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La juventud y el despertar de Chile

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Diciembre 2019 / 75

Estallido: Los estudiantes son los protagonistas de las protestas. Muestran una sociedad empobrecida, con servicios privatizados para unos pocos.

Protesta en noviembre en la ciudad de San Antonio (Chile). FOTO: Vivian Morales C.

La juventud chilena ha salido los últimos días a participar en las manifestaciones de Santiago, que se producen principalmente en el centro de la ciudad. Los padres temen por sus hijos, que participan activamente del descontento ciudadano. Hasta el momento de escribir estas líneas, los enfrentamientos con la policía se habían cobrado la vida de 20 personas, y cinco de ellos a manos de agentes del Estado, además de miles de heridos. Hasta 160 de ellos han perdido la visión en un ojo por balas de gomas disparados por la policía y el Ejército. 

Las historias de personas cercanas son fáciles de encontrar. Un amigo que ha perdido su ojo y estuvo nueve días internado en cuidados intensivos por una golpiza de 12 policías (se defendió con una “sartén” ante el brutal ataque); un conocido que fue torturado por militares en Iquique (ciudad al norte de Chile), al que le aplicaron electricidad, golpearon, practicaron un simulacro de fusilamiento y se sacaron fotos con él semiinconciente...

Es una locura total. Pensábamos que los horrores de la dictadura habían desaparecido. El presidente dice en cadena nacional que “estamos en guerra”. Apenas transcurridas dos semanas del inicio de este estallido social, nos sorprendemos con prácticas inhumanas de agentes del Estado. ¿Qué pasó con: “para que nunca más en Chile”? La respuesta ciudadana fue una manifestación de 1,2 millones de personas en plaza Italia, el epicentro de las manifestaciones.

En este país nos hemos acostumbrado a ser clientes, usuarios, consumidores y compradores. Tenemos seguros privados de salud y pensiones, y estos no consideran el concepto de solidaridad. “Cada uno se rasca con sus propias uñas”. El rico tiene buena salud, y buenas pensiones, y el resto, lo que alcanza. Chile es el paraíso para comprar cualquier bien, sin tener el respaldo financiero. El endeudamiento supera el 70% del ingreso mensual familiar. En este país tuvimos la idea genial de generar un “mercado del agua”. ¿Qué es más neoliberal que comercializar bienes invaluables para la vida? Se entregaron derechos de agua a quienes los solicitaron y, posteriormente, los derechos de agua se transan en el mercado. El Estado no obtiene ni un peso, y el privado se puede hacer rico. La mayoría de chilenos y chilenas tiene miedo a jubilarse: las rentas promedio corresponden a menos de un tercio del ingreso mensual antes de jubilarse. El ingreso medio es de 700 euros mensuales, por lo que las pensiones de la gran mayoría apenas llegan a los 322 euros. Tras 40 o 45 años de trabajo, en la etapa más vulnerable, empobrecen.

 

EDUCACIÓN Y DEUDA

Los jóvenes que entran a la universidad eligen su carrera basados en su vocación y en el costo de la carrera. A modo de ejemplo, estudiar Geografía en la Universidad de Chile (universidad del Estado) tiene un costo anual de 3.946,8 euros, y hay carreras que valen casi el triple. Tras cinco años de estudio la mayoría de los jóvenes tiene una deuda que supera los 30.000 euros, y recién comienza a construir sus sueños independientes.

 

DICTADURA

Esta es la herencia de la dictadura. Un sistema económico neoliberal, que cuenta con una constitución que lo respalda a todo evento. Una constitución redactada en dictadura. No contamos con una constitución representativa que asegure derechos y donde compartamos principios. Hemos normalizado e instaurado en nuestro ser chileno esta forma de vida.

Y en este escenario, nuevamente los estudiantes, los irreverentes, los despojados de prejuicios, aquellos que miran con la frente en alto su futuro, han dicho basta. Nos han demostrado a las generaciones mayores, que no debemos aceptar el abuso, las migajas, la miseria, el individualismo y una vida basada en el consumo, las deudas y la incertidumbre. Al igual que en el año 2006 lucharon por derogar la ley de educación de Pinochet (y con el resultado se sintieron engañados), en el año 2011 exigieron una educación gratuita, de calidad y sin lucro (un proceso en marcha, la gratuidad alcanza al 40% más vulnerable de la población), hoy, en 2019, con un simple acto de evasión en el transporte público, nos muestran el camino. Y ahora, según las últimas encuestas, más del 80% de la ciudadanía apoya las manifestaciones.

El Gobierno no ha entendido este panorama, y ha ofrecido la denominada “agenda social”, que consiste en un conjunto de medidas que incrementan los ingresos. Esto se ha traducido en un conjunto de proyectos de ley, que vía el aporte del Estado, aumentan los ingresos de la población más vulnerable. Pero ninguna de las medidas apunta a incrementar los impuestos de los ricos. El 1% concentra más del 26% de la riqueza. Y esto ha sido castigado. Las manifestaciones no ceden, los destrozos continúan y la represión es muy fuerte.

 

REDES SOCIALES

Este movimiento social, que se manifiesta en la calle, no tiene conducción. Se organiza por redes sociales, no es ideológico y se basa en las sensaciones y experiencias cotidianas de injusticias y abusos. La clase política está consternada y ha quedado muy deslegitimada.

La juventud sopesa el coste a la hora de elegir la carrera universitaria

La sociedad civil organiza cabildos y pide un nuevo pacto social

Y ante la ausencia de un pliego de demandas, un conjunto de agrupaciones de la sociedad civil, ha intentado impulsar cabildos organizados libremente por la ciudadanía. Son espacios de encuentro, de debate. Una oportunidad de encontrarse con el otro. A aquel que no conozco, que no miro, y en estos espacios se conversa y se logra llegar a ciertas conclusiones. El Gobierno ha dicho que impulsará sus propios cabildos ciudadanos. Ya veremos cómo se desenreda esto.

El presidente se niega a “condenar” las violaciones de los derechos humanos de los agentes del Estado, e insiste en poner en condicional estos actos. La contracara es el presidente “condenando” de manera enérgica los saqueos, destrucción de bienes y agresiones a los agentes del Estado. Este es el abismo que separa a este movimiento hermoso, caótico, creativo, fuerte e irreverente de un Gobierno que no reconoce las injusticias.

 

LECCIÓN DE HISTORIA

La joven de la generación que entra a la universidad, y aquellos que fueron estudiantes en 2001, 2006 y 2011, que hoy están acostumbrados a luchar por sus derechos, infinitamente más empoderados como ciudadanos que los mayores de 40 años, nos obligan a mirar más allá de lo que imaginamos. Una nueva constitución, que permita concordar principios y un nuevo pacto social, es solo el inicio.
La juventud nos está dando una tremenda lección de historia.