“Nuestro margen de actuación es muy estrecho” // Jean Jozel
Cambio climático: Entrevista a Jean Jozel, director de investigación del centro de estudio, desarrollo e innovación CEA, explica que el cambio climático es irreversible pero que sus efectos pueden paliarse.
Inundaciones en Ho Chi Minh, Vietnam. FOTO: Thi Hong Hanh Mac
Incendios en California, ola de calor en el norte de Europa: el pasado verano marcó un punto de inflexión en la lucha contra el calentamiento global. Para el climatólogo Jean Jouzel, aún podemos actuar, pero urge elevar la ambición y respetar el acuerdo de París contra el cambio climático.
¿Se está desbocando el recalentamiento global?
Ocurre lo que venían anticipando los climatólogos desde hace más de 30 años. De media, la temperatura en la superficie terrestre aumenta cerca de dos décimos de grado cada década. A este calentamiento medio, imputable a las actividades humanas, se le suma una evolución rápida de los “extremos climáticos”, que explican el recrudecimiento y la intensificación de las olas de calor desde el inicio de la década de 2000. Por una alza de las temperaturas medias de un grado, estos extremos subirán dos grados.
¿Se pueden atribuir estos “extremos” al calentamiento?
El calentamiento medio del planeta es claramente resultado de la actividad humana. La ciencia ha progresado enormemente en los últimos 15 o 20 años sobre si se puede atribuir al calentamiento tal o cual acontecimiento pasado o presente, gracias a una mejor documentación de los fenómenos naturales y al desarrollo de modelos climáticos elaborados. Los expertos pueden afirmar que el cambio climático aumenta la probabilidad de que se produzcan acontecimientos extremos.
Y ciertas zonas son más vulnerables.
Las amenazas cambian de una región a otra, pero ningún país se libra. Hoy, un europeo de cada 20 tiene que afrontar cada año un acontecimiento climático extremo. Esta proporción podría alcanzar dos tercios de la población en 2100 si no actuamos. En Europa, el número de muertes ligadas a extremos climáticos, sobre todo olas de calor, podría multiplicarse por 50 en la segunda mitad del siglo. Sin embargo, son África y el Sureste asiático las regiones que están en primera línea.
¿Hemos alcanzado un punto de no retorno?
El cambio climático es irreversible, pero aún podemos limitar su impacto si actuamos con rapidez. Debemos respetar el límite previsto en el acuerdo de París, que prevé que el aumento de la temperatura media mundial quede muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, porque ese es el punto de no retorno. Un tema que suscita gran inquietud es el futuro de las regiones polares. El deshielo del permafrost, los suelos permanentemente helados, podría acentuarse, lo que liberaría gas carbónico y metano por descomposición de materia orgánica, lo que a su vez aceleraría el calentamiento. La subida del nivel del mar podría también acelerarse peligrosamente. Incluso si se respeta el acuerdo de París, subirá 40 centímetros de ahora a finales de siglo. Si las sequías siguen afectando a nuestros bosques, es la muerte de árboles y bosques enteros, lo que reduciría considerablemente la capacidad de absorción de CO2 del planeta.
¿Podemos todavía cumplir el objetivo de dos grados fijado en París?
Nuestro margen de actuación es muy estrecho. El problema mayor es que para conseguirlo, los compromisos de reducción de las emisiones tomados de forma colectiva por los Estados deberían ser tres veces más importantes. Al ritmo actual, solo nos quedan 20 años de emisiones para esperar mantenernos bajo la barrera de los dos grados de París. En diciembre tendrá lugar una nueva conferencia COP24 en Polonia, y será una ocasión para que los países firmantes revisen al alza sus ambiciones. Es poco probable que lo hagan, en especial después del anuncio de retirada de EE UU.
Espero que la publicación en octubre de un informe especial del grupo de expertos intergubernamental sobre la evolución del clima sobre las consecuencias de un recalentamiento planetario de 1,5 grados llame la atención de los negociadores. Debemos entusiasmar a las nuevas generaciones con un cambio de modelo de desarrollo.