueva normativa les obliga a garantizar de su bolsillo un porcentaje del valor de la mercancía que transportan. Enviar un paquete desde el continente a Reino Unido es toda una odisea para el ciudadano. El tránsito de cierta comida (bocadillos, por ejemplo) entre los dos lados del canal está prohibido. Miles de pequeñas empresas van a dejar de comerciar con Reino Unido porque no les sale a cuenta. Muchos británicos residentes en España han tenido problemas de documentación para volver a territorio español. Los artistas británicos necesitan un visado para entrar en territorio comunitario a trabajar porque Londres renunció a la oferta de Bruselas de eximirles de esa obligación.

En definitiva, ahora vienen los problemas de verdad. En palabras del negociador europeo, Michel Barnier, “muchas de las consecuencias del brexit, que son numerosas y serias, han sido infravaloradas o han sido explicadas de mala manera”. De ahí, quizás, la necesidad de mantener en tono alto la propaganda y hacer creer que todo es maravilloso en el paraíso del brexit. La pandemia ha venido muy bien para disimular las dificultades de la transición.

“Los peces son ahora británicos, 
y gracias a eso son mejores y más felices”. 

Jacob Rees Mogg
líder conservador en la Cámara de los Comunes, tras la firma del acuerdo pesquero con la UE

En materia comercial, lo que hay que esperar es una negociación permanente para ir actualizando el tratado acordado en diciembre, como ya ahora ocurre con Suiza. Algo parecido va a ocurrir con los servicios financieros, en los que no hay ningún acuerdo marco y Bruselas solo irá autorizando sectores paso a paso y en función de sus necesidades. La batalla de fondo en finanzas no es solo entre Reino Unido y la UE, sino en el interior de Europa, donde hay un debate soterrado entre quienes creen que la UE ha de repatriar la actividad financiera europea en la City y quienes creen que es mejor y más abierto seguir operando a través de Londres.

Ahora empiezan también los verdaderos problemas para Reino Unido en términos geopolíticos. ¿Va a seguir aspirando al papel de potencia que tenía en tiempos del Imperio? ¿Con qué poderes, con qué influencia? Un ejemplo: la UE acaba de cerrar un acuerdo con China que no gusta a Estados Unidos, ni con Trump ni con Biden. ¿Puede el Reino Unido hacer lo mismo? Difícil. ¿Cómo va Boris Johnson a tener política propia sobre China si le tiene que mendigar un acuerdo comercial a Estados Unidos? Y, ¿por qué va Joe Biden a ampliar el comercio con Londres cuando su prioridad ahora es centrarse en los intereses propios?

Independentismo escocés

Está también la cuestión territorial. La consumación del brexit ha disparado el independentismo en Escocia. Pero se da la paradoja de que, en la práctica, el brexit hace más difícil la independencia porque, fuera de la UE, la economía escocesa depende todavía más que hasta ahora de sus vínculos con Inglaterra. Los escoceses se ven así obligados a elegir entre la honra y lo barcos. Los ingleses eligieron honra (brexit)…

En Irlanda del Norte la situación es, como siempre, mucho más compleja. La provincia va a seguir formando parte del mercado interior europeo al tiempo que se imponen controles hasta ahora no existentes en el comercio entre Gran Bretaña y el Ulster. Sobre el papel, eso hace más fácil la reunificación de la isla porque refuerza los vínculos económicos entre el Norte y el Sur. Sin embargo, la realidad es que Irlanda del Norte está en una situación ideal, con un pie en Gran Bretaña y el otro en la UE. ¿Qué sentido tiene renunciar a tener lo mejor de los dos mundos? De hecho, podría incluso ser el camino a seguir en Escocia: ¿acaso no son los ingleses los que no quieren estar en el mercado único europeo?