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La izquierda rompe el tabú en México

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Septiembre 2018 / 61

Histórico: Andrés Manuel López Obrador pulveriza el sistema de partidos y llega a la presidencia con enormes retos y una promesa: “Primero, los pobres”.

Andrés Manuel López Obrador, aclamado por seguidores. FOTO:ProtoplasmaKid / Wikimedia Commons / CC-BY-SA 4.0

Retos y expectativas son los dos términos que mejor definen la actual situación de México, quizá como en ningún otro inicio de gobierno. Las miradas están puestas en Andrés Manuel López Obrador (64 años), primer político de izquierda que gobierne el país, con propuestas que pretenden dar respuesta al hartazgo contra los Gobiernos del PRI y del PAN.

Él ha hecho llamar la “cuarta transformación” a sus propuestas de Gobierno —empieza el 1 de diciembre y hasta 2024—, entendiendo que las anteriores son la independencia de España, las leyes de Reforma y la Revolución de 1910.

La exigencia ciudadana es que ponga fin a la corrupción de las élites política y empresarial, que disminuya la desigualdad que mantiene en situación de pobreza a 53,4 millones de personas (el 43,6% de la población) y que termine con la violencia criminal que mantiene atenazadas amplias regiones del territorio.

Aunque con parte del sector empresarial mantuvo notables diferendos, una vez que se conoció su triunfo, se acercaron posiciones y los empresarios mostraron predisposición a colaborar. No obstante, uno de los mayores desafíos para López Obrador es la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un tema apremiante tanto para el presidente estadounidense, Donald Trump, como para el actual presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, que quisiera dejar este capítulo cerrado antes de irse. La política internacional no es el punto fuerte del próximo presidente mexicano. Sin embargo, previo acuerdo con Peña Nieto, determinaron que integrantes del equipo del futuro Ejecutivo se sumaran al Gobierno actual en las rondas de negociación con EE UU  y Canadá.

En su primer mensaje la noche del 1 de julio, tras conocerse que contaba con el 53% de los votos (más de 30 millones), López Obrador quiso tranquilizar a los mercados financieros, ahuyentando la imagen de populista que sembraron sus opositores. Dijo que respetará la autonomía del Banco de México, mantendrá la disciplina financiera y fiscal, respetará los compromisos con los bancos nacionales y extranjeros y que estará descartado cualquier indicio de confiscación o expropiación de bienes.

Insistió en que revisarán los contratos derivados de la Reforma Energética de Peña Nieto, y solo en caso de encontrar anomalías recurrirá al Congreso de la Unión y a los tribunales internacionales, siempre por la vía legal. Lo mismo pasará con el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, en construcción.

Eso sí, ante los miles de seguidores que le pedían “no nos falles”, ratificó sus premisas de “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”. Y sentenció: “Por el bien de todos, primero los pobres”.

La mañana del 2 de julio, López Obrador y Trump mantuvieron su primera conversación telefónica, en la que el presidente estadounidense le felicitó por el triunfo e intercambiaron ideas sobre seguridad fronteriza, migración y el Tratado de Libre Comercio. Ambos difundieron mensajes en Twitter: “Tengo muchas ganas de trabajar con él”, escribió el inquilino de la Casa Blanca.

En este primer contacto no se incluyó el tema del muro fronterizo, que es uno de los pilares del discurso del presidente estadounidense, ni hubo su habitual hostilidad hacia México, haciendo de este país un enemigo imaginario que afecta a la paz social y la economía estadounidense. De hecho, sobre la construcción de un muro en buena parte de los más de 3.000 kilómetros de frontera común, y la militarización de la misma, López Obrador alegó tanto en campaña como después: “Nadie nos va a estar amenazando de que nos van a cerrar las fronteras, que se van a militarizar o se va a construir un muro, porque vamos a crecer en México; va a haber trabajo en nuestro país y para eso son todos nuestros proyectos”. No ha querido ir más allá sobre la eventual materialización del plan de Trump. Por el contrario, en una declaración reciente insistió que el tema del muro fronterizo “no está en la agenda de México”.

En este ambiente inicial de menor tensión diplomática, Trump envió a su equipo a reunirse con el futuro presidente de México. El 13 de julio, el político mexicano recibió en su casa de transición a la delegación de EE UU, encabezada por el Secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo. Y el domingo 22 hizo pública la carta que envió a Trump, en la que ofrece voluntad de entendimiento y un plan de colaboración que ayude a resolver temas de comercio, migración y seguridad.

Considera que todo está dispuesto para iniciar una “nueva etapa” en la relación de los dos países, “sobre la base de la cooperación y la prosperidad”. El mexicano le plantea hacer un esfuerzo por concluir la renegociación del TLC. “Prolongar la incertidumbre podría frenar inversiones a medio y largo plazo. En este punto le propongo reanudar las negociaciones con la participación de los representantes de México, Canadá y EE UU”, escribe.

Le hace ver que sus proyectos buscan “retener a la población en sus pueblos, ampliando oportunidades de trabajo y bienestar” y así lograr que “los mexicanos no tengan que emigrar por pobreza o violencia. Procuraremos que la emigración sea optativa y no necesaria”. Y le cuenta proyectos como la creación de “zonas económicamente especiales” en el sureste mexicano, donde prevé la siembra de un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables en el sureste del país, tanto para efectos de restauración ecológica, como para crear 400.000 empleos. Además, la construcción del Tren Maya, que cubrirá con alta velocidad los 1.500 kilómetros entre Cancún (Quintana Roo) y Palenque (Chiapas), para detonar el turismo en toda la región arqueológica olmeca y maya. Y el corredor para el transporte de mercancías que conecte el Pacífico y el Atlántico en la región del istmo de Tehuantepec (Estados de Oaxaca y Veracruz).

La pobreza afecta a 53 millones de mexicanos, el 43% del total

Los primeros contactos con Trump han sido constructivos

La guerra contra el ‘narco’ suma 130.000 muertos en una década

Trump le respondió por medio de una carta en la que le señaló estar de acuerdo con “las cuatro fases que ha identificado: comercio, migración, desarrollo y seguridad”, y aseguró que ya dio instrucciones a su gabinete para incrementar la relación con México en estas áreas. Sin embargo, insta a López Obrador a que se concluyan “rápido” las negociaciones del TLCAN o “de otra manera tendré que elegir un camino muy distinto al presente”.

La Casa Blanca está sometida a presión por las limitaciones que quiere imponer en la industria automotriz y por los legisladores republicanos, de cara a las elecciones de medio término de noviembre próximo. A esto se sumó la advertencia lanzada por el secretario de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray, quien consideró que si Estados Unidos rechaza el TLCAN, habrá un “debilitamiento” de la cooperación mexicana en temas de seguridad y migración, temas centrales para la Administración de Trump.

 

PROCESO DE PAZ

En el ámbito interno, López Obrador está en medio de un debate público por su propuesta de construir un proceso de paz en un país donde la guerra contra el narcotráfico que inició Felipe Calderón (PAN) y continuó Peña Nieto (PRI), ha provocado más de 130.000 muertos y alrededor de 30.000 desaparecidos.

López Obrador planteó un proceso de reconciliación social de cara a los brutales niveles de violencia de los grupos criminales, de los continuos excesos cometidos por las fuerzas de seguridad y donde la ineficacia de la justicia llega al 98% de impunidad. El sacerdote Alejandro Solalinde, un activista a favor de los migrantes que está dando apoyo a López Obrador, dice que se debe buscar un “perdón con justicia, no un perdón impune”.

Y la exministra de la Corte Suprema, Olga Sánchez Cordero, quien ocupará la Secretaría de Gobernación, aclaró que se propondrá una ley de amnistía, pero solo para un “universo determinado de personas”, con delitos específicos en esa hipótesis, con plazos y “sin olvidar a las víctimas”.