¿Hay que desmantelar Google?
Inteligencia artificial: Cada vez son más las voces que reclaman el desmantelamiento de Google para acabar con el monopolio y la omnipotencia del ‘holding’ al que pertenece el gigante.
Usuario de Google a través de un smartfone. FOTO: 12RRF
El próximo mes de septiembre, Google festejará su vigésimo aniversario. Se celebrará la extraordinaria aventura de esos dos jóvenes de 22 años, Larry Page y Sergey Brin, que, según la leyenda, inventaron en su garaje de California un motor de búsqueda revolucionario. Una anécdota solo a medias cierta porque los dos colegas contaban, en realidad, con el apoyo del departamento de informática de su prestigiosa y riquísima Universidad de Standford.
Desde aquellos tiempos heroicos, la firma estadounidense se ha alzado, tras Apple, al segundo puesto mundial en lo que a capitalización bursátil se refiere (760.000 millones de dólares aproximadamente). Y los ciudadanos han descubierto el revés de la medalla de este éxito: las posiciones de monopolio de Google, su propensión a evitar pagar impuestos y el lugar central que ocupa en la inteligencia artificial, adquirido gracias a la montaña de datos personales acumulados y gestionados por sus algoritmos.
En un informe sobre la estrategia francesa frente a la inteligencia artificial publicado este invierno, Cédric Villani, matemático y diputado de La Republique en Marche desvela pistas de acción y aborda la situación de Google y de las empresas que, como ella, han adquirido una posición dominante en el sector de los datos: Amazon, Facebook, Apple, Microsoft (las Gafam), a las que, sin duda, habría que añadir IBM y sus primas chinas Baidu, Alibaba, Tencent y Xiaomi. Para el diputado, una cosa está clara: la posibilidad de desmantelar Google (y, eventualmente, otras empresas) está definitivamente planteada.
La Comisión Europea estudia los abusos de posición dominante
La multinacional es un actor múltiple de la inteligencia artificial
Hasta ahora, el debate público se centraba en la capacidad de las Gafam de evadir los impuestos sobre las sociedades y en sus prácticas anticompetitivas. Desde 2012, los Estados intentan acabar con el escamoteo de sus bases fiscales, sobre todo a través del proyecto Beps (de Base Erosion and Profit Shifting). La Comisión Europea, por su parte, multiplica los estudios sectoriales sobre los abusos de posición dominante de Google en el comercio electrónico (véase recuadro), en la publicidad en línea (la firma capta un 41% de cuota de mercado en Estados Unidos, frente al 20% de Facebook) y en los sistemas de explotación para teléfonos móviles (Android equipa al 80% de los smartphones del mundo). Ello no significa, sin embargo, llegar tarde: durante ese tiempo, Google se ha transformado en un actor múltiple de la inteligencia artificial, en una “plataforma multifaz”.
GRAN HERMANO
Este moderno Vishnu de múltiples brazos se llama ahora Alphabet Inc. El holding, al que pertenece Google, utiliza los datos que no cesa de acumular el motor de búsqueda (más de 3.000 millones de búsquedas diarias) en múltiples ámbitos. Como dice la periodista Christine Kerdellant: “El motor no inventa nada, no nos roba nada, se contenta con recoger y dar sentido a todo lo que recolecta en las fuentes que tiene a su disposición: el contenido de nuestros correos electrónicos para aquellos que tenemos una cuenta en Gmail (Google asegura que no lee sus contenidos), nuestras búsquedas a través del motor, nuestra historia de navegación (Google Crome), las imágenes (Google Photos), nuestro gusto por determinados tipos de vídeos, a qué hora nos despertamos o la actualización de nuestro perfil Facebook (con Android en el smartphone), nuestros desplazamientos (Google Maps), nuestro horario (Google Now), el contenido de los ficheros compartidos (Google Docs), nuestras notas (Google Drive) o nuestras compras (Android Pay). Cada nuevo servicio aumenta el conocimiento íntimo que tiene de cada uno de nosotros, ya que su memoria es infinita”. Lo resumió en 2010 Eric Schmidt, entonces presidente de Google, en un discurso pronunciado en Berlín: “Sabemos quiénes son ustedes, de dónde son, sabemos, más o menos, lo que piensan”.
Alphabet Inc puede, pues, poner en funcionamiento sus algoritmos en unas bases de datos masivas y adquirir un tamaño sistémico. “Al beneficiarse de rendimientos de escala importantes y de externalidades de red, los actores dominantes arramblan con todo”, explica el economista estrella francés Jean Tirole .
Más allá de la cuestión puramente económica, Alphabet Inc se anuncia como un potencial big brother. La firma no solo fortalece continuamente su posición de monopolio gracias a su integración vertical (70 servicios diferentes comunicados entre sí), sino que también, como observa el economista Jean-Hervé Lorenzi , vehicula, junto con otros gigantes de la Red, una “ideología de la preeminencia de la tecnología sobre el hombre”. Y, junto con la conciencia de poseer ya unos medios superiores a los de los Estados, les lleva “a pensar que las firmas dominan el mundo y están legitimadas para transformarlo con sus instrumentos”. De ahí, la deriva observable en ciertos líderes de Google hacia el transhumanismo. En 2004, Larry Page predecía: “Google estará incorporado al cerebro de la gente. Las personas tendrán un implante, y cuando piensen en algo, Google les dará automáticamente la respuesta”.
Aplicaciones de Google para los teléfonos inteligentes. FOTO: 123RF
Alphabet Inc pretende también recolocar a los parados (Google for Jobs), curar los cánceres (programa Baseline et Verily Life Sciances), por no decir… abolir directamente la muerte debida al envejecimiento gracias a su filial de biotecnología Calico. Desde 2013, el inventor Ray Kurzweil, director de ingeniería en la firma de Mountain View, trabaja en la singularidad o, dicho en otras palabras, en máquinas capaces de pensar, actuar y reflexionar, de reprogramarse de modo autónomo, y predice que tomarán el poder sobre la humanidad común de aquí a 2045…
Gracias a la elevada rentabilidad de sus actividades de publicidad en línea, el gigante puede permitirse financiar estos otros retos, como los denomina, que han tenido, en efecto, un resultado operativo negativo de 3.400 millones de dólares en 2017… para una cifra de negocios de 1.200 millones.
UN DESMANTELAMIENTO HIPOTÉTICO
En noviembre de 2014, el Parlamento Europeo aprobó por una mayoría muy amplia una resolución no vinculante que hacía un llamamiento a “separar los motores de búsqueda del resto de los servicios comerciales”, para presionar a una Comisión Europea cuya investigación sobre la situación de monopolio de Google se demoraba desde hacía cuatro años. Su único resultado fue dar más peso a Margrethe Vestager en el seno de un colegio de comisarios dominado por los liberales hostiles a cualquier idea de mermar la influencia de un grupo privado.
El pasado otoño, el presidente de la agencia francesa Arcep (Autoridad de Regulación de las Comunicaciones Electrónicas y de correos en sus siglas en francés), Sébastien Soriano, denunciaba “una suerte de rendición del debate público ante la dominación absoluta de los gigantes de la Red (…) por considerarla evidente”. Para el regulador francés de la Net, “la atención política se concentra, así, en los síntomas de dicha dominación (vida privada, fake news, competencia) en lugar de actuar sobre sus causas”.
Sin embargo, ¿la idea de un desmantelamiento de la hidra Google es realista? Jean-Hervé Lorenzi avanza un precedente célebre: “A comienzos del siglo XX, las autoridades estadounidenses dividieron la Standard Oil of New Jersey en no menos de 34 empresas diferentes”, dando lugar a la legislación antitrust. Y recuerda que nadie habría apostado un céntimo por Harold Greene, juez de la Corte Federal de Columbia, que, sin embargo, obligó al gigante de las telecomunicaciones ATT a negociar su propio desmantelamiento en 1984. ATT, como hoy Google, era un monopolio que gozaba de la popularidad del público, dotado de un poderoso y prolífico sector de investigación, los Bell Labs. Tanto ayer como hoy, una decisión de este tipo pertenece al Gobierno o a la justicia estadounidenses…, siempre que quieran tomarla, cosa para la que falta aún mucho.
Europa llama a separar motores de búsqueda y servicios comerciales
Un juez obligó en 1984 al gigante ATT a desmontar su lucrativo negocio
En concreto, Jean-Hervé Lorenzi y Michaël Berrebi abogan por cortar los puentes entre el motor de búsqueda, es decir, los datos, y las decenas de filiales que trabajan con esos datos. En Estados Unidos, el exconsejero estratégico de Donald Trump el liberal de extrema derecha Steve Bannon pensó en 2016 asignar a Google y sus consortes misiones de servicio público y regular sus actividades a través de una agencia gubernamental. Si se piensa que Silicon Valley fue hostil a la candidatura de Trump, ese proyecto tenía todo el aspecto de una venganza. Lo mismo que la abolición de la neutralidad de la Red* por el regulador estadounidense de telecomunicaciones el pasado diciembre, en perjuicio de las Gafam y a favor de los cableoperadores. A este lado del Atlántico, se apoya evidentemente la neutralidad de la Red, pero “además, parece particularmente interesante reflexionar sobre la neutralidad de los servicios y los algoritmos”, avanza Hervé Debar, responsable del departamento de Redes y servicios de telecomunicaciones en Telécom SudParis .
Algunos, como Evgeny Morozov , investigador de origen bielorruso establecido en Estados Unidos, imaginan una solución más radical: reagrupar “todos los datos de un país en un fondo de datos nacional del que todos los ciudadanos serían copropietarios. Cualquiera que quisiera lanzar nuevos servicios entregaría una parte de sus beneficios a cambio de utilizar esos datos”.
Mientras llega ese hipotético desmantelamiento, los europeos deben ponerse a la tarea: “es necesario que trabajemos sobre nuestra soberanía”, afirma el diputado Cédric Villani, “es decir, sin pretender obligatoriamente tener el Google europeo, debemos contar con empresas que nos proporcionen tecnología del más alto nivel: en la nube, los chips, la informática de alto rendimiento, los integradores algorítmicos, una industria de seguridad. Poder decir: elija usted con quién desea trabajar, con una empresa estadounidense o con una europea. Ello exigirá considerables inversiones europeas”. En resumen, necesita una auténtica política industrial europea. ¡Sería una revolución dentro de la revolución digital!
FISCALIDAD
Un tesoro de 60.000 millones de dólares
Según una reciente revelación de la agencia Bloomberg, Google habría logrado sacar 15.900 millones de euros de beneficios de la Unión Europea y llevarlos a las Bermudas durante 2016. Han ido a engrosar el tesoro fiscal acumulado por Google-Alphabet en paraísos fiscales, que alcanzaría así 60.700 millones de dólares. Con ello se relativizan las sanciones financieras que los Estados infligen, o intentan infligir, al mastodonte del sector digital. Y está incluida la multa récord de 2.400 millones de euros que la comisaria europea Margrethe Vestager le impuso en 2017 por abuso de posición dominante, debido a que favorecía a su comparador de precios Google Shopping.
Para saldar su contencioso fiscal, el Reino Unido se ha contentado con 130 millones de libras esterlinas e Italia con 306 millones de euros. Por su parte, el fisco francés, ha tenido que aceptar que el pasado mes de julio, el Tribunal de lo Contencioso Administrativo desautorizara la multa de 1.150 millones de euros que pretendía imponer al gigante.
La reforma fiscal llevada a cabo por la Administración Trump podría, sin embargo, incitar a Google a repatriar una parte de su botín de guerra y de su base fiscal a suelo estadounidense. Mientras, la Comisión Europea y la OCDE deberían cada uno avanzar en las próximas semanas nuevas propuestas para luchar contra la optimización fiscal.
* LÉXICO
Externalidad de red (o efecto de red): fenómeno mediante el cual la utilidad real de una técnica o de un producto depende de la cantidad de usuarios.
Neutralidad de la Red: principio que garantiza la igualdad de tratamiento de todos los flujos de datos que circulan en Internet.