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Finanzas // China presta con unas condiciones muy estrictas

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Junio 2021 / 92

Fotografía
N. M.

Un grupo de investigadores ha estudiado con detalle un centenar de contratos de préstamo entre el gigante asiático y los países menos desarrollados. Las exigencias superan con mucho las habituales.

En una década, China se ha convertido en el primer acreedor bilateral de los países en desarrollo. Según el Banco Mundial, la deuda bilateral de los países con bajos y medios ingresos, es decir, la que han contraído con otro Estado —a diferencia de la deuda multilateral, que se suscribe con un grupo de Estados o un organismo internacional—, está constituida por el 35% de préstamos suscritos con China frente a únicamente el 10% en 2010. Al tratarse de los 45 países menos desarrollados “China, con mucho el mayor acreedor, ha aumentado su porcentaje de la deuda total que se debe a los países del G20 del 45% en 2013 al 63% a finales de 2019”, detalla esa institución internacional.

Para algunos, ese flujo chino es una buena noticia porque permite a los países prestatarios invertir en nuevas infraestructuras —frecuentemente, además, realizadas por empresas chinas—. Para otros, esa estrategia china es, sobre todo, el modo de aumentar su influencia. Un informe publicado a comienzos de abril por un grupo de investigadores estadounidenses y alemanes ha dado nuevos argumentos a estos últimos. Los autores, miembros de diferentes institutos de investigación, han tomado 100 contratos de préstamo entre China y los gobiernos de países de África, Asia o de Europa del Este para estudiar las condiciones, principalmente extrafinancieras. Este primer análisis sistémico de las condiciones de los préstamos otorgados por China es muy esclarecedor.

Confidencialidad impuesta

Primera conclusión: Pekín utiliza cláusulas que le permiten “trepar por la escala de la jerarquía” o, dicho de otro modo, que le permiten tener prioridad a la hora del reembolso frente a los otros acreedores. Las tres cuartas partes de los contratos estudiados estipulan, por ejemplo, que la deuda contraída no entra en los mecanismos de reestructuración previstos por el Club de París, un grupo de 22 países acreedores que, supuestamente, subsanan, cuando es necesario, las dificultades de pago de uno o varios Estados. Para garantizar sus reembolsos, China obliga a sus deudores a alimentar (con toda discreción) una cuenta que el Gobierno de Pekín puede utilizar si surgen problemas. En casos más raros se piden activos físicos como colateral. Montenegro, por ejemplo, ha tenido que ofrecer terrenos como garantía.

A menudo los acuerdos contienen cláusulas secretas

Los créditos se usan para influir en la política del país deudor

El hecho de que la totalidad de los contratos redactados por China desde 2014 contengan cláusulas de confidencialidad plantea también un grave problema democrático. “Los ciudadanos de los países que son a la vez acreedores y deudores no pueden pedir cuentas a sus gobiernos si las deudas son secretas”, subraya el informe. Y la falta de transparencia hace difícil que los otros acreedores u organismos internacionales evalúen el endeudamiento de un país.

Reembolso anticipado

Segunda gran ilustración del análisis: China utiliza sus préstamos para influir en la política del país deudor. El 50% de los documentos estudiados contienen cláusulas que permiten que Pekín exija un reembolso anticipado en caso de “una acción del país deudor contraria a los intereses de la República Popular de China”. Y el 90% de ellos prevén esa posibilidad “en caso de cambio legislativo o político importante en el país deudor o acreedor”.

“Todo indica que los contratos chinos dan a los organismos prestamistas una gran libertad para anular los préstamos y/o exigir un reembolso anticipado”, resumen los autores. Y, también, que China se vale cumplidamente de su papel de acreedor para asentar su dominación mundial.