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EE UU // Cómo derrotar al "presidente más peligroso de la historia"

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Mayo 2020 / 80

Los demócratas se reagrupan alrededor de Biden, pero sufren para forjar una alternativa ganadora a Trump pese a su caótica gestión de la covid-19.

Hasta ahora, nada había conseguido poner en evidencia de manera tan cruda tantas carencias y debilidades de EE UU, la gran potencia mundial. Donde había polarización ha vuelto el odio, donde no había sistemas de protección social y de salud se han disparado las muertes y donde había negacionistas el virus ha campado a sus anchas: a finales de abril el país superaba ya el millón de afectados y las 60.000 muertes, con la sensación aún de máximo descontrol, reforzada por  estrambóticos episodios como el del extraño remedio casero auspiciado del presidente, Donald Trump.

Casi acostumbrados a vivir con los síntomas de unas democracias cada vez más enfermas, tal vez la mejor descripción de dónde estaba EE UU ya antes de la pandemia lo haya escrito George Packer en The Atlantic: “En las ciudades prósperas, una clase de trabajadores de escritorio conectados globalmente que dependían de una clase de trabajadores de servicios precarios e invisibles; en el campo, comunidades en descomposición revueltas contra el mundo moderno; en las redes sociales, un odio mutuo y una vituperación interminable; en la economía, incluso con pleno empleo, una brecha salvaje y creciente entre el capital triunfante y la mano de obra asediada; en Washington, un Gobierno hueco dirigido por un estafador y su partido en bancarrota intelectual; y en todo el país, un estado de ánimo de agotamiento cínico, sin visión de identidad o futuro compartido.”

La principal grieta en el campo demócrata es generacional

La reciente Gran Depresión ya había supuesto un desgaste de las instituciones y un aumento de la polarización, que abonó el terreno para la extrema derecha, con el establishment demócrata lamiéndose las heridas de la derrota de Hillary Clinton. En 2018, un seísmo sacudió el partido y la política del país con la entrada en el Congreso del llamado Escuadrón: mujeres congresistas, jóvenes, activistas, candidatas aupadas por sus comunidades, a quienes el partido no hizo grandes fiestas de bienvenida. Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, Rashida Tlaib, Ayanna Pressley, Deb Haaland, Sharice Davids, entre otras, irrumpieron en una Cámara de Representantes con el 81% de hombres, sin maquinaria, ni grandes fondos, pero con un discurso meridiano sobre las causas de la desigualdad y la pobreza.

 

Debate pendiente

Pero el debate pendiente de fondo en el campo demócrata se disolvió con la expansión del virus. La retirada precipitada de los aspirantes (el último, Bernie Sanders) ha encumbrado a Joe Biden y ha forzado la búsqueda de un terreno común desde donde intentar derrotar “al presidente más peligroso de la historia moderna de EE UU”, en palabras de Sanders.

Seguridad, la clave: Los expertos apuntan que el candidato que logre presentarse como garante de la estabilidad tandrá muchas opciones de ganar en noviembre

Biden sabe que tiene que incorporar el ala más progresista, o al menos que lo parezca. En este contexto excepcional, su candidatura tiene ventajas: representa un centrismo clave para los swing states, determinantes en el vuelco electoral, cuenta con el apoyo de mujeres y afroamericanos, ha ganado terreno en el electorado latino, fue el vicepresidente de Barack Obama. Cuenta con el apoyo del aparato demócrata al completo, del que forma parte. Un resorte seguro contra Trump, en un momento de miedo, en el desfiladero de otra gran recesión, donde la gente busca seguridad.

¿Sus debilidades? Las mismas de Hillary Clinton. La sombra de los intereses corporativos y dificultades para hacer frente a los nuevos tiempos le alejan del electorado urbanita. Además de las acusaciones de acoso, que, de concretarse, serán su guillotina electoral de millennials. La edad también es un problema para todos los actores principales del tablero: Joe Biden (77), Hillary Clinton (72), Bernie Sanders (78), Donald Trump (73), Elisabeth Warren (70). Y la propia campaña no favorece. Si se mantienen las elecciones, el 3 de noviembre, no habrá mítines, ni visitas a fábricas ni a comunidades.

El votante demócrata eligió no volar el partido. Pero Sanders acertó en el diagnóstico y el virus le ha dado la razón por vía de los hechos. De momento, Biden no tiene aún una agenda inclusiva que concilie ambos mundos. Los americanos mayores, beneficiarios del New Deal, no son partidarios del “radicalismo” joven. Y viceversa. En Texas, mientras Biden obtuvo el 17% de apoyo entre los menores de 45 años, Sanders consiguió el 19% de mayores de 45 años. Esta proporción se repite en numerosos Estados: California, Colorado, Nueva York. Así que la principal grieta es generacional, con Biden desconectado de los jóvenes. Sin percatarse de que apoya a los trabajadores de la construcción, pero se olvida de los precarios, freelancers, autónomos con contratos temporales, camareros, repartidores, jóvenes que llegan a los 40 años sin seguro médico o compartiendo zulos con estudiantes. 

El hotel New York Palace proyecta las palabras "Stay Safe" durante la cuarentena. Foto: Anthony Quintano

Ahora Biden se propone asumir una parte del programa de Sanders: matrícula gratuita en universidades públicas, impuestos a la riqueza y a las transacciones financieras, exigir a las corporaciones mejores condiciones laborales. Pero falta mucho por cerrar de aquí a la Convención Demócrata, donde debe ser proclamado, en agosto: un Save the planet creíble en la línea del Green New Deal más allá de los acuerdos de París, un Medicare ambicioso, repensar el sistema sanitario, una hoja de ruta de reconstrucción del país con 22 millones de parados, reconocer que hará falta programas de protección social y ayuda poscovid a países en desarrollo... 

 

Poco margen

Los demócratas tienen poco margen, apenas seis meses, y aún mucho por definir. El voto de noviembre será por la seguridad. Si los electores equiparan un cambio de presidente con mayor inestabilidad, Trump continuará. Pero si hay una mayoría que se siente desprotegida por su propia Administración, si percibe que Trump es la amenaza casi física a sus negocios, su salud, su seguridad, su futuro, sus vidas, su lugar en el mundo... Biden puede tener opciones. 

La escritora rusoamericana Masha Gessen escribía recientemente en The New Yorker: “Tras años de desgaste, será imposible saber el día en que las cosas fueron irreversibles”. Muchos americanos sienten ese vértigo del no retorno. Pero nadie sabe aún cómo van a reaccionar.