Información de calidad en la era digital
Modelo: Cada vez hay menos medios que den acceso gratuito en Internet. Pese a que el sector no ha dado con una solución mágica, se impone la oferta de pago o mixta.
Le Figaro o Le Monde ofrecen solo algunos contenidos destacados gratis. FOTO: EVA SANLEANDRO
¿Cómo producir información de calidad en la era digital sin perder dinero? Este es el quebradero de cabeza al que se enfrenta la prensa desde hace diez años. Hasta el momento no se ha impuesto ninguna solución universal: ya se trate de venerables instituciones de la prensa impresa, obligadas a desarrollarse en Internet para sobrevivir, o de pure players, es decir, de medios de comunicación creados en la Red o que han abandonado el soporte papel, la mayoría de los productores de información siguen buscando la fórmula mágica. No obstante, se van afianzando diferentes estrategias, que van desde el acceso gratuito hasta diferentes fórmulas de pago, pasando por la diversificación.
De entrada, para aquellos que quieren atraer a su web a gran número de internautas, y con ellos a anunciantes, parece imprescindible ofrecer gratis los contenidos. El problema es que la publicidad no se vende en Internet al mismo precio que en las páginas impresas. La competencia es feroz y el anunciante, que conoce el impacto de cada mensaje (es posible contar los clics), está en mejor posición para negociar.
Debemos tener en cuenta también que una parte nada desdeñable de los ingresos por esa publicidad en línea no la reciben los editores, sino los intermediarios como Google. Esta es la razón por la que, salvo quizá el diario de Quebec La Presse, los medios digitales que apostaron por la fórmula del acceso gratuito –cada vez menos numerosos– tienen generalmente pérdidas importantes.
El diario británico de centro-izquierda The Guardian tiene mensualmente más de 100 millones de visitantes únicos en su web, que permite el acceso gratuito a todos sus artículos, pero a costa de pérdidas gigantescas (26 millones de libras en 2014; es decir, 35 millones de euros) que hasta ahora han sido financiadas por la fundación encargada de garantizar la independencia del diario. Es una situación que no puede prolongarse sin ponerse en peligro.
El Christian Science Monitor (CSM), primer periódico nacional que dejó de aparecer impreso para pasar a ser un pure player, se encuentra en una situación similar. De acceso gratuito, se financia mediante la publicidad y ofreciendo abonos de pago para su informe diario de noticias y para su edición semanal. A pesar de ello, tiene un déficit recurrente que, hasta ahora, cubre la Iglesia que lo fundó en 1908.
EXCEPCIÓN CON ENTRETENIMIENTO
En Francia, Rue89, una web fundada en 2007, también apostó por que el lector no pagara nada. Ha sobrevivido gracias a la publicidad, la venta de cursos y varias recapitalizaciones, pero no ha alcanzado nunca el equilibrio financiero. Debe su salvación al hecho de que lo compró en 2011 Le Nouvel Observateur, al que está unida editorialmente.
Los medios ‘online’ gratuitos aguantan más porque dan mayor peso al entretenimiento
La fórmula del acceso gratuito sí que parece, en cambio, funcionar para algunos pure players como el Buzz-Feed o el Huffington Post. Ahora bien: estos medios dedican la mayor parte de su información al entretenimiento, gran proveedor de clics y de me gusta en las redes sociales y recurren a contenidos producidos gratuitamente por colaboradores que no suelen ser periodistas.
En consecuencia, si se quiere producir una información de calidad parece difícil evitar que el lector pague. Mediapart tomó partido por ello desde su creación en 2008: una postura a contracorriente de todos los medios de comunicación digitales de entonces. Sin embargo, en dos años, la web fundada por Edwy Plenel logró alcanzar su equilibrio financiero y está previsto que este año dé la bienvenida a su abonado número 100.000.
Por su parte, los grandes diarios franceses, como Le Figaro y Le Monde, siguen ofreciendo gratuitamente algunos contenidos destacados y de actualidad, lo que les da una amplia audiencia. Pero para acceder a la totalidad del diario hay que abonarse (o comprar un ejemplar).
MURO DE PAGO
El Financial Times fue el primero en salir del dilema “gratuito o de pago”. Puso en su web un paywall (muro de pago) que invita al internauta a pagar a partir de determinado número de artículos de acceso libre. En Francia, el diario Les Échos ha adoptado la misma fórmula. El auge de los teléfonos inteligentes y de las tabletas ha despertado la esperanza de que se ponga en marcha un ecosistema más propicio al desarrollo de una oferta de pago.
Todo el mundo recuerda la apuesta de Apple a comienzos de 2000: gracias a la pareja formada por su walkman digital iPod y su plataforma de descargas iTunes, la empresa de la manzana disparó sus ventas de música digital, en un momento en que la gratuidad parecía la norma en ese sector debido a la explosión del peer-to-peer*. Desde hace meses, los medios de comunicación multiplican nuevas aplicaciones que se pueden descargar a través de la AppStore, Google Play y consortes. Con AlterEcoPlusK, su nueva publicación 100% digital, Alternatives Économiques también se ha lanzado, desde el pasado mes de noviembre, a este terreno.
¿Son paywall y las aplicaciones de pago la panacea que permitirá, por fin, a los diarios equilibrar sus cuentas? El ejemplo del New York Times, cuyo número de abonados digitales (910.000 a finales de 2014) ha sobrepasado a los del papel, puede animar a pensarlo. Pero la Gray Lady ha tenido que aplicarse un remedio de caballo para su conversión digital: ha sacrificado sus otras actividades, como el Boston Globe, y el año pasado despidió a 100 periodistas de los 1.300 que constituyen su redacción.
Y lo que es más importante, a pesar de ser puntero a la hora de inventar nuevas ofertas y contenidos –sobre todo multimedia–, el New York Times ve cómo se frena el aumento de sus abonados y las últimas aplicaciones que ha lanzado para captar a lectores jóvenes han sido un fracaso o un éxito a medias.
UN FUTURO INCIERTO
¿Pueden estas fórmulas de pago seducir a un amplio público acostumbrado a no pagar? O bien, ¿serán los adeptos al digital premium una minoría, cada vez más vieja, de conversos procedentes de la cultura del papel? Si es así, será imposible financiar esas redacciones cualificadas y potentes necesarias para llevar a cabo una cobertura exhaustiva y de calidad de la actualidad.
A no ser que los periódicos se unan a otras actividades más lucrativas, como ha hecho el grupo Axel Springer: el gigante alemán de la comunicación ha vendido sus revistas y cabeceras de prensa local para concentrarse en sus cabeceras insignia Bild y Die Welt a la vez que ha comprado una serie de webs participativas de éxito (Aufeminin.com, Marmiton.com), un especialista de publicidad digital y grandes webs de anuncios por palabras, como Seloger.com. ¿Pero cuánto tiempo podrá mantenerse semejante andamiaje de pure players prometedores y diarios de información estructuralmente deficitarios?
(1). El fisco sique pidiendo a Mediapart cuatro millones de euros por haber aplicado siempre el IVA reducido de la prensa impresa (2,1%) cuando para las webs de información era, hasta 2014, del 19,6%, y luego, del 20%.
DATOS
57
MILLONES DE EUROS
Es el montante de las pérdidas del driario The Guardian en 2014.
LÉXICO
Peer-to-peer: intercambio de ficheros informáticos, generalmente de audio o vídeo, gracias a una conexión directa entre ordenadores de particulares sin necesidad de almacenar previamente esos ficheros en un servidor.
PARA SABER MÁS
La crise? Quelle crise?, Ina Global n° 3, 2014.