Desde Nueva Delhi
Fiebre: La electricidad de fuente solar experimenta un fuerte auge el subcontinente asiático y presenta unos costes de producción inferiores al mineral, pero los defensores de la revolución verde están aún lejos de lograr sus objetivos.
Construcción de una planta solar en Rajastán (India). FOTO: CC/ Bkwcreator
La estrecha carretera serpentea a través de plantaciones de eucaliptus y de caña de azúcar. Entre dos aldeas, los tractores avanzan lentamente sobre un asfalto plagado de baches. Campesinas con amplias vestimentas de color fucsia y verde llevan sobre la cabeza enormes haces de heno que les ocultan en parte la cara. Nos adentramos en la verde naturaleza del estado de Uttarkhand, las planicies que preceden a las montañas del Himalaya, en el noreste de India. De repente, ante nuestros ojos aparece una llanura refulgente: 17.000 paneles solares desplegados en 10 hectáreas. Aquí es donde una pyme francesa especializada en la energía fotovoltaica ha iniciado su aventura. Technique Solaire, cuya sede está en Poitiers, inauguró el pasado mes de marzo este parque de 5,5 MW, cuya producción de electricidad equivale al consumo de 13.500 hogares indios. Hace dos años, la empresa ganó una licitación de la Administración regional del Uttarkhand prometiendo vender su corriente a 5,7 rupias/kWh, es decir, 7,5 céntimos de euro.
LA FIEBRE DEL ORO AMARILLO
Lo más duro ha sido conseguir el terreno —un problema recurrente en India, pero agravado en esta fértil región agrícola—. “Nadie poseía una superficie tan grande y los precios eran muy elevados”, cuenta Manu Bishnoi, el joven director de la filial. Este indio, recién diplomado por la Edhec (Escuela de Altos Estudios Comerciales) de Lille, halló una solución: Technique Solaire alquilará el terreno durante veintisiete años —dos años para las obras y veinticinco de explotación—, lo cual reduce el precio y garantiza a los agricultores un ingreso fijo y la devolución de sus tierras. Bishnoi reunió, pues, cinco parcelas donde se ha instalado la granja solar, con una inversión total de cuatro millones de euros.
La francesa Technique Solaire inaugura un parque de 5,5 MW
Objetivo: multiplicar por siete la capacidad fotovoltaica hasta 2022
Todas las empresas del mundo se pelean hoy por entrar en el mercado indio de la energía fotovoltaica, que se ha convertido en los últimos años en uno de los mercados más atractivos. En efecto, durante la COP21, celebrada en París en diciembre de 2015, el Gobierno de Narendra Modi anunció unos objetivos enormemente ambiciosos: multiplicar por 25 en siete años la capacidad fotovoltaica del país, hasta alcanzar los 100 GW en 2022. Comenzaron a llover los incentivos fiscales y las licitaciones públicas, según un sistema de subastas inversas. Los contratos se otorgan a las empresas que se comprometen a tener las tarifas más bajas.
Además, India se ha beneficiado de la increíble caída de los precios de los módulos (del 80% entre 2010 y 2016), que representan el 60% de la inversión. Como resultado de ello, el precio de venta de la electricidad solar va de récord en récord. El pasado mes de mayo había caído a 2,4 rupias/kWh (3 céntimos de euro), en una granja gigantesca de 500 MW en Rayastán, frente a una media de 3,2 rupias/kWh en el caso de la electricidad producida a base de carbón por la mayor empresa del sector, NTPC. En la mayoría de las regiones indias, la energía solar ha pasado a ser más barata que la procedente del carbón, algo impensable hace cinco años. Los precios podrían bajar aún más, pues India acaba de comenzar a producir paneles solares a razón de una capacidad de 3 GW al año, mientras que hasta ahora se importaban de China.
EN BUSCA DE TERRENOS Y DE DÓLARES
India sigue siendo muy dependiente del carbón, que genera aún el 77% de la electricidad del país. Pero la rentabilidad de la energía fotovoltaica está cambiando las tornas a una velocidad que pilla desprevenidos incluso a los poderes públicos (véase recuadro). En septiembre de 2016, la empresa india Adani inauguró, en el extremo sur del país, la mayor granja solar del mundo, con una capacidad de 648 MW —un récord superado después por China, otro gigante emergente—. La capacidad fotovoltaica se duplica anualmente en India. En junio de 2017 estaba establecida en 13,6 GW, lo que la sitúa en el séptimo lugar mundial, por delante de Francia (con 7,4 GW instalados a finales de julio) y España (4,7 a finales de 2016).
Para lograr su objetivo de 100 GW de energía fotovoltaica de aquí a 2022, India debe instalar 17 GW al año, es decir, a un ritmo más del doble del actual. Pero esas tarifas de venta de la electricidad tan enormemente bajas a que se ha llegado hoy en los estados indios desaniman a los inversores. Además, dichos precios incitan a las empresas públicas de distribución a renegociar a la baja los contratos ya firmados, lo cual retrasa la puesta en servicio y crea incertidumbre. Por ello, en el segundo trimestre de 2017, se anularon 2,1 GW de proyectos.
Para acelerar la cadencia, el Gobierno ha duplicado recientemente el volumen de las licitaciones para parques solares gigantes de una capacidad superior a 500 MW. Estas estructuras ofrecen importantes ventajas a los operadores, sobre todo por el hecho de que las autoridades locales ponen a su disposición los terrenos. El desafío consiste hoy en encontrar grandes terrenos públicos disponibles en un país muy poblado y mayoritariamente rural en el que las tensiones para el acceso a la propiedad del terreno y los conflictos entre los diversos usos del suelo son con frecuencia grandes. Otra dificultad será atraer a los inversores: los 86 GW restantes para conseguir el objetivo gubernamental representan ¡70.000 millones de euros!
Cuesta encontrar suelo de propiedad pública en un país tan poblado
Los bajos precios desincentivan las inversiones
Aumentan las industrias que instalan paneles solares
El frenesí de la energía solar no se manifiesta sólo en estas centrales instaladas en el suelo: cada vez son más las empresas o las residencias que instalan paneles en sus tejados para sustituir en parte los costosos generadores diesel utilizados para hacer frente a los habituales cortes de electricidad. En la ciudad nueva de Gargaon, en la periferia de Delhi, las ocho torres de 40 metros de altura de la residencia Bestech Park View están equipadas con captadores de electricidad fotovoltaica. Este proyecto, innovador en India, ha estado impulsado por Rajiv Verma, director en una multinacional y tesorero de la comunidad de vecinos de la residencia. Su objetivo era, en principio, reducir la contaminación producida por los generadores, que le afectaba a la salud como a muchos en la capital. Pero además ha demostrado ser rentable. “Genera electricidad durante cinco o seis horas diarias y nos proporciona cerca del 10% de nuestras necesidades”, precisa Rajiv Verma. Este modelo inspira ya a numerosas residencias vecinas, lo que podría limpiar (un poco) el cielo de la región de Delhi, considerada la undécima metrópoli más contaminada del mundo.
El sistema de paneles en el techo es aún más interesante en el caso de las industrias, cuya tarifa eléctrica es más elevada que la de los hogares y, por lo tanto, la energía solar es para ellas más barata que la de la red. Además, en caso de excedente, algunos estados se han comprometido a comprarla. Sin embargo, debido a sus costes de inversión y su menor rentabilidad que la de las centrales en el suelo, la energía solar instalada en el techo está aún en sus comienzos. Sólo 1,4 GW estaba en servicio el pasado mes de abril y la consultoría en energías renovables Bridge to India considera que el país difícilmente superará los 13 GW de aquí a 2021. Esto podría hacer fracasar los planes del Gobierno, que anuncia que de los 100 GW previstos para 2022, 40 procederían de las instalaciones en los techos.
CUIDADO CON EL 'BLACK-OUT'
En esa fecha, India ambiciona producir el 33% de su electricidad gracias a la energía renovable, frente al 17% actual. Esta revolución verde exige, sin embargo, reforzar urgentemente la red, pues la energía fotovoltaica es, por naturaleza, inestable: si, de repente, el cielo se cubre de nubes, puede haber una importante caída de la producción. India debe, pues, invertir considerablemente en la modernización de su viejo sistema de distribución eléctrica para que pueda adaptarse a esas variaciones repentinas. En caso contrario, la tercera economía asiática podría revivir el colosal corte de electricidad de julio de 2012, el mayor de la historia mundial, que sumió en la oscuridad a más de 300 millones de indios durante dos días.
Para desarrollar la parte correspondiente a las energías renovables en el mix eléctrico, será necesario también desarrollar la capacidad de almacenamiento con el fin de ajustar la oferta a la demanda, algo de lo que se carece totalmente hoy. De no hacerlo así, muchos hogares indios tendrán que aprender a vivir en la oscuridad a partir de las seis de la tarde, cuando el sol se pone y las granjas solares dejan de producir electricidad.
EL ANÁLISIS
El carbón no ha llegado a su fin
El mastodonte indio ha crecido alimentado a base de carbón y le llevará tiempo cambiar de régimen energético. Hoy, el 77% de su electricidad se produce mediante esa fuente altamente contaminante, lo cual contribuye a hacer de India el tercer país emisor de CO2 del mundo, en términos absolutos (por habitante, un indio contamina, sin embargo, diez veces menos que un estadounidense y tres veces menos que un francés). Además, el país está en pleno crecimiento: su consumo de electricidad debería duplicarse de aquí al año 2040, una vez que se enganchen a la red los 300 millones de indios que en la actualidad carecen de corriente eléctrica.
Hasta ahora, existían pocas alternativas al carbón para satisfacer esa necesidad de manera rápida y barata. La energía fotovoltaica ha cambiado progresivamente la situación de un modo insólito pero ambiguo. Entre 2017 y 2022 deberá producirse cerca de 50 GW de capacidad térmica (carbón), según el informe de la Agencia Central de la Energía publicado en diciembre de 2016, que afirma también que no son necesarias debido a la revolución de las energías renovables. Estas últimas producirían en cinco años, si se llevan a cabo los ambiciosos planes públicos, 175 GW de electricidad (de los cuales, 100 GW proceden de la energía solar), frente a los 50 GW actuales.
Hoy, se han suspendido las obras de 31 centrales de carbón, equivalentes a una capacidad de 12,7 GW, y el 74% de los nuevos proyectos se han retrasado o anulado desde 2010. Por ejemplo, el Gobierno de Guyarat (en el oeste del país) abandonó en mayo el proyecto de construcción de una central de 4 GW, cuyo coste era de 3,4 millones de euros, para volcarse en las fuentes renovables. ¿Es el síntoma de una súbita reconversión ecológica de una región muy industrializada en un país en el que la contaminación atmosférica mata a 1,1 millones de personas al año? No únicamente. En esa zona, muy soleada, la energía fotovoltaica es cerca de un 15% más barata que la procedente del carbón.
La conversión a las energías verdes llevará, sin embargo, tiempo y, en todo caso, el carbón seguirá representando más de la mitad de la capacidad de producción india en los próximos quince años.