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La derecha vuelve al poder en Ecuador

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Septiembre 2021 / 94

El nuevo presidente se propone construir “espacios de encuentro” en un país muy dividido y dependiente de sectores extractivos ineficientes.

Ecuador parece haber recibido una bocanada de aire con la llegada del conservador Guillermo Lasso al poder. En sus primeros 100 días como presidente ha logrado vacunar, con al menos una dosis contra el coronavirus, a 10 millones de ecuatorianos (el 59% de la población) y el país está exultante por las dos medallas de oro y una de plata conseguidas en Tokio. Las encuestas hechas en agosto aprueban la gestión del nuevo presidente con el 73,5%, según la firma Cedatos. 

No era muy difícil alcanzar esta calificación después de que Lenín Moreno concluyera su mandato con apenas el 9,3% de aprobación. Sin embargo, el exbanquero de 65 años podría precisar de algo más que aire para gobernar las próximas semanas. El 11 de agosto, los indígenas y las centrales sindicales se manifestaron en las ciudades principales del país. Los primeros buscan que retornen los subsidios a los combustibles que se quitaron durante la pandemia y los segundos se oponen a la reforma laboral que aún no llega al Parlamento ecuatoriano. 

Lasso, a través de periodistas cercanos, lanzó varios mensajes a los organizadores de la protesta. El primero y más importante fue que no dará marcha atrás en el tema de los combustibles. La decisión de fijar su precio cada mes, de acuerdo con el mercado internacional, fue tomada por Moreno en julio de 2020. Entonces, los valores estaban a la baja y no causaron malestar, pero para este agosto el galón de gasolina se vendía a 2,28 dólares y el de diésel, a 1,60. Esto representa un incremento de 53 y 60 centavos, respectivamente, con relación al inicio de la medida.

El presidente también comunicó durante las entrevistas pactadas su lista de prioridades legislativas: la Ley de Comunicación, las reformas a la Ley Superior, la reforma laboral, la reforma tributaria y, finalmente, una reforma para blindar las cárceles del país que han sido escenario de varios amotinamientos y ajusticiamientos entre bandas. Estos cambios tomarán tiempo porque su grupo político, el movimiento Creando Oportunidades (CREO), solo cuenta con 12 de 137 escaños. 

Incógnitas por despejar

A esas inseguridades se suma que Lasso tiene que convencer a buena parte del país tras ganar la presidencia en las elecciones del pasado abril de forma muy ajustada sobre Andrés Arauz, el candidato elegido por Rafael Correa, que fue parte del llamado socialismo del siglo XXI. Eso lo ha hecho mirar hacia el centro en algunos temas sociales, pero aún no se despejan preguntas clave. “La gran pregunta es si va a ser moderado, o de qué profundidad van a ser los cambios en política económica. Pero, de momento, está yendo lentamente”, dice Pablo Ospina, analista político y profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar. 

La economía ecuatoriana, dolarizada desde 2000, está recibiendo oxígeno gracias a la devaluación del dólar y el aumento del precio del crudo. El 34% de las exportaciones del país corresponden al oro negro. Pero la maldición de Ecuador es que no puede procesar en sus tres refinerías todo el combustible que requiere, y tiene que importar y allí surge el desequilibrio.

El país está fracturado; indígenas y sindicatos ya se han movilizado en la calle 

El Gobierno tiene sobre todo el apoyo del sector privado y de las élites tradicionales

Actualmente, se importa la mitad de los combustibles que necesita Ecuador, equivalente al 19% del total de importaciones. Por eso no se podían seguir manteniendo los subsidios que venían de la década de 1970, pese al coste político que siempre ha tenido este tema. Pero hasta ahora ningún presidente ha tomado la decisión de ampliar la producción nacional de combustibles. “Correa hizo una enorme inversión para repotenciar la refinería de Esmeraldas y fue un fracaso; se quemaron las turbinas pocos meses después y hubo denuncias de corrupción”, recuerda Ospina. 

En los planes del nuevo Gobierno tampoco está ampliar las refinerías ni mucho menos construir otra. Lo que sí está entre los anuncios de Lasso, que ha sido algo recurrente en todos los gobiernos para tener dinero inmediato, es aumentar la producción petrolera. Lasso aspira a duplicar la producción y llegar al millón diario de barriles de petróleo. “La política minera y la política petrolera no han cambiado, son las mismas de todos los gobiernos. Todos han impulsado la actividad extractivista”, dice Ospina y añade que los campos petroleros no dan para eso. “La inversión que se necesitaría para hacer la recuperación secundaria es demasiado grande y los precios del petróleo, aunque ahora están en subida, son bastantes inestables”. 

Pero entre las bazas fuertes que tiene Lasso está el apoyo del sector privado, aunque todavía se desconocen los proyectos que puedan generarse en alianza con el Estado. Felipe Ribadeneira, presidente del Comité Empresarial Ecuatoriano, apunta: “Es el momento de invertir, de cristalizar los proyectos de inversión, de apostar por el país, de que todos pongamos el hombro para demostrar que las libertades, la democracia, el respeto a la propiedad privada y el respeto a las instituciones dan bienestar. No tener que regresar a lo que está pasando en otros países de la región, donde hay caudillos que tratan de restar libertades a la población”. 

Es evidente que el sector privado está contento con Lasso. Con él ven el fin de la marea rosa, del protagonismo de los gobiernos de izquierdas que se mantienen en Nicaragua y Venezuela y que ahora ha llegado a Perú. Para la élite empresarial ecuatoriana, esos países se han estancado por el exceso de Estado. “Termina la era de los caudillos. Hoy reivindicamos este día glorioso e iniciamos la lucha para recuperar el alma democrática de nuestro país”, proclamó Lasso en su investidura. 

El presidente tiene hasta 2025 para reconducir el país y lidiar también con la deuda que vence en 2030, más de 70.000 millones de dólares, lo que representa el 60% del PIB. A falta todavía de plan económico preciso, la economista Katiuska King, de la Universidad Central, ve probable que el nuevo Gobierno “mantenga el acuerdo de servicio ampliado con el FMI y proceda a cumplir lo que acordó el anterior”. Y añade: “Se requieren alternativas en favor de la sostenibilidad fiscal. Para ello se pueden formular reformas tributarias progresivas con un pacto fiscal”. 

 El ritmo de vacunación contra  la covid-19 es bueno. Foto: Fernando Sandoval/ Asamblea Nacional

Ospina augura privatizaciones: “El presidente intentará vender activos, privatizar de nuevo; esto ya lo hicieron los anteriores presidentes. Las joyas de la corona son la Corporación Nacional de Telecomunicaciones, las empresas eléctricas, la línea aérea de Ecuador, etc.".
De cara al exterior, no hay un alineamiento claro, a pesar de que Ecuador podría convertirse en uno de los fabricantes de la vacuna Sputnik. 

Y así avanza Ecuador entre la satanización de lo público y el retorno de las élites, entre las opiniones de los que avalan el nuevo gobierno y los que querían que retorne el gobierno que entregó más dádivas a los desprotegidos. Lasso es muy consciente de eso y, por ello, ha acuñado la frase de que gobernará el “Ecuador del encuentro”, y todavía esboza una sonrisa cada vez que la repite.