Opinión // Historia de una reforma fallida: ¿hay salida?
Si no se quitan las 'trampas' en la letra pequeña, la ley de permisos no cumplirá su objetivo de igualdad.
Las feministas queremos cambiar este sistema de desigualdad y de dominación que llamamos patriarcado, basado en que las mujeres somos las cuidadoras principales y los hombres son los proveedores principales.
El punto de partida de la PPIINA en 2005 era: si incluso los gobiernos dicen que los hombres tienen que cuidar tanto como las mujeres y las mujeres ganar tanto como los hombres, ¿cómo es que todo está montado para que continúe igual?
La desigualdad entre los permisos de maternidad y paternidad nos parecía un ejemplo emblemático: ¿cómo iba a ser posible la igualdad en el cuidado si los padres tenían solamente 2 días de permiso? ¿Cómo iba a ser posible la igualdad en el empleo si las madres de entrada faltaban de sus puestos de trabajo 55 veces más que los padres, y luego continuaban teniéndose que pedir excedencias y reducciones de jornada?
La conclusión era lógica: necesitábamos permisos iguales. Tamintransferibles, porque ya teníamos la experiencia de los países que habían inventado la trampa de los permisos transferibles, que se los toman sistemáticamente las mujeres. Y tenían que estar pagados al 100% por dos razones: porque si están mal pagados son para las mujeres y porque no queremos que nadie tenga un permiso mal pagado para cuidar a un bebé.
¿País pionero?
Quince años más tarde, tenemos en España permisos iguales, intransferibles y pagados al 100%. ¿Pero un país pionero? Se ha hecho una reforma muy hábil para hacernos creer que ya el sistema de permisos es igualitario, pero la mayoría de los padres siguen sin utilizarlos para quedarse a cargo de sus bebés y muchas empresas siguen sin tener que prescindir de los hombres.
Esta es la valoración que hacemos en la PPiiNA de la reforma de los permisos que se promulgó en marzo de 2019 y que se completó en enero de 2021, cuando ya los padres (o las otras madres) han llegado a tener 16 semanas. Intransferibles y pagadas al 100%. Sí, sí, como pedía la PPiiNA, pero con trampas en la letra pequeña que se traducen en un uso nada igualitario.
Casi 50 años después, Suecia aún no ha alcanzado la meta
Han cogido el diseño de la PPiiNA y han introducido unas frasecitas. Y las frasecitas engañan. Las trampas son varias, pero fundamentalmente dos. La primera: 6 semanas, obligatoriamente simultáneas. Y la segunda: 10 semanas a situar donde se quiera durante el primer año. Pero si esas 10 semanas no se toman inmediatamente después de las primeras 6 (o sea, si se fracciona), la empresa puede negarse a que se tomen a tiempo completo en las fechas deseadas. En resumen: si la empresa no quiere, los padres no pueden utilizar el permiso para cubrir ni siquiera 10 semanas. Resultado: el 89% de los padres se está tomando todo el permiso simultáneamente con la madre.
La experiencia de Suecia
¿Por qué decimos que se avecinan otros 50 años de desigualdad?
En Suecia pasó lo mismo, pero con distintos detalles. En 1974, el Gobierno sueco transformó el permiso de maternidad de seis meses en un permiso parental de tres meses para cada progenitor. Pero, por primera vez en la historia de los derechos sociales, este derecho se hizo transferible entre progenitores. Así, a la vez que se declaraba el objetivo de incorporar a los padres al cuidado, para lo que se les concedía acceso al permiso en igualdad de condiciones, se les facilitó también una salida para el mantenimiento del statu quo.
El Gobierno sueco sabía bien que, al hacer el permiso transferible, se lo pasaba a las madres bajo cuerda. Y así sucedió. Luego, en 1994, Suecia aprobó un mes intransferible para los padres, que es lo que inmediatamente pasó a llamarse popularmente el “mes del papá”. ¡Pero solo un mes después de 18 años! En 2004 pusieron el segundo mes intransferible, pero con la nueva trampa de que pudieran tomárselos hasta que la criatura tuviera 8 años. Y ahora, 47 años más tarde, ya son tres los “meses del papá”, pero a tomar hasta los 12 años de vida de la criatura.
Si no lo impedimos, lo mismo puede suceder en España. Ahora el padre puede decirle a la madre: "no puedo relevarte para que tú vuelvas a tu puesto de trabajo". Y tendrá razón.
En resumen, la reforma se ha alineado con la parte más resistente de los hombres, además de con las empresas más resistentes al cambio, es decir, con el patriarcado.